Reportaje sobre patrimonio artístico metálico. Segunda parte

Olvidados pero estoicos 

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) es el primer organismo en el que se piensa cuando de conservación de patrimonio se trata, pero como ya pudo leerse en la primera entrega de este reportaje hay varios elementos que deben tomarse a consideración y no todo entra en sus competencias.
   De todos los bienes muebles o inmuebles del siglo XX a la fecha no es el INAH quien se encarga y en algunos casos tampoco el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), la responsabilidad cae en el mejor de los casos en los gobiernos estatales y municipales que enfrentan sus propias limitaciones para realizarlo.

Nadie sabe, nadie supo
Los bienes muebles que datan del siglo XX a la fecha no figuran expresamente en la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos ni en ningún otro ordenamiento legal o reglamento.
   Algunos de los involucrados, directa o indirectamente, en su cuidado han realizado algunos registros de esas obras sin embargo no resultan completos.
   “Nosotros como INAH seguramente no lo tenemos, porque nosotros no nos dedicamos al registro de bienes por su materialidad sino por su historicidad, si es histórico sí lo tenemos registrado o deberíamos tenerlo registrado, independientemente si es en bronce, en madera o en lo que fuera, hasta donde yo tengo entendido, las esculturas, las que se establecen como monumentos en espacios públicos son más bien de factura reciente en el entendido de que reciente sea contemporáneo y por eso no entra directamente en la competencia del INAH”, señaló José Manuel Mediolea del Centro INAH Michoacán.
   El experto señaló la existencia del Catálogo Nacional de Monumentos Históricos, donde indirectamente tendría que haber referencia de bienes muebles como esculturas.
   “Hasta donde tengo entendido las esculturas de este tipo están asociadas con un monumento mayor o con una fuente, que a lo mejor de esa sí hay un registro, o con un patio, con un atrio, que eso sí hay un registro en el area de monumentos históricos, la escultura acompaña o es parte del edificio o del atrio o del patio.
   “El catálogo está formado a partir de los bienes inmuebles y dentro de los bienes inmuebles se señalan los bienes muebles, el catálogo de por sí -no estoy muy enterado  de eso porque no es mi área-, es una cuestión que todo el tiempo está en formación, no se acaba, estás catalogando, catalogando y para eso me parece que tienen carencia de personal para seguir con este proceso (…) a veces se registra como bien inmueble en general, ubicación, estado de conservación y se sigue, hay diferentes niveles de detalle”.
   Leonel Santibañez de la Coordinación del Centro Histórico dijo que actualmente ellos están haciendo un inventario de todo lo existente a su área de injerencia ya que no se tenía asentado, hecho que ha ocasionado algunos problemas cuando se ha suscitado el robo o daño de piezas.

-¿El registro ya está terminado?
No, sigue en proceso porque hay alguna información, y algunos bustos que no hay ningún antecedente y no hemos podido lograrlo conseguir, entonces hemos estado buscando en todos lados alguna fotografía para ubicar qué era lo que existía o cual era el busto y las dimensiones para poderlo tener ahí registrado.

Además de bustos y estatuas, las placas conmemorativas también forman parte de este grupo de elementos urbanos que pueden parecer imperecederos pero que están a merced de daños y robos.
  La Dirección de Epigrafía y Nomenclatura dependiente de la Secretaría de Desarrollo Urbano del municipio es la encargada de brindarles atención, al respecto su titular, Adalberto Osegura Lua, señaló que ante la falta de recursos y el poco personal con el que cuentan se han apoyado con la Coordinación del Centro Histórico aunque no hay un convenio oficial para tal efecto.
   “Por reglamento, tanto la colocación, mantenimiento, reposición y demás,le corresponden a la Secretaría de Desarrollo Urbano, de la cual el departamento forma parte.
   “Por problemas de carácter financiero la secretaría no ha estado realizando la función del mantenimiento y nos hemos apoyado con la Coordinación del Centro Histórico dada la cercanía y la vigilancia que ellos tienen del Centro Histórico y podemos decir que han sido de mucha utilidad para nosotros”.
   Osegura Lua señaló que el departamento a su cargo tiene un cátalogo de las placas que existen en el Centro Histórico, pero no cuentan con el personal para brindar atención a estos elementos de epigrafía, diferenciados de las placas de nomenclatura en que estas últimas son las que dan nombre a las vialidades mientras que las primeras están ahí colocadas por un motivo de carácter histórico, político, social o cultural.

-¿Cuántas placas de bronce tiene registradas en el catálogo?
Son alrededor de 140, no pasa de 150 las placas que tenemos dentro del Centro Histórico. El catálogo pretende ser de todo el municipio, pero tuvimos problemas, hubo un recorte de personal, no tengo a la persona que atiende epigrafía y eso ha tenido como consecuencia que el catálogo quedara ahí inconcluso.

Procesos y restauradores
Numerosos sitios web señalan la facilidad con la que una pieza de bronce puede mantenerse en buen estado. La limpieza periódica con un paño suave y limpio es algo en lo que coinciden todos. Algunos incluso dan recetas caseras como hacer una mezcla, a partes iguales, de vinagre, amoniaco y agua o incluso una pasta con la pulpa de un limón y sal común.
   Lo anterior quizás funcione para las obras que no están a la intemperie, pero dar cuidado a las creaciones monumentales que están en la vía pública no resulta tan simple.
   Además de diversas cuestiones tocantes propiamente a los procesos a aplicar, también entra en juego la propiedad de la pieza, algo que a veces puede jugar en contra si se trata de particulares.
   “Si es obra contemporánea ellos son definitivamente los dueños, los custodios en su caso, si es un bien público, si es un monumento que está en una plaza pública debemos de entender que seguramente su propietario es el ayuntamiento tal vez o el gobierno del estado, entonces son los encargados de procurar su manutención, si además son bienes históricos, que ya son competencia del INAH, ellos son los responsables de llevar a cabo su preservación pero están obligados a solicitar asesoría al INAH que a su vez está obligado a brindársela”, dijo el restaurador perito José Manuel Mediolea.

-En ese caso, ¿cualquier intervención debe estar autorizada por el INAH?
Así es, esa es la parte álgida del asunto, en el momento en que es un bien histórico, es obligación del dueño que cualquier intervención que él pretenda realizar, desde mantenimiento simple hasta reparación e intervención profunda, tiene que contar con la autorización del Centro INAH correspondiente, en este caso Michoacán, y ellos deben presentar un proyecto.
   Deben realizar una propuesta donde digan, con un desglose técnico, exactamente qué es lo que necesitan hacer, qué es lo que quieren hacer, cómo, con qué sustancias, con qué proceso (y) el Centro INAH designa algun especialista para que revise el caso, si son muchos los cambios que hay que realizar se le solicita al interesado que reestructure su propuesta, si son mínimos se le hacen las anotaciones correspondientes y se emite así la autorización. , así opera todo el instituto, para las esculturas, para los monumentos, pinturas, retablos, templos… ese es el proceso general.

En el sonado caso de ‘El Caballito’ de la Ciudad de México fue una empresa privada, Marina Restauraciones, la encargada de la intervención que tuvo los lamentables resultados por todos conocidos.
   Aunque generalmente son particulares los encargados de realizar este tipo de trabajos, el restaurador José Manuel Mediolea señaló que no hay un documento o código en el que se asiente una guía sobre sustancias o procesos permitidos.
   “La razón es tanto práctica como a lo mejor hasta de tradición. En el caso del INAH, como estamos hablando de bienes históricos, es decir, antes de una era netamente industrializada, tenemos que contemplar que 95 por ciento de los bienes fue hecho a mano o de manera artesanal, es decir que aunque hay ciertos procedimientos que en términos generales pueden ser estandarizados, la formula final, el acabado final, el contenido de materiales, la mezcla, el recetario y el secreto profesional de los que estuvieron participando en su manufactura, siempre es una huella particular, es como el arte culinario, cada cocinero tiene su toque.
   “De ahí surge la necesidad de que un especialista evalúe el caso, debe tener obviamente conocimientos generales de cómo se llevó a cabo la manufactura y dependiendo del resultado que a la luz de los años se esté viendo en el presente, sepa decir ‘este bien sí va a resistir un procedimiento de tal naturaleza, tal adhesivo, tal consolidante, tal proceso de limpieza, medios mecánicos, medios químicos, con alguna maquinaria, necesariamente manual’, etcétera, yo lo equivalo un poquito a la parte de una cirugía medica, a todo mundo le da catarro pero no todo mundo se cura con la misma”.
   El experto comentó que es por lo anterior que los lineamientos del INAH también marcan que sean restauradores profesionales, y lo comprueben, quienes realicen las labores cuando se requiere una intervención y sean ellos quienes evalúen con los funcionarios del instituto lo más conveniente para cada caso.

-¿Hay empresas restauradoras en Michoacán?
En ese sentido estamos muy castigados. Hay una escasez de restauradores y no hay manera de hacerle frente a la vastedad que hay de patrimonio cultural.
   Particularmente en el estado hemos hecho solicitudes o convocatorias un poquito informales a todos los restauradores que quieran trabajar en el estado para que se anuncien o se comuniquen con nosotros, que sepamos que están dispuestos a salir de sus áreas de vivienda original que normalmente son Guadalajara o México, para que vengan a trabajar aquí al estado, esto se hizo hace como 10 años y el directorio ha sido muy cambiante, estamos muy castigados porque con la situación actual del estado la fama hacia el exterior ha sido terrible, entonces muchos restauradores que antes estaban dispuestos a venir ahorita ni remotamente, entonces sí tenemos esa crisis porque por un lado la normatividad nos impone la colocación de restauradores profesionales al frente de proyectos pero por otro lado no tenemos, entonces ahí tenemos un problemita: Tenemos mucho trabajo que hacer pero nadie que lo haga.


Foto: Jesús Vieyra

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