Entrevista con el escritor Francisco Gerardo Haghenbeck

Haghenbeck, mexicano al 100

Aunque a menudo es tomado por autor estadounidense o alemán, Francisco Gerardo Haghenbeck se dijo 100 por ciento mexicano. El escritor, nacido en Tehuacán, Puebla, fue anunciado el pasado 10 de octubre como ganador del Premio Bellas Artes de Novela José Rubén Romero por Deidades menores, una historia de recuerdo que tiene algunos toques biográficos.
   En entrevista para PROVINCIA habló sobre su reciente triunfo, uno que le permite comprobar que el mundo literario en México se está abriendo a subgéneros antes desdeñados —como el policiaco, el noir, la ciencia ficción y el terror— en los que su obra se inscribe.

Talento reconocido
Haghenbeck quien el año pasado se convirtió en el primer latinoamericano en ganar el Premio Bram Stoker —galardón que le ‘arrebató’ a los autores Stephen King, Joe Hill y Thomas Lagotti— también ha obtenido el Premio Nacional de Novela Una Vuelta de Tuerca en 2006 por Trago amargo, el Premio Nocte 2013 a Mejor Novela Extranjera por El diablo me obligó y el Gourmand Award de Francia en 2013, por La libreta perdida de Frida Kahlo.
   Y este año no ha sido la excepción. Deidades menores convenció a René Avilés Fabila, Raúl Casamadrid y Humberto Guzmán, jurados del Rubén Romero, quienes decidieron otorgar la distinción porque la obra “contiene  diversas historias bien llevadas, convincentes. Una narración, por su estructura, postmoderna y que incorpora emails, guiones cinematográficos, notas de libros y cómics con un sentido metaficcional y contemporáneo”.

—La frase del acta del jurado es un tanto críptica, ¿de qué trata la novela?
Así son todas las actas, siempre dicen ‘por su lenguaje aracnido’… ¿y eso qué quiere decir? (Risas).
   Es una novela difícil de catalogar. Si tendría que ponerle un género es este género que hoy están manejando: literatura weird, donde meten de pronto —es un costal muy grande— desde Haruki Murakami hasta Neil Gaiman, o literatura extraña nada más que no necesariamente está metida en el ámbito de la fantasía, está como en el filo, jugando en este filo de que hay algo raro en la historia.
   Deidades menores es una historia con tintes biográficos, yo siento, del regreso de un escritor de cómics a su pueblo natal porque su papá se está muriendo. Su papá ya está grande, él salió desde muy joven y regresa a enfrentar lo que dejó atrás. No nada más a una familia rota, sino también la idea que él tenía de que en ese pueblo habitaban deidades, dioses abandonados, dioses que ya no tenían validez en este mundo, como Ganesh, como Kali, que eran viejos normales, viejos humanos que ya sin fuerza habitaban en ese pueblo. Entonces tiene que enfrentarse a la realidad de su familia pero también enfrentarse a una realidad de imaginación que él tenía cuando era niño.
   Es una novela como de redescubrimiento, de recuerdo y que al final  realmente no comprendes bien hasta qué punto es el juego de este autor de comics de fantasía, entre su imaginación y la realidad.

—¿Qué tanto tiene de biográfico?
Yo creo que más que partes son toques. De entrada el personaje es un guionista de comics y yo soy guionista de comics. Yo crecí en un  pueblo chiquito —en Tehuacán, Puebla—, me fui a la ciudad desde muy joven y ahora casualmente regresé a vivir allá. Ese tipo de cosas.
   Los habitantes del pueblo a lo mejor algunos están, sino basados, sí influenciados por las personas que vivían en mi pueblo natal, en Tehuacán.
   Aunque realmente toda esta historia no tiene una locación, es una de las cosas que traté de hacer y que me costó mucho trabajo —porque toda mi obra ha sido histórica—, que no hubiera una locación, que no pudieras identificar dónde sucede ni en qué época sucede.

—En el acta se menciona una estructura postmoderna, ¿cree que ese es el camino?, ¿que cada género rompa sus propias reglas?
No. Yo creo que cada historia tiene distintas reglas. Cuando me preguntaban, en un curso que di, cómo escribir una novela, les decía ‘no, hay que saber cómo escribir esa novela que quieres escribir’. Yo creo que cada historia tiene sus leyes propias y cuando las encuentras hay que respetarlas.
   En lo personal sí trato de usar, por ejemplo, tiempos descompuestos, distintas voces, es muy común que encuentres eso en mis obras literarias, casi de una manera coral, pero en otras, como la de Trago amargo —con la que gané el Premio Vuelta de Tuerca— es una historia en tiempo corrido, normal y ya, pero porque así lo pedía la historia. Creo que cada historia requiere reglas distintas.

Horizontes ampliados
El pasado 12 de octubre Francisco Haghenbeck publicó en su cuenta de Facebook: “Hoy estoy feliz. Y mucho. Al enterarme que tuve el honor de ganar el premio de Literatura Bellas Artes José Rubén Romero 2014 había mucho qué celebrar. Desde la misma importancia de este, hasta que haya sido por una novela de fantasía oscura o literatura weird, comprobando que ya no hay géneros chicos en nuestro país. O que comparta la plana con el Premio Colima con Alberto Chimal, el mejor escritor de mi generación. Y mil y una razones más. Por eso, Gracias a los amigos y mis dos amores que estuvieron ahí. En especial a mis lectores, a los que les debo todo. Sí, hoy estoy feliz”.
   El escritor apuntó que ese comentario obedecía a la dupla de galardones que hizo con Alberto Chimal, quien con su libro Manda fuego obtuvo el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada 2014.
   “El Romero lo recibe Deidades menores que es de literatura weird y que tiene mucha influencia de esta obra norteamericana de The house of leaves —creo que aquí se llamó La casa de las hojas—, y que la obra de Alberto Chimal haya ganado el Colima, otra obra fantástica también, habla de una apertura de la gente de la literatura, de voltear a otros géneros y eso me da muchísimo gusto.
   “Creo que hemos estado encerrados en un mundillo muy pequeño y voy a parafrasear una frase que se dijo en el encuentro del Fonca de Jóvenes Creadores en el que soy tutor: ‘en México ya aprendimos que los escritores tenemos el derecho de hablar de todo el mundo, de lo que queramos, aunque esto no exista’. Y sí, creo que es eso, descubrimos que tenemos el derecho de hablar de lo que sea y que no nos cuestionen”.

—¿En algún momento sí se sintió cuestionado?
Sí, no nada más yo, creo que somos toda una generación que hemos sido cuestionados por estos temas y que seguimos siendo cuestionados en las críticas y en las revistas especializadas. El policiaco, que es el más respetado de todos los subgéneros ha sido muy criticado, sobre todo por la literatura de academia, la ciencia ficción no se diga, el terror más aún… pero obras como la de Alberto Chimal, Bernardo Esquinca, Bernardo Fernández ‘BEF’, como la Horacio Porcayo y como la José Luis Zárate, han cambiado esa visión.

—¿Cómo es la relación con sus lectores?
Yo vivo para ellos, de nuevo reitero mi agradecimiento a ellos. Se nos ha olvidado a los escritores mexicanos que vivimos de los lectores. Me he dado cuenta que muchos escritores se dedican a hacer obras para mantenerse en ciertas posiciones dentro de esta burocracia cultural y se nos ha olvidado que realmente son los lectores los que nos mantienen.
   Los lectores aman los géneros, aman el policiaco, aman el rollo fantástico, realmente yo creo que ellos son el principal factor de que estas barreras se estén rompiendo.

—Su apellido no es mexicano (es alemán), ¿esto le ha acarreado confusiones de nacionalidad en los concursos?
Sí. En el Nocte de España como estaba nominado a Mejor Novela Extranjera, estaba con autores italianos y norteamericanos pensando que era un escritor norteamericano. El apellido en este caso no sé si jugaba en contra o favor mío.
   Y lo mismo pasó con el Gourmand de Francia —que es el que dan a la literatura sobre la comida— también pensaron que era un alemán el que ganaba el premio pero no, sí somos mexicanos 100 por ciento y creo que se nos nota en las letras.

Dos caminos
A la par de su carrera literaria, Haghenbeck ha desarrollado una labor como guionista de comics que también le ha brindado grandes satisfacciones, exitosas publicaciones e incluso una colaboración con DC Comics.
   Y esa facilidad de trabajar paralelamente el comic y la literatura es algo que el autor cree que es en realidad algo difícil de darse ya que se dijo convencido de que ni cualquier escritor puede hacer comics ni cualquier guionista de comics puede aventurarse a escribir novelas.
   “Estoy casi seguro de que es muy difícil que suceda eso. Tengo varios ejemplos de escritores que han tratado de hacer comic y fallan rotundamente porque es otro género, es otro lenguaje, otra manera de decir las cosas. Saturan los cuadros con texto, no se han dado cuenta de que es un género visual, que prevalece la visión, que tiene inclusive que ver más con el cine que con la literatura. Y los grandes guionistas del comic que han tratado de dar el salto a la literatura son muy pocos, un ejemplo es Alan Moore —que creo que es el mejor escritor de comics de superhéroes que existe en el mundo—, ha tratado de dar el salto a la literatura y son unas obras infumables, parece castigo leerlas. Creo que muy pocos como Neil Gaiman han podido dar el salto entendiendo, yo creo que ese es el secreto, ambos géneros, entendiendo ambas formas de narrar”.

—¿Qué se considera más, escritor o guionista de comics?
Narrador.

Nuevo canal
Francisco Gerardo Haghenbeck, quien está más que acostumbrado a los entresijos de los cambios de lenguaje y plataformas para narrar, se dijo tranquilo ante el tan anunciado advenimiento del ebook como única forma de publicación. “No va a pasar nada, no creo que pase nada. Lo único que está abriendo es otro canal para leer estas narraciones, es eso, otro canal en el que se va a mostrar las historias, las narraciones escritas.
   “Para mí no hay problema. En México desde luego tenemos un gran camino que recorrer, en Estados Unidos se ha establecido más. Acabo de leer un artículo en el que decía que inclusive este año bajaron las ventas del libro digital. Estamos hablando de este fetichismo de la gente de todavía tener el papel, es la verdad, porque a fin de cuentas lo más importante de un libro no es el objeto, no son las hojas, son las palabras que están ahí adentro. No importa si son digitales o si son impresos, es la historia lo que cuenta, el contenido.

—La entrega del premio será en la capital michoacana, ¿conoce Morelia?
Sí. Soy arquitecto y cuando estuve en la universidad estuve casi un mes haciendo una investigación sobre la arquitectura virreinal de Morelia. Conozco bastante bien las iglesias.

Francisco Gerardo Haghenbeck señaló que su formación como arquitecto lo convirtió en un acucioso investigador además de ayudarlo a estructurar sus novelas de manera tridimensional. “Estructuras una narración como si fuera un edificio, de manera tridimensional, me ha ayudado muchísimo… todos pensamos de manera estructural y en tres dimensiones”, dijo
HABRÁ QUE ESPERAR
Francisco Gerardo Haghenbeck señaló que ya está en pláticas para la publicación de Deidades menores, pero saldrá hasta 2016 




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