Reseña de la novela Amor, cuídame de ti

Tríos oníricos

Al cerrar los ojos todo puede pasar. También al abrir un libro. Pasar de una página a otra puede suponer viajar de una ciudad a otra e incluso de un país a otro, con la facilidad inaudita e inesperada que otorga el pasaporte universal de la palabra.
   Leer es en cierto modo soñar con los ojos abiertos. Es un acto personal e íntimo al que en el mejor de los casos no nos acompaña nadie. Aparece ahí frente a nosotros únicamente quien queremos que lo haga: el protagonista, que es alguien que no existe en la realidad, alguien cuya vida depende de que nuestros ojos se deslicen sobre los renglones que, a manera de sortilegio, invocan sus temores, anhelos, amores, desvelos y todo eso que es parte de ser.
   Resulta, por todo lo anterior, una gran suerte encontrar una novela que hable sobre los sueños, sobre esa necesidad de dormir para encontrarnos en ese espacio ideal en el que todo es posible, en el que, aunque se tengan pesadillas, lo que sucede es perfecto y somos capaces de eludir o vencer al más temible de los verdugos, algo de lo que en la terrible realidad no nos creemos capaces.
   Lo malo de soñar es que no se puede hacer todo el tiempo y así como al despertar se esfuman lo mismo villanos que princesas —según se trate de pesadillas o dulces sueños— también luego de pasar todas las páginas de un libro se desvanecen esos acontecimientos que fueron solo nuestros mientras duró la tinta sobre el papel.
   Amor, cuídame de ti, historia con la que Dante Medina se hizo acreedor al Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 2014, es ejemplo de la fugacidad tanto de la literatura como del sueño. En sus folios, realidad e ilusión se mezclan de manera magistral y hacen que el lector no sepa si duerme, está en vigilia, tiene una pesadilla o se enfrenta a la realidad pura y llana.

Abre los ojos
Amor, cuídame de ti atrapa desde la primera línea: “Mi esposa me acaba de dejar. Porque sueño mucho”.  Podría sonar a la excusa de una esposa que quiere librarse de un marido al que ya no soporta, pero, visto bien, ¿qué puede resultar más angustiante para una mujer celosa que la imposibilidad de saber a ciencia cierta qué sueña el cónyuge? O más específicamente, con quién.
   A quien nos cuenta la historia sí lo dejaron por soñar demasiado, lo abandonaron —tal vez no de manera definitiva— porque él al poner la cabeza en la almohada hace que las dudas se alcen como titanes en la de su mujer y ahí empieza el caos de todas las noches.
   No sabemos cómo se llaman los protagonistas de la novela de Dante Medina, lo que la hace universal ante la posibilidad que brinda al lector de ponerle su propio nombre, el de su esposa e identificarse aún más con lo que le cuentan. “Así como el de este libro, mi matrimonio es el averno”.
   Las páginas de Amor, cuídame de ti dan cuenta de un triángulo amoroso que necesita la almohada para suceder. Un hombre duerme con la esperanza de soñar a su mujer ideal, mientras comparte la cama con la que se tuvo que casar. ¿Y a cuento de qué fue el matrimonio?, ¿interés, soledad, dejadez? No lo sabemos, lo que sí está claro es que la unión funciona de una manera muy peculiar y, diría cualquier terapeuta, poco sana.
   Él sueña y ella sufre; ella lo despierta y él sufre; él está esperando las noches y ella, con cualquier pretexto, no lo deja dormir. La rutina de una pareja, que al parecer ‘nació vieja’, va mucho más allá de hacerse la vida imposible, trastoca también terrenos tan íntimos que solo se accede a ellos con los ojos cerrados.
   ¿Qué se puede esperar de una relación así? La venganza. Así como ella lo despierta en los momentos más inoportunos y hasta se le presenta en las ciudades remotas, lejanas y perfectas que ha creado con la ayuda de su subconsciente para encontrarse con la mujer de sus sueños, él tiene sus propias vendettas. Satisfacciones pequeñas pero realmente dulces que le ayudan a amargarle la vida a esa con la que comparte la casa y la cama.
   ¿El matrimonio está siempre lleno de amor?, ¿o son otros los componentes de su relleno?, ¿sería mejor pedir el divorcio?, o, como dicta la sociedad y la religión, ¿hay que aguantarse y ofrecer el sacrificio a la divinidad que nos lo impone? No, no responda ahora, hágalo después de leer Amor, cuídame de ti.

¡Despierta!
Así como en una misma noche puede soñar con que le dan el mejor beso de su vida y con que se cae a un precipicio para luego despertar sobresaltado, de esa misma manera la novela de Dante Medina, Amor, cuídame de ti, lleva al lector de la risa, a la desazón y hasta el miedo conforme se avanza en su lectura.
   La historia que le valió el Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos es un compendio breve e ingenioso de las tan recurrentemente fallidas relaciones humanas en su acepción de matrimonio o de amor de pareja, en su defecto.
   En su novela, contada en 25 pequeños capítulos, atestiguamos celos desmedidos, respuestas —también desmedidas— en consecuencia y una amplia gama de claroscuros y situaciones que van del absurdo a lo hilarante (tal y como puede ser un sueño). Sus páginas son también una clara muestra de que, cuando de amores se trata, nunca hay nada tan malo que no pueda empeorar.
   El libro, narrado ingeniosamente en primera persona, es un monólogo esclarecedor sobre las veleidades del amor y de los sueños, sobre cómo muchas veces nos conformamos con lo que, o con quien tenemos a la mano y nos pasamos el resto de la vida martirizándonos y martirizando en una viciosa dependencia.
   El hombre y la mujer que protagonizan la novela se necesitan y se odian con la misma intensidad;  se celan y se quieren —que no es lo mismo que amarse—; se cuidan pero también desearían matarse el uno al otro y, tiernamente, ir a desaparecer el cadáver en el lugar menos indicado.
   Dante Medina hace una sátira refinada e inteligente de las relaciones de pareja y se burla también de esas ‘herramientas modernas’,  que ayudan a tímidos, inadaptados o poco agraciados —quizás todo a la vez— a encontrarla: las páginas de contacto. Esos nirvanas cibernéticos para los desafortunados en el amor, esos espacios en los que la felicidad, así lo mencionan, está a un clic de distancia. Páginas de Internet que se convierten en una especie de catálogo de posibles amores —y a la vez en pasarela de inseguridades— que permiten pasar las páginas, descartar o considerar opciones, según corresponda, y soñar, sin necesidad de cerrar los ojos, con que realmente el amor está detrás de uno de esos perfiles.
   Dicen que el deseo desmedido de dormir es síntoma de depresión, pero, ¿qué pasa cuando únicamente al cerrar los ojos podemos ser nosotros mismos y estar con quien de verdad deseamos?, ¿es evasión o llegada a la tierra prometida?



Comentarios

Entradas más populares de este blog

Comentario sobre En busca de WondLa

El bigote y la identidad nacional

Ana Pellicer, vestida de cobre