Comentario sobre El asesinato de Pitágoras
Las matemáticas de la emoción
“En todo triángulo rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de
los catetos”, una
línea así no hace pensar que sea buen material para una historia literaria amplia,
emocionante y hasta didáctica.
El enunciado es el famoso Teorema de Pitágoras, esa operación
que de tan sencilla se complica y que para muchos fue un quebradero de cabeza durante
sus años escolares.
Esta reconocida y milenaria afirmación, así como su creador,
es el hilo conductor de la novela El asesinato de Pitágoras (Oceano) escrita por
el autor español Marcos Chicot.
La historia, recién llegada a México y Latinoamérica en
su versión impresa, es un intenso y apasionante thriller histórico en el que se
entrelazan matemáticas, intriga, amor, acción y enigmas que enredan, divierten
y mantienen al lector al filo de la página.
Narrada en un estilo que podríamos llamar cinematográfico,
la publicación permite hacerse claras imágenes de la acción a través de descripciones
generosas y detalladas de los escenarios, entornos –políticos y sociales- y
personajes que capítulo a capítulo -que bien podrían ser grandes escenas de una
película- llevan de la mano a quien decide embarcarse en esta magnífica
aventura.
La tragedia
El asesinato de Pitágoras inicia con un misterioso
asesinato. Pitágoras tiene delante de sí a sus seis grandes maestros, entre
ellos está su sucesor. Luego de tres décadas al frente de la comunidad
pitagórica –ubicada en la ciudad griega de Crotona- en la que ha compartido sus
enseñanzas y doctrina con sus numerosos elegidos, el enigmático filósofo y
matemático empieza a plantearse el futuro y continuidad de su labor.
La que parece una reunión sosegada de magnos pensadores se
convierte de pronto en el escenario de un crimen. Envenenado, Cleoménides –el
principal candidato- cae a los pies de Pitágoras y con eso se desata una serie
de ataques que hacen tambalear los fundamentos de sus creencias.
Página tras página se van revelando más personajes y
situaciones que entretejen acción y aventura
pero también violencia y hasta crueldad.
Asesinatos, infidelidades, robos, manipulaciones y
guerras inminentes se van generando y cerniendo sobre Pitágoras y sus discípulos
quienes, negados a usar las armas, están en franca desventaja frente a un
enemigo que parece escurridizo, sádico y extremadamente brillante.
Akenón, un egipcio a quien Pitágoras conoció durante el
tiempo que pasó en la tierra de los faraones, y Ariadna, hija del gran maestro
griego, resultan personajes importantes en el desarrollo de la trama, no solo por
las investigaciones que realizan esperando encontrar al asesino sino por la
difícil relación amorosa que surge entre ellos.
El teorema de Pitágoras es también un elemento fundamental
en la serie de amenazas que se ciernen sobre la comunidad pitagórica, usando
este enunciado el misterioso enemigo da respuesta a un problema que hasta ese
momento parecía irresoluble: El valor exacto de Pi.
Este hecho pone en marcha las más terribles maquinaciones
del asesino quien por medio de sus manipulaciones y pagando sobornos hace que se
dé una situación oscura y convulsa entre Crotona y Síbaris, ciudades hermanas de
la Magna Grecia.
La lucha es denodada pero desigual. El enemigo de
Pitágoras oculta el rostro todo el tiempo y parece que el gran matemático lucha
contra sí mismo. La amenaza es real y se hace patente de una mil maneras. Parece
que no hay fórmula, matemática o de otra índole, para salir avante del mortal
embrollo. ¿Cuál será la solución?
En proporción
Luego de tres años de concienzuda documentación histórica
Marcos Chicot publicó El asesinato de Pitágoras por lo que cada que le preguntan:
“¿Realmente pasó lo que narras en tu libro?” su respuesta es un rotundo sí.
El autor español decidió incluir una carta en las últimas
páginas del tomo para hablar sobre la concepción de la que considera la mejor
novela de su vida. En ese texto señaló que un día de 1989, al enterarse de que
en la época de Pitágoras no se conocí el valor de Pi más allá de 3.1 decidió buscar
la manera de acercar esa cifra al 3.1416 que hoy conocemos pero usando
únicamente las herramientas que pudieran tener los hombres de esa época.
Con esa idea en mente fue que usó el Teorema de Pitágoras
-en un intrincado proceso de duplicación- para resolver el problema y añadió al
3.1 inicial varios decimales más.
Decidió compartir su descubrimiento matemático, varios años
después, con el villano de su historia dándole así un poder inusitado que pone
en jaque a Pitágoras y a todos los personajes de la trama.
Como ya se dijo, la novela tiene un ritmo trepidante que
emociona y no da descanso al lector quien página tras página podrá encontrar,
muy poco a poco eso sí, pistas para descubrir la identidad del asesino, aunque
no todas son reales hay que aclarar.
Podría usarse la siguiente analogía: Leer El asesinato de
Pitágoras es como subirse a una montaña rusa en la que luego de alcanzar una
altura de vértigo se inicia un descenso que parece no tener fin.
La emoción y el ritmo se mantienen durante toda la trama pero
hay ciertos intersticios en los que se explican brevemente cuestiones
matemáticas que ayudan a entender mejor los avatares de los personajes, sin
embargo el lector que aborrezca los números no debe temer, bien puede continuar
y disfrutar El asesinato de Pitágoras sin ahondar en esas pausas didácticas.
Adentrarse en la historia excelentemente narrada por
Chicot requiere templanza para, en un
arrebato de adrenalina, no adelantarse páginas para saber quién es el asesino
ya que es un dato que se revela cuando faltan unas 30 páginas para terminar el
libro (tiene 650). Sea paciente.
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