Reportaje sobre el pintor Mohamed Sciddel. Segunda parte
Eterno peregrino
Cuando —luego de estar en Uruapan y Roma— Mohamed Sciddel regresó a su país natal, la sociedad estaba inmersa en un proceso que culminaría en la Revolución Islámica.
Durante siglos Irán había sido gobernado por monarquías, absolutas primero y constitucionales después. Dinastías como la Afsharida, Sand, Kayar y Pahlaví se sucedieron entre revueltas y golpes de estado. La última mencionada fue depuesta por el movimiento islámico en 1979.
Los esfuerzos modernizadores de Mohammad Reza Pahlaví, marcados por la occidentalización no solo de la infraestructura, sino de modas y costumbres fueron detonante —acompañados por supuesto de cuestiones políticas y económicas— para que los hombres religiosos buscaran regresar a los principios del Islam para regir al país y la vida de sus habitantes.
Durante más de una década Sciddel vivió en esa nueva nación que cortó todo lazo ideológico con occidente y que buscó —y aún es así— la vivencia de la religión sin ningún doblez.
En un entorno así Sciddel, como se menciona en el catálogo Sciddel. Obra pictórica. Murales, cuadros, dibujos y litografías publicado en octubre de 2000, dejó poco a poco de pintar, enseñar —dimitió de la Facultad de Artes Decorativas de Teherán, donde era maestro— y de exponer. Fue en 1994 su última muestra en Teherán y aunque gustó su trabajo no hubo mayor repercusión ni reconocimiento.
En 1996 recibió una nueva invitación para venir a Uruapan y aunque debía dejar a su esposa e hijo decidió tomar la oportunidad de realizar obras en el Templo de Santa María Auxiliadora.
El proyecto no se realizó, pero al año siguiente inició el trabajo con dos grandes murales en el Centro para la Investigación y Desarrollo de la Guitarra (Cideg) de Paracho, lugar en el que a la par de su labor en Amanecer del nuevo milenio y Mi expresión del siglo XX, encontró a gente interesada en entender el arte, germen del Grupo Mehrgan.
Eloy Álvarez (EA), Matías Álvarez (MA) y Erik Sepúlveda (ES), alumnos de Mohamed Sciddel e integrantes de Mehrgan, hablaron en entrevista para PROVINCIA sobre la presencia del maestro en Uruapan y la influencia que su ideario y estilo pictórico tuvo en el ámbito cultural de la ciudad.
—El entorno cultural de Uruapan, ¿se vio influenciado por el maestro o se cerró a ello?
(ES) A mí me parece que ha sido muy cerrado a la influencia del maestro. Cuántas generaciones no han pasado por esa iglesia (San Francisco), aunque sea a fuerzas que hayamos ido a misa, lo mejor era ver las pinturas, porque en lugar de estar escuchando misa te ponías a verlas y se te queda, vas a través del tiempo creciendo y a mucha gente la dejó marcada; pero yo pienso que en todos los aspectos la gente se cerró mucho a Sciddel, en realidad lo que hubiera hecho Sciddel para Uruapan, para lo que pudiera haber aportado, recibió muy poca ayuda, muy poca apertura y muy poco apoyo, yo creo que aquí no fue apreciado lo que él pudiera dar, mucho por ignorancia y mucho porque otros eran reticentes.
Sepúlveda consideró que la ideología de Sciddel era como una obra de arte: Es posible que no te guste, pero si sabes que es buena puedes verla, estudiarla y aprovechar lo positivo.
“En todos los aspectos la gente estuvo cerrada a él, la clave está en ver cómo murió, él tenia muchos amigos de dinero y cuando terminó de esa manera, sus amigos —unos ya estaban muertos— se les olvidó que eran sus grandes amigos”.
El maestro Sciddel falleció solo en su casa. Un paro cardiaco acabó con su vida, pero tenía otros padecimientos, como mala circulación.
“Los últimos días el problema también fue lo económico, ahí habría que hacer conciencia de en realidad qué pasó, porque está relacionada, en la vida de un artista, su propuesta artística, su propuesta emocional y su conclusión y desgraciadamente la conclusión económica también pesa, esa conclusión se manifiesta mucho en la aceptación de un artista”.
Sepúlveda, también pintor, comentó que mucha gente en Uruapan le tenía cariño a Sciddel pero poco quedó de su ideología, “de su necesidad de decirle algo al mundo, no nada más como artista, sino como un ente con ideologías artísticas, revolucionarias y sociales, entonces hasta a la misma gente de cultura de aquí de repente le era chocante hablar con Sciddel, por cómo se ponía —y yo considero que algunas veces era chocante, la verdad, porque yo también llegué a discutir con él—, pero nada del otro mundo como para no aceptar que sus intenciones y su conocimiento eran buenos, de manera social y artística”.
Matías Álvarez señaló que aunque sí hubo cierta reticencia también es cierto que hubo influencia de Sciddel en la ciudad, aunque quizás no declarada o aceptada.
“El maestro como no consideraba que el arte nada mas fuera el hecho de pintar, sino que él mismo empleaba la idea hacia todas las disciplinas artísticas, trato de hacer muchas cosas en Uruapan y yo creo que sí se han influenciado, hablando de la gente de la (escuela) Mapeco, a todos los que tuvieron contacto con el maestro, claro que les cambió en algo su forma de ver las cosas y hasta su forma de pintar, muchos han intentado distintas cosas, aunque no lo hayan logrado”.
—Mencionaron que Sciddel era recio en sus discusiones, ¿cuáles eran los temas álgidos para él?
(MA) La corrupción en el arte, porque en el facilismo que hay en hacer arte contemporáneo ahorita, muchos no querían, no creían tanto en la forma de enseñanza ni en la forma de trabajar de él. Esos temas más bien los evitaba, dependiendo de las personas, discutía o no discutía, mejor los ignoraba cuando se daba cuenta de que no había manera de discutir con argumentos, mejor los hacía a un lado. A mucha gente eso le causa resquemor.
Sí quería hablar, siempre hablaba con argumentos, era una persona que sabía mucho de lo que estaba hablando, que había conocido un mundo distinto de lo que muchos de aquí tenían y luego ya (le hacían) críticas de tipo personal. Por su mismo hermetismo sobre su vida, a muchos también les chocaba, no con cualquiera hablaba, pero cuando se trataba de enseñar era superabierto, a darte todo como alumno, era entregadísimo, la información, lo que sabía, lo que le preguntaras, de eso no había ningún problema.
—¿Alguna vez les dijo cómo se sentía?, ¿se consideraba parte de la ciudad?
(ES) No sé a ciencia cierta cómo se consideraba, pero yo creo que se consideraba tanto de aquí como de fuera, porque era muy critico en ciertas cosas pero él trataba de aportar, pero después de 18 años yo pienso que estaba muy involucrado. Su idea era dejar también una huella con el grupo Mehrgan, una huella de su cultura, su conocimiento, socialmente también era inquieto de Uruapan y tenía claro que sus aportaciones eran por la conciencia y la sensibilización que es lo que hace al arte. Yo creo que el maestro se sentía parte de esto pero en momentos se sentía ajeno porque se desesperaba mucho cuando veía que las cosas no caminaban, como muchos extranjeros que vienen aquí, traen buenas intenciones y les apasiona el clima, la naturaleza y que están cerca de ciertos rasgos étnicos que todavía tenemos contacto con ellos, pero de repente nos perdemos y desperdiciamos todo eso, entonces se desesperan con eso, porque no pueden ir al ritmo.
(MA) Luego decía que como era extranjero no podía meter las manos con el rollo político, se sentía, en ese sentido, que no podía hacer gran cosa.
Propio y ajeno
Mohamed Sciddel nunca tuvo la ciudadanía mexicana, por lo que, como residente extranjero en México tenía que ir a la capital del país a renovar su permiso de estadía.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) al año 2000 había 492 mil 617 personas no nacidas en el país viviendo en el territorio nacional, de las cuales más de 9 mil residían en Michoacán.
Sciddel fue durante años uno de esos números contenido en gráficas y estimaciones estadísticas. Y a más de un año de su muerte, la representación diplomática de su país no ha mostrado mucho interés por sus restos mortales y la obra pictórica que dejó.
Cuando el maestro Sciddel murió, según lo que comentaron los tres entrevistados, hubo comunicación con la embajada de Irán en México para averiguar sobre algún tratamiento en particular referente al cuerpo y de su posible traslado, pero no obtuvieron respuesta.
Luego de un servicio religioso, con las pechinas que él mismo había pintado haciéndole guardia de honor, los restos de Sciddel fueron cremados y actualmente están en el Templo de San Francisco.
El pasado 4 de junio este medio llamó a la representación consular de Irán para abordar el tema de los restos del maestro. A continuación se reproduce la conversación telefónica de ese día:
“—Embajada de la República Islámica de Irán, buen día.
—Buen día, habla Ignacio Torres del periódico Provincia de Morelia, Michoacán. Estoy escribiendo un artículo sobre el pintor iraní Mohamed Sciddel quien tuvo viviendo en Michoacán los últimos 18 años de su vida, entonces el motivo de la llamada es para ver la cuestión de, ahora que falleció, tengo entendido que él estaba exiliado aquí en México, saber si sus restos pueden ser llevados a Irán, donde está su familia.
—Ok. Mire, esas solicitudes, le agradecería que fueran mandadas al correo electrónico, en cuanto nosotros las recibimos, las traducimos y se las damos al embajador, le puedo dar el correo electrónico: irembmx@gmail.com y lo puede mandar con copia a mi correo: gabriela.hernandezau@gmail.com. Si quiere describir todo, siendo muy específico en ese correo electrónico, nosotros se lo haremos llegar al embajador y tendrá respuesta. También nos puede poner ahí en el correo sus números de contacto por favor.
—Muy bien. No sé si se pueda checar también con la embajada, si está su nombre (el de Sciddel) considerado entre los pintores de Irán, digamos como el listado de artistas del país.
—Eso lo puede solicitar también mediante el correo electrónico.
—Muy bien. ¿Y el tiempo de respuesta aproximado?
—Depende. Si usted ya lo manda en inglés, lo cual sería lo ideal, es más rápido porque ya no se tiene que hacer la traducción. Nosotros, así como usted nos lo manda, se lo damos al embajador. Si lo manda en español se tiene que poner en la lista de cosas a traducir que se le van a pasar, entonces ya depende.
—Si se manda en inglés, ¿cuál sería el tiempo de repuesta?
—En cuanto usted me lo dé yo se lo doy al embajador.
—Bueno, muchas gracias.
—Que esté muy bien.”
Ayer por la tarde señalaron vía mail: “En respuesta a su solicitud de información, me permito informarle que la posibilidad de enviar los restos del Sr. Mohamed Sciddel tiene que ser discutido directamente con su familia. En cuanto al proceso y el costo, eso tendría que ser llevado a cabo con la aerolínea Lufthansa que es quien opera los viajes a la República Islámica de Irán”.
Cuando —luego de estar en Uruapan y Roma— Mohamed Sciddel regresó a su país natal, la sociedad estaba inmersa en un proceso que culminaría en la Revolución Islámica.
Durante siglos Irán había sido gobernado por monarquías, absolutas primero y constitucionales después. Dinastías como la Afsharida, Sand, Kayar y Pahlaví se sucedieron entre revueltas y golpes de estado. La última mencionada fue depuesta por el movimiento islámico en 1979.
Los esfuerzos modernizadores de Mohammad Reza Pahlaví, marcados por la occidentalización no solo de la infraestructura, sino de modas y costumbres fueron detonante —acompañados por supuesto de cuestiones políticas y económicas— para que los hombres religiosos buscaran regresar a los principios del Islam para regir al país y la vida de sus habitantes.
Durante más de una década Sciddel vivió en esa nueva nación que cortó todo lazo ideológico con occidente y que buscó —y aún es así— la vivencia de la religión sin ningún doblez.
En un entorno así Sciddel, como se menciona en el catálogo Sciddel. Obra pictórica. Murales, cuadros, dibujos y litografías publicado en octubre de 2000, dejó poco a poco de pintar, enseñar —dimitió de la Facultad de Artes Decorativas de Teherán, donde era maestro— y de exponer. Fue en 1994 su última muestra en Teherán y aunque gustó su trabajo no hubo mayor repercusión ni reconocimiento.
En 1996 recibió una nueva invitación para venir a Uruapan y aunque debía dejar a su esposa e hijo decidió tomar la oportunidad de realizar obras en el Templo de Santa María Auxiliadora.
El proyecto no se realizó, pero al año siguiente inició el trabajo con dos grandes murales en el Centro para la Investigación y Desarrollo de la Guitarra (Cideg) de Paracho, lugar en el que a la par de su labor en Amanecer del nuevo milenio y Mi expresión del siglo XX, encontró a gente interesada en entender el arte, germen del Grupo Mehrgan.
Eloy Álvarez (EA), Matías Álvarez (MA) y Erik Sepúlveda (ES), alumnos de Mohamed Sciddel e integrantes de Mehrgan, hablaron en entrevista para PROVINCIA sobre la presencia del maestro en Uruapan y la influencia que su ideario y estilo pictórico tuvo en el ámbito cultural de la ciudad.
—El entorno cultural de Uruapan, ¿se vio influenciado por el maestro o se cerró a ello?
(ES) A mí me parece que ha sido muy cerrado a la influencia del maestro. Cuántas generaciones no han pasado por esa iglesia (San Francisco), aunque sea a fuerzas que hayamos ido a misa, lo mejor era ver las pinturas, porque en lugar de estar escuchando misa te ponías a verlas y se te queda, vas a través del tiempo creciendo y a mucha gente la dejó marcada; pero yo pienso que en todos los aspectos la gente se cerró mucho a Sciddel, en realidad lo que hubiera hecho Sciddel para Uruapan, para lo que pudiera haber aportado, recibió muy poca ayuda, muy poca apertura y muy poco apoyo, yo creo que aquí no fue apreciado lo que él pudiera dar, mucho por ignorancia y mucho porque otros eran reticentes.
Sepúlveda consideró que la ideología de Sciddel era como una obra de arte: Es posible que no te guste, pero si sabes que es buena puedes verla, estudiarla y aprovechar lo positivo.
“En todos los aspectos la gente estuvo cerrada a él, la clave está en ver cómo murió, él tenia muchos amigos de dinero y cuando terminó de esa manera, sus amigos —unos ya estaban muertos— se les olvidó que eran sus grandes amigos”.
El maestro Sciddel falleció solo en su casa. Un paro cardiaco acabó con su vida, pero tenía otros padecimientos, como mala circulación.
“Los últimos días el problema también fue lo económico, ahí habría que hacer conciencia de en realidad qué pasó, porque está relacionada, en la vida de un artista, su propuesta artística, su propuesta emocional y su conclusión y desgraciadamente la conclusión económica también pesa, esa conclusión se manifiesta mucho en la aceptación de un artista”.
Sepúlveda, también pintor, comentó que mucha gente en Uruapan le tenía cariño a Sciddel pero poco quedó de su ideología, “de su necesidad de decirle algo al mundo, no nada más como artista, sino como un ente con ideologías artísticas, revolucionarias y sociales, entonces hasta a la misma gente de cultura de aquí de repente le era chocante hablar con Sciddel, por cómo se ponía —y yo considero que algunas veces era chocante, la verdad, porque yo también llegué a discutir con él—, pero nada del otro mundo como para no aceptar que sus intenciones y su conocimiento eran buenos, de manera social y artística”.
Matías Álvarez señaló que aunque sí hubo cierta reticencia también es cierto que hubo influencia de Sciddel en la ciudad, aunque quizás no declarada o aceptada.
“El maestro como no consideraba que el arte nada mas fuera el hecho de pintar, sino que él mismo empleaba la idea hacia todas las disciplinas artísticas, trato de hacer muchas cosas en Uruapan y yo creo que sí se han influenciado, hablando de la gente de la (escuela) Mapeco, a todos los que tuvieron contacto con el maestro, claro que les cambió en algo su forma de ver las cosas y hasta su forma de pintar, muchos han intentado distintas cosas, aunque no lo hayan logrado”.
—Mencionaron que Sciddel era recio en sus discusiones, ¿cuáles eran los temas álgidos para él?
(MA) La corrupción en el arte, porque en el facilismo que hay en hacer arte contemporáneo ahorita, muchos no querían, no creían tanto en la forma de enseñanza ni en la forma de trabajar de él. Esos temas más bien los evitaba, dependiendo de las personas, discutía o no discutía, mejor los ignoraba cuando se daba cuenta de que no había manera de discutir con argumentos, mejor los hacía a un lado. A mucha gente eso le causa resquemor.
Sí quería hablar, siempre hablaba con argumentos, era una persona que sabía mucho de lo que estaba hablando, que había conocido un mundo distinto de lo que muchos de aquí tenían y luego ya (le hacían) críticas de tipo personal. Por su mismo hermetismo sobre su vida, a muchos también les chocaba, no con cualquiera hablaba, pero cuando se trataba de enseñar era superabierto, a darte todo como alumno, era entregadísimo, la información, lo que sabía, lo que le preguntaras, de eso no había ningún problema.
—¿Alguna vez les dijo cómo se sentía?, ¿se consideraba parte de la ciudad?
(ES) No sé a ciencia cierta cómo se consideraba, pero yo creo que se consideraba tanto de aquí como de fuera, porque era muy critico en ciertas cosas pero él trataba de aportar, pero después de 18 años yo pienso que estaba muy involucrado. Su idea era dejar también una huella con el grupo Mehrgan, una huella de su cultura, su conocimiento, socialmente también era inquieto de Uruapan y tenía claro que sus aportaciones eran por la conciencia y la sensibilización que es lo que hace al arte. Yo creo que el maestro se sentía parte de esto pero en momentos se sentía ajeno porque se desesperaba mucho cuando veía que las cosas no caminaban, como muchos extranjeros que vienen aquí, traen buenas intenciones y les apasiona el clima, la naturaleza y que están cerca de ciertos rasgos étnicos que todavía tenemos contacto con ellos, pero de repente nos perdemos y desperdiciamos todo eso, entonces se desesperan con eso, porque no pueden ir al ritmo.
(MA) Luego decía que como era extranjero no podía meter las manos con el rollo político, se sentía, en ese sentido, que no podía hacer gran cosa.
Propio y ajeno
Mohamed Sciddel nunca tuvo la ciudadanía mexicana, por lo que, como residente extranjero en México tenía que ir a la capital del país a renovar su permiso de estadía.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) al año 2000 había 492 mil 617 personas no nacidas en el país viviendo en el territorio nacional, de las cuales más de 9 mil residían en Michoacán.
Sciddel fue durante años uno de esos números contenido en gráficas y estimaciones estadísticas. Y a más de un año de su muerte, la representación diplomática de su país no ha mostrado mucho interés por sus restos mortales y la obra pictórica que dejó.
Cuando el maestro Sciddel murió, según lo que comentaron los tres entrevistados, hubo comunicación con la embajada de Irán en México para averiguar sobre algún tratamiento en particular referente al cuerpo y de su posible traslado, pero no obtuvieron respuesta.
Luego de un servicio religioso, con las pechinas que él mismo había pintado haciéndole guardia de honor, los restos de Sciddel fueron cremados y actualmente están en el Templo de San Francisco.
El pasado 4 de junio este medio llamó a la representación consular de Irán para abordar el tema de los restos del maestro. A continuación se reproduce la conversación telefónica de ese día:
“—Embajada de la República Islámica de Irán, buen día.
—Buen día, habla Ignacio Torres del periódico Provincia de Morelia, Michoacán. Estoy escribiendo un artículo sobre el pintor iraní Mohamed Sciddel quien tuvo viviendo en Michoacán los últimos 18 años de su vida, entonces el motivo de la llamada es para ver la cuestión de, ahora que falleció, tengo entendido que él estaba exiliado aquí en México, saber si sus restos pueden ser llevados a Irán, donde está su familia.
—Ok. Mire, esas solicitudes, le agradecería que fueran mandadas al correo electrónico, en cuanto nosotros las recibimos, las traducimos y se las damos al embajador, le puedo dar el correo electrónico: irembmx@gmail.com y lo puede mandar con copia a mi correo: gabriela.hernandezau@gmail.com. Si quiere describir todo, siendo muy específico en ese correo electrónico, nosotros se lo haremos llegar al embajador y tendrá respuesta. También nos puede poner ahí en el correo sus números de contacto por favor.
—Muy bien. No sé si se pueda checar también con la embajada, si está su nombre (el de Sciddel) considerado entre los pintores de Irán, digamos como el listado de artistas del país.
—Eso lo puede solicitar también mediante el correo electrónico.
—Muy bien. ¿Y el tiempo de respuesta aproximado?
—Depende. Si usted ya lo manda en inglés, lo cual sería lo ideal, es más rápido porque ya no se tiene que hacer la traducción. Nosotros, así como usted nos lo manda, se lo damos al embajador. Si lo manda en español se tiene que poner en la lista de cosas a traducir que se le van a pasar, entonces ya depende.
—Si se manda en inglés, ¿cuál sería el tiempo de repuesta?
—En cuanto usted me lo dé yo se lo doy al embajador.
—Bueno, muchas gracias.
—Que esté muy bien.”
Ayer por la tarde señalaron vía mail: “En respuesta a su solicitud de información, me permito informarle que la posibilidad de enviar los restos del Sr. Mohamed Sciddel tiene que ser discutido directamente con su familia. En cuanto al proceso y el costo, eso tendría que ser llevado a cabo con la aerolínea Lufthansa que es quien opera los viajes a la República Islámica de Irán”.
Mural Amanecer del nuevo milenio que se ubica en el http://www.cideg.org/ de Paracho
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