Los arquitectos de Morelia
De trazo discreto
En 1996 se instauró el Día Mundial de la Arquitectura y
el Hábitat, una conmemoración que la Unión Internacional de Arquitectos observa
cada primer lunes de octubre, sin embargo, para el caso de México hay una leve
diferencia, se estableció un punto de acuerdo, por parte del Senado de la
República, para que la efeméride quedara en fecha fija: el 1 de octubre.
Hoy se festeja a los artífices de un proceso interesante,
hombres y mujeres que a través de su labor y sus diseños han dejado y dejan
para la posteridad un testimonio del devenir histórico, la idiosincrasia, los
valores, las creencias y los anhelos de una población en particular.
El Centro Histórico de Morelia es un claro ejemplo de
ello. Recorrer la avenida Madero de oriente a poniente permite al paseante
apreciar edificaciones que han sido mudos testigos de los cambios que ha
sufrido la ciudad pero también elocuentes testimonios de las épocas de bonanza,
pobreza o efervescencia social y política que el paso de los siglos han traído
a la antigua Valladolid.
Por supuesto se requiere de un ojo experimentado que guíe
e informe sobre las particularidades e importancia de los principales edificios
de la ciudad y sus artífices, es por eso que PROVINCIA acudió a consultar al
historiador y periodista Ricardo Aguilera Soria para conocer sobre la labor de
los principales arquitectos de Morelia.
Aguilera Soria actualmente se encuentra en el desarrollo
de la investigación de su tesis titulada En busca de la ciudad reconstruida, exploración histórica que tendrá énfasis en
la arquitectura doméstica de la ciudad entre 1810 y 1876, periodo en el que se
renovó buena parte de la faz colonial de la capital de Michoacán.
—¿Hay algún estilo definido o que prevalezca en el
Centro?
Nos vamos con la finta de que la ciudad tiene un solo
estilo, que sería colonial, así lo llamaríamos, pero lo interesante es cómo los
arquitectos de los siglos XVII —como Vicencio Barroso de la Escayola— y los de
principios del siglo XX —como Adrián Giombini— lo que han hecho es darle una
secuencia, una continuidad al estilo de la ciudad.
Por fortuna Morelia no es de esas ciudades
superdecoradas, barroquísimas, como Querétaro, Guanajuato o la Ciudad de
México. Como siempre ha sido una ciudad superdiscreta en la parte de la
arquitectura lo que ha pasado es que los estilos se han adaptado a esa
discreción, más que presentar elementos ornamentales en lo que se ha basado es
en la parte estructural, por eso casi todo en el Centro Histórico se confunde.
Podemos ver casas del siglo XVIII que se parecen a las del siglo XIX, o
principios del XX, es una línea de continuidad.
Estilo como tal no existiría una palabra, más bien es la
adaptación de todos los estilos, barroco, neoclásico, art decó, afrancesado… se
han adaptado a la mesura y a la discreción que tiene la ornamentación de la
ciudad y por eso todos pasan como si fueran uno solo.
Aguilera Soria abundó en que se tiene la creencia de que
se conoce la historia arquitectónica de la ciudad pero en realidad no es así.
Apuntó que aunque se han escrito infinidad de libros sobre algunos de los
principales edificios de Morelia generalmente se olvida indagar sobre quiénes
fueron los responsables de su diseño y edificación.
“Si nos vamos a los primeros siglos de la ciudad, XVI y
XVII, la información es casi nula. Del siglo XVIII conocemos a los que
levantaron los principales edificios; del siglo XIX tenemos referencia de dos o
tres arquitectos extranjeros —que no sé si sea un asunto de malinchismo
intencional—, y del siglo XX, las primeras etapas, ya se ha empezado a hacer un
trabajo de recuperación de los personajes”.
El historiador señaló que de los principales arquitectos
de Morelia se puede mencionar primero a Juan Ponce, quien fue el responsable de
hacer el diseño urbano, “es decir, diseñar el germen de la ciudad antigua,
desde la zona de donde se encuentra la catedral y de ahí todas las calles”.
Ponce llegó a la entonces Valladolid en 1543, “desconozco
si permaneció aquí mucho tiempo porque también hizo el trazo de la Ciudad de
México. A final de cuentas la importancia es esa: él fue el responsable de que
Morelia tenga el diseño que tiene ahora. A partir de lo que él proyectó empezó
ya la parte planificada de la ciudad colonial”.
Aguilera apuntó que a Ponce se le debe también la
dificultad de hacer una ciudad viable en cuanto a transporte por los cuellos de
botella que se tienen y la interrupción de las calles por edificaciones, sobre
todo en el Centro Histórico.
“Del siglo XVII el arquitecto más importante de la ciudad
—que también venía de la Ciudad de México a donde llegó de Italia, y por eso le
llamaban ‘El Romano’—, fue Vicencio Barroso de la Escayola. Quien fue el
proyectista de la Catedral”.
Durante 35 años ‘El
Romano’ se hizo cargo del proyecto que daría el actual icono más importante de
Morelia, sin embargo no fue fácil. “Al principio lo consideraban el arquitecto
más apto pero después, no sé si era para desprestigiarlo, lo tachaban de moroso
y de que hacía malos trabajos”.
El historiador nacido
en Tlalpujahua comentó que del siglo XVIII hay dos personajes interesantes:
Lucas Durán y Tomás Huerta.
“El primero fue una
persona de origen mulato y ese es el gran mérito, ver cómo Valladolid no era
una ciudad en la que solamente se apreciaba a los que tenían pureza de sangre
—como se le llamaba en el siglo XVIII— sino que este personaje era producto
racial de una persona de origen hispano con una persona afrodescendiente y pudo
hacer una labor constructiva interesante”.
A Durán se le ha
asociado con la construcción del Templo de las Monjas, que sería uno de los
principales edificios que legó a Morelia.
Huerta también era de origen mulato y estuvo considerado
entre los arquitectos más importantes de la ciudad en la segunda mitad del
siglo XVIII, “a él le debemos el Palacio Clavijero, el extinto Templo de la
Tercera Orden de San Francisco —donde ahora está parte de la Plaza Valladolid—
y también le debemos el edificio de la Factoría de Tabacos, hoy Palacio
Municipal”.
Ya en el siglo XIX destaca el nombre de Adolfo André de
Tremontels, arquitecto francés quien desarrolló el Palacio Federal —actual
oficina de correos sobre avenida Madero—, el edificio que ocupa ahora la
Preparatoria 2 de la Universidad Michoacana y además de diseñar la fachada del
Mercado de San Agustín.
“Guillermo Wodon de Sorine fue el predilecto de las
autoridades liberales del siglo XIX”, señaló Aguilera Soria, “le encargaron
algunas de las principales obras de remodelación que se hicieron en la ciudad a
fines del siglo XIX, como por ejemplo reconstruir el Colegio de San Nicolás, el
antiguo Palacio de Justicia que ahora es el Museo del Poder Judicial (atrás de
Plaza de Armas)”.
También fue el artífice de la fuente que está afuera de
la Biblioteca Pública Universitaria y de construir el Mercado de San Francisco
que se ubicaba donde ahora está la Plaza Valladolid, además de realizar el trazo del actual Bosque
Cuauhtémoc.
“Para los primeros
años del siglo XX hubo un arquitecto italiano que es muy reconocido aunque hizo
poquitas obras. La importancia radica en cómo supo integrar los nuevos
lenguajes. Se trata de Adrián Giombini, a él le tocó hacer el edificio de María
Auxiliadora, el templo; le tocó también el Centro Educativo José María Morelos
—a un costado del Templo de Capuchinas— y una casa que está sobre la avenida
Madero Oriente que está marcada con el número 732. Es una casa que llaman los
expertos estilo art decó y que es la representación material de las
nuevas influencias que estaban llegando a la ciudad”.
Del siglo XX Aguilera Soria destacó la labor de un
ingeniero, Jaime Sandoval, quien renovó una buena parte del centro de la
ciudad, “a él le tocó la parte moderna, y este personaje, por ejemplo, se
encargó de diseñar los edificios de las escuelas Anáhuac, Valladolid y
Plancarte”.
Nuevos hallazgos
De la labor de investigación que realiza Aguilera Soria
en el Archivo Histórico Municipal de Morelia se ha encontrado con muchos más
nombres que se escapan del conocimiento popular o más difundido y que
realizaron trabajos importantes para Morelia y su desarrollo.
“Me he encontrado a varios personajes, ahorita tengo
localizados los nombres de 66 arquitectos, canteros y albañiles que
participaron en la reconstrucción de la ciudad entre la época de la
Independencia, 1810, y hasta el inicio del Porfiriato, 1876”.
El historiador señaló que otro punto a destacar de estos
personajes es que la mayoría nació en la ciudad, “esa es la gran fortuna”.
Aguilera destacó a Luis Alfaro. “Para mí es el arquitecto
más importante de principios de siglo XIX, porque este señor se encargó de
hacer bastantes cosas, por ejemplo la nueva fuente que estaba afuera del Templo
de la Merced, se encargó de hacer el registro de algunos de los edificios que
se cayeron en la ciudad luego del sismo de 1845”.
Señaló que ese movimiento telúrico resultó interesante y
se convirtió en motor para el desarrollo de Morelia porque, “según lo que estoy
viendo, contribuyó a que la ciudad antigua, la ciudad colonial, se
reconstruyera en el siglo XIX. Alfaro arregló bastantes casas, entre ellas la
suya, que hoy en día está sobre la calle Vasco de Quiroga —actualmente usada
como zapatería y ubicada a dos casas del Templo de la Cruz—”.
Otro personaje importante en la Morelia de la primera
mitad del siglo XIX fue Manuel Rabia, a quien le tocó la labor de valuar casas
y solares. “La gente lo contrataba para remodelar sus casas o para realizar
obras mínimas en la parte de reconstrucción de obras públicas que promovía el
Ayuntamiento. Este señor fue regidor y por ahí de 1849 a él le tocaba revisar
los diseños que se presentaban para remodelar construcciones en la ciudad.
Pienso yo que eso lo convierte en un personaje notable, quizás no hizo grandes
obras como los demás pero forma parte de una etapa en la cual no se hacían
grandes obras pero sí se hizo la reconstrucción de la ciudad”.
En la misma época sonó el nombre de José Yerena,
arquitecto que estuvo encargado en 1844 del proyecto de remodelación de la
Plaza de Armas y de la fuente de la Merced, “que esa fuente le trajo muchísimos
problemas, tantos que hasta se tuvo que ir de Morelia. Después levantó en
Cotija el Templo de Nuestra Señora del Pópolo”.
Yerena también participó en la reconstrucción de casas,
cambiarles la fachada, hacer avalúos y dictámenes técnicos.
Aguilera Soria también se encontró con la presencia de
dos constructores extranjeros: el prusiano Alfredo Backhausen y el polaco Juan
Bochotniki.
A Backhausen le correspondió hacer la remodelación de la
Casa del Diezmo, “el edificio que hoy ocupa un banco en la avenida Madero
Oriente —a un lado de otro banco y antes del Congreso—. A él le tocó
convertirla en una construcción nueva que además fue donde funcionó el primer
hotel de la ciudad en 1861”.
Juan Bochotniki tuvo a su cargo la remodelación del
Colegio de San Nicolás en el siglo XIX, “se encargó de reconstruir el Teatro
Ocampo y también el puente que cruzaba el río en la parte norte de la ciudad,
cuando se cambió el cauce del Río Grande.
“Son nada más cinco personajes de los que he encontrado y
algunas de sus obras, son 66. La historia de la ciudad está en proceso de
construcción, en apariencia la conocemos, pero todavía hay mucho que
investigar”, dijo Aguilera.
“A lo largo de la historia muchísimos personajes, sin
importar si son de aquí o sus antecedentes sanguíneos y sin importar el momento
que les tocó vivir —fuera una época de abundancia o de pobreza— lo interesante es cómo estos
personajes, al paso del tiempo, hicieron de Morelia no una ciudad colonial —sin
duda es una ciudad fundada en la Colonia— sino que la fueron haciendo una
ciudad que perfectamente se integró y adaptó a las necesidades y los estilos
que a lo largo del tiempo han surgido en la historia”.
Comentarios
Publicar un comentario