Comentario sobre el libro Entropía
El caos usa falda
Es difícil admitirlo pero la mayoría buscamos tener el
control de las cosas. Pensamos, hacemos planes, imaginamos e idealizamos
situaciones que casi nunca suceden según nuestros deseos y resultan más
cercanas al arbitrio del ¿destino?, ¿dios?, ¿la vida? Difícil decir.
Quien quiera que sea que ‘mueve los hilos’ de lo que
experimentamos, genera caos, desorden, genera pues, entropía; un término que no
nos resulta común pero que está en variadas disciplinas, desde la termodinámica
hasta las matemáticas pasando por la lingüística y hasta la ecología.
El psicólogo Jaime Raúl del Prado, psicólogo sistémico, señala:
“La entropía es el grado de desorden de todo sistema. Es el equilibrio
homeostático. El ser humano está constantemente tratando de evitarla; por eso
ordena todo. La muerte es, a fin de cuentas, el triunfo de la entropía
positiva”.
Tal afirmación se encuentra en las primeras páginas de Entropía
(Nitro/Press) un tomo de cuentos del joven narrador mexicano, Iván Farías. El
título, tomado de una de las narraciones incluidas, resulta adecuado para nombrar
a una serie de historias en la que el caos se hace presente y la muerte hace su
aparición a la menor provocación.
Sistema fallido
En las 11 historias de Iván Farías el lector encontrará,
en mayor o menor medida, entropía. Con el paso de las líneas y de las páginas
atestiguará cómo un sistema frágil y delicado se desmorona a causa de una
hecatombe generada casi siempre por una mujer.
Casi todos los textos resultan un recordatorio de ese
desorden primario que nos sacó del paraíso: El pecado de Adán y Eva.
La tentación, la manzana de la discordia, ella
convenciéndolo a él, la desnudez, la vergüenza… elementos que generaron esa
primera entropía, causante de todas las subsecuentes, están en el tomo de
Farías.
Lo anterior por supuesto es una interpretación, las ‘Evas’
del escritor solo comparten la condición femenina con la ‘primera madre’ y la
narración en la que aparecen no tiene nada de bíblica pero sí mucho de
interesante y entretenida.
La violencia, la muerte, los deseos insatisfechos, las
ensoñaciones fantasiosas, los misterios que esconde la gente que se hospeda en
hoteles de paso y hasta las pasiones calladas de las muñecas inflables, están
presentes también en Entropía.
La violencia, de todo tipo, está también presente en el tomo
de Farías, aunque sin el afán de señalar o registrar una realidad por todos
conocida. Los actos de rudeza son simplemente parte del caos que muestran sus
historias, lo que evita que caigan en el moralismo aleccionador o la advertencia
que inquieta.
Podría decirse que las páginas de Entropía forman a una ‘ciudad
del pecado’ literaria, una urbe formada de letras y palabras en la que todo -y
generalmente todo es malo- puede pasar.
Llama la atención que en todos los cuentos sean hombres
quienes lleven la voz narrativa pero todos los actos se vean marcados por los
veleidosos deseos femeninos. Se crea una relación interesante entre quien actúa
y quien le dicta cómo hacerlo.
Ya sea defendidas, amadas, golpeadas, cosificadas, engañadas
o idealizadas, las mujeres se convierten en las protagonistas tras bambalinas.
Son ellas quienes ‘mueven los hilos’ en las historias de Farías, son ellas –de
carne y hueso de plástico- quienes generan la entropía.
Por ellas
Aunque en el mundo creado en los cuentos de Iván Farías son
las mujeres quienes causan conflictos y, casi siempre, muerte a su paso, no son
historias en las que se señalen con afán de ataque los pérfidos procederes de
las féminas, son tramas en las que personajes muy reales -que bien podrían ser nuestras
vecinas- actúan en consecuencia del entorno.
Entropía definitivamente entretendrá al lector y además le permitirá asomarse a un mundo frágil y caótico del que se puede salir y salvarse con el simple hecho de cerrar el libro. Ojalá en la vida real fuera así de fácil pasar la página.
Entropía definitivamente entretendrá al lector y además le permitirá asomarse a un mundo frágil y caótico del que se puede salir y salvarse con el simple hecho de cerrar el libro. Ojalá en la vida real fuera así de fácil pasar la página.
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