Entrevista sobre el corto Nunca regreses
Regreso al terruño
“Dos jóvenes amigos deciden aceptar un trabajo, sin saber
que quizá nunca podrán regresar al mismo lugar ni a la vida que solían tener”,
reza la breve sinopsis de Nunca regreses,
cortometraje que participa en el 12 Festival Internacional de Cine de Morelia
(FICM). Su director, José Leonardo Díaz Vega, habló para PROVINCIA sobre el proceso de realización de este proyecto cinematográfico al
que decidió apostarle fuerte.
Con 25 años de edad,
el originario de la tierra de los chongos y las fresas (como él mismo se
refirió a Zamora), está en el último año de la Licenciatura en Cinematografía
que estudia en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) de la Ciudad de
México.
Como cineasta es la
primera vez que Díaz Vega participa en el FICM pero antes ya había asistido
como espectador. “Fue en 2009. Me gustó mucho, recién me habían dado la noticia
de que había ingresado al CCC”.
Y el FICM volvió a ser el escenario para buenas noticias,
ahora la de la posibilidad de llevarse a casa el galardón de la Sección
Michoacana y con ello arrancar su carrera pero ahora en largometrajes.
Proceso
orgánico
Leonardo Díaz
escribió y dirigió Nunca
regreses, una fórmula que ha
aplicado para la mayoría de sus proyectos en el CCC. “Siempre me ha gustado
escribir y dirigir mis proyectos, me parece muy orgánico y lo más sincero que
puede hacer uno como realizador”.
Sin embargo no todo resulta fácil al tener los dos roles
en una producción. “Es mas sencillo en algunos aspectos pero difícil en otros.
Escribir tus historias y dirigirlas te da más objetividad como realizador, pues
tienes muchas cosas en mente y cualquier cosa que suceda en el set
la puedes improvisar o sacar a flote de mejor manera, eso es algo que juega a
tu favor, sin embargo esto también te da más carga con la producción, muchas
cosas están en tus manos, ya no simplemente interpretas un guion, tienes todo
en juego.
“Hasta ahora solamente
he realizado un proyecto en el que yo no soy guionista, era una adaptación de
una escena de Perfume de
violetas de Marisa Sistach y me di
cuenta que así uno se regocija más en la forma, ya no te tienes que preocupar
tanto por el guion. Cada cosa tiene sus pros y sus contras. Para mí, el cine y
las artes se tratan, ante todo, de libertad y las buenas producciones siempre
deben dejar al realizador la libertad de crear como quiera”.
—¿Cómo llegó a ti la historia para el corto? ¿La
desarrollaste a partir de algo cercano? ¿o es ficción pura?
En el ejercicio
escolar al que la escuela denomina Ficción 2, nos dan la oportunidad de salir
de la Ciudad de México y hasta del país si uno arregla bien las cosas y
convence a los asesores de que es buena idea.
Yo tiré la casa por la ventana, dos años antes había
hecho mi Ficción 1 con muy pocos recursos. A un ser querido le sucedió una
tragedia y esto me llenó de rabia, fue la gota que derramó el vaso y me prometí
que haría algo en su honor, en su recuerdo y me decidí a contar una realidad
apegada a mí…arriesgaría mucho más. Todo el dinero de la producción salió por
mi cuenta. Fue todo o nada.
Debido a que podíamos salir de la ciudad y además
teníamos la oportunidad de filmar en 35 mm, me dije: ‘A fuerza que voy a
realizar algo en mis tierras’. Las cosas en el cortometraje no sucedieron así
en la realidad, pero sí tomé la rabia que había en mí para hacerla. De ahí que
le dedique la historia a un ser querido.
Por la carga
emocional de la historia el guion fue algo que Leonardo defendió mucho durante
los tres meses de revisiones y asesorías que tuvo con algunos maestros.
“Pero la verdad no le
hice caso a ninguno. Algunos me decían que quitara esto y pusiera lo otro, que
modificara cosas… la verdad ninguno tenía idea de lo que realmente quería hacer
y no les hice caso, cosa que agradezco.
“A algunos maestros
—sobre todo aquellos que no fueron tan intrusivos y agresivos— los tomé más en
cuenta porque siempre daban su opinión de una manera modesta, no querían
imponer nada. Al final creo que si uno no hace lo que quiere termina por
sabotearse y por engañarse, no aprendes nada. Estoy muy contento con mis
decisiones”.
—¿El corto lo trabajaste pensando
en participar en el FICM?
Siempre quise que estuviera en Morelia, por ser mi tierra
y mi gente. La verdad, si había un festival de cine en el cual pensábamos que
podía ganar, era Morelia; estrenamos el corto en Guadalajara y ganamos Mejor
Cortometraje Iberoamericano, todos nos sorprendimos, después ganamos Monterrey
y fue el paroxismo, de verdad que no lo esperábamos. Por ello, creo que ahora
en Morelia la gente tiene mucha expectativa en el proyecto, y la verdad eso me
parece temible; a mí me pasa mucho que cuanto me generan muchas expectativas de
una película casi siempre termina defraudándome, esperemos no sea el caso con
el público michoacano.
—¿Cuánto tiempo te tomó la
filmación?
Fueron cinco días de
filmación, porque es el tiempo que todos tenemos para filmar. Partimos del DF
hacia la locación en la madrugada y aprovechamos la luz de día que quedaba para
hacer un par de tomas, por lo tanto más bien fueron cinco días y un cuarto.
Teníamos que hacer todo a la perfección, no teníamos rango de error, la escuela
no permite que nos pasemos de tiempos.
—Del proceso de realización, ¿qué
fue lo más sencillo? ¿y qué lo más complicado?
Creo que lo más
sencillo fue la convivencia con el crew. Todos estaban muy emocionados con el proyecto,
no había pago para ninguno salvo el gaffer y un asistente de cámara que nos los pedían por
ley. Todo el equipo estaba muy comprometido y ninguno claudicó en ningún
momento; se generó un ambiente muy bueno entre todos, de ayuda mutua muy
gratificante para todos.
Hubo varias cosas
complicadas; una de ellas fue precisamente el tiempo que teníamos para filmar,
cinco días, ni más ni menos, y esto le da presión a las cosas. Toda la
iluminación del cortometraje la planteamos con luz natural (a la Emmanuel
Lubezki) y fue difícil encontrar los espacios adecuados, a las horas adecuadas
para que nos dieran el efecto que queríamos lograr: amaneceres, juegos con los
rayos del Sol, contrastes y colores, para esto, si un día se nublaba o llovía,
nos podía arruinar muchas cosas, afortunadamente solo una escena se nos
complicó por un día muy nublado, pero la rescatamos en el último día de rodaje.
Pero no solo en
cuanto a la iluminación Díaz Vega apostó por la naturalidad y espontaneidad,
también con el reparto fue así, ya que ninguno de los jóvenes que aparece en el
cortometraje es actor profesional.
“Todos son personas
que encontré buscando en los pueblos; un par de días antes un actor me canceló
y cuando ya me había resignado a realizar el papel yo mismo el chico regresó.
Quise trabajar con no actores porque para mí es muy importante la naturalidad y
la verosimilitud de las cosas, un actor lo puede conseguir, pero hubiera sido
muy difícil que hubiera actores con los rasgos y acentos de la gente de ahí.
Elegí a esos actores porque cuando los conocí y en los talleres nunca mostraban
miedo a la cámara, eso me dio la pauta para elegirlos, además de que me parece
representan bien la clase media de estos lugares.”
—La postproducción es algo que en
general se comenta que es complicado y caro, ¿cómo fue ese proceso en tu caso?
Hay tres proyectos que
el consejo académico elige para ser postproducidos en DCP 2K y en Mezcla THX
5.1, lo eligen después del corte final. Tuvimos la fortuna de ser elegidos y
aunque realizamos de nuevo todo el proceso de postproducción fue gratificante,
porque tuvimos el tiempo para mejorar.
Aposté por la gente
joven, la mayoría del crew no tenía más de 25 años y estamos aprendiendo.
Creo que es muy importante darnos oportunidades entre todos, sobre todo entre
jóvenes.
—Mencionas el apoyo entre la gente
joven, ¿cómo ves el panorama de estímulos y foros para los cineastas que
empiezan su carrera?
Creo que va creciendo,
y se agradece. Por cosas que me han contado generaciones anteriores, al parecer
hay más estímulos a los jóvenes y creo que eso llevará a que mejore todo el
cine en México. Hay cosas que considero pueden mejorar, pero por lo menos uno
ve que hay estímulos. Yo soy mucho de ser ‘luchón’, que uno tiene que pelear
por lo que quiere, a pesar de todas las problemáticas.
—A largo plazo, ¿te ves haciendo
cine?
Sí, ese es mi sueño y
objetivo. Ahorita estoy escribiendo mi primer largometraje y estoy ahorrando para
realizarlo. Va a ser con muy pero muy bajo presupuesto, pero creo que se puede
lograr algo bueno. Espero poder realizarlo el siguiente año como mi proyecto de
tesis en el CCC.
—¿Ves cine mexicano?, ¿te gusta?
Siendo sincero soy alguien que no tuvo mucho contacto con
el cine mexicano de la época de oro, ni de fines de siglo XX. No digo que no
esté bien, simplemente no tuve mucho contacto desde pequeño. En la televisión
pasaban casi puras películas norteamericanas, así era también lo que ofrecían
en las casas de renta.
Me gusta más el cine extranjero, tal vez por que era a lo
que tenía más acceso de pequeño, no por ganas sino porque así fue mi realidad.
Pero eso no significa que no quiera hacer cine en México, este cortometraje es
prueba de ello. Me gusta mucho lo que hacía Luis Buñuel aquí, me parece que le
imprimía mucha verdad y criterio a las cosas. La verdad, creo que uno, a donde
sea que vaya, donde sea que esté, siempre tiene y expresa sus raíces en sus
trabajos, es algo natural y psicológico, no lo puedes desterrar de ti, creo que
mentiría todo aquel que diga que no es así. También soy muy aficionado a los videoclips,
y la mayoría son extranjeros, soy generación MTV en parte, y si no lo aceptara
me mentiría.
—¿A qué directores admiras?
A quien siempre he
admirado es a Charles Chaplin, me parece genial su personaje The tramp, creo
que es un personaje muy complicado, pero que da en el clavo en cuanto a la
sociedad ¿quién iba a pensar que un vagabundo nos demuestre la realidad de las
cosas?
Alfonso Cuarón, para mí, es de los mejores
directores que ha tenido este planeta; no porque sea mexicano, de verdad, he
visto varias veces sus películas y es fascinante no solo la forma, sino el
tacto filosófico que tiene para abordar y expresar las cosas. Para mí es el
Buñuel mexicano.
Andrei Tarkovsky tuvo
una influencia en mí cuando empezaba a realizar cine, me gusta mucho su libro Esculpir el tiempo, aunque no he visto sus últimas películas, La infancia de Iván me gusta mucho y Andrei Rublev es una proeza cinematográfica. Por otro
lado también me gusta mucho Tom Tykwer, Luis Buñuel, Giussepe Tornatore, Sydney
Lumet y por supuesto Woody Allen.
Un director que me
parece muy interesante en estos días es Nicolas Winding Refn, desde que vi Drive lo
considero el nuevo Scorsese, y cuando vi Valhalla Rising casi muero de satisfacción; abarca la realidad de una manera cruda
pero a la vez poética y humana.
—El corto ya ganó en Guadalajara y
Monterrey ¿irá a más festivales luego del FICM?
Los más próximos son
Oaxaca Film Fest; Brno 16, festival para cortometrajes en Brno, República Checa
y el Festival Internacional de Cine de Zagreb, Croacia. Lo seguimos enviando a
festivales en todo el mundo.
—¿Qué esperas llevarte de tu
visita a Morelia y al FICM?
Creo que el
cortometraje ahora carga de mucha expectativa, y no sé que tan bueno sea, pero
la verdad, para mí lo más importante es convivir con el público y me he marcado
el objetivo de conocer más michoacanos que les guste crear cine, creo que es
muy importante el unirnos y generar lazos, pues sin ello el cine no se hace.
Michoacán está creciendo cinematográficamente, y el FICM nos está dando la
oportunidad para conocernos y seguramente ayudarnos en futuras producciones.
Mentiría si no dijera
que espero ganar, todos lo queremos hacer; yo quisiera obtener el galardón,
sería un gran impulso para mí, y para poder producir mi primera película.
Foto: Cortesía, José Leonardo Díaz
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