150 años de Alicia en el País de las Maravillas
¿Quién es Alicia?
“¡Dios mío! ¡Qué cosas tan extrañas pasan hoy! Y ayer
todo pasaba como de costumbre. Me pregunto si habré cambiado durante la noche”,
se dice Alicia a su llegada al País de las Maravillas. “Veamos: ¿era yo la
misma al levantarme esta mañana? Me parece que puedo recordar que me sentía un
poco distinta. Pero, si no soy la misma, la siguiente pregunta es ¿Quién
demonios soy? ¡Ah, ese es el gran enigma!”.
Hace 150 años que ese enigma está vigente. De acuerdo con
Lewis Carroll. A biography, un libro escrito por Morton N. Cohen, hoy se cumple
siglo y medio de la historia que tiene por protagonista a una niña que no sabe
quién es ni dónde está. Una pequeña que, sin embargo, no pierde su capacidad
analítica y siempre busca darle una explicación a las cosas extravagantes y
extrañas —como encogerse y agrandarse—, o atemorizantes —como una reina que
todo lo soluciona cortando la cabeza— que le pasan.
Charles Lutwidge Dodgson era el nombre de pila del autor
de esta historia. Lewis Carroll fue el seudónimo que utilizó para publicar la
obra que consideró como no seria, es decir, la literatura, mientras que sí
firmó los trabajos matemáticos de su autoría.
Carroll (llamémosle así para no caer en confusiones) fue
un lógico y matemático, por lo que no es de extrañar que su pensamiento
analítico haya permeado en Alicia, su heroína.
Daniel Pellicer, doctor en Matemáticas por la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) e investigador del Centro de Ciencias
Matemáticas del Campus Morelia de dicha universidad, señaló para PROVINCIA que
esta característica permite hacer una lectura matemática —entre las muchas que se
han hecho— de Alicia en el País de las Maravillas, sin embargo, la presencia de
este elemento no es evidente.
“La presencia de las matemáticas está velada y hay que
pensar que este es un libro que se hizo para una niña de 10 años o para niños
de esa edad, y que la idea no es convencerlos de estudiar matemáticas o de que
no sean feas sino es hacer una historia”.
Pellicer recordó que la génesis de la historia fue
durante un paseo en bote por el Támesis en 1862. Carroll improvisó la trama
para entretener a las hermanas Lidell: Lorina, de 13 años, Alice, de 10, y
Edith, de 8 años de edad. Fue hasta años después que la publicó.
“La parte de las matemáticas”, indicó Pellicer, “es un
reflejo del autor que busca despertar en los lectores esa intuición científica
que tenemos los científicos, el preguntarse las cosas. ¿Qué pasaría cuando uno
se encoje?, ¿de veras sería como él dice?, ¿o cuando uno se agranda?, en estos
eventos maravillosos, ¿qué propiedades habrá?, ¿qué cosas nuevas me voy a
encontrar? En eso están las matemáticas. También en la lógica, pasan muchas
cosas ilógicas. (El libro) Es una invitación a pensar, a tratar de darle
sentido a todo lo que pasa ahí”.
Absurda
“Contrario y opuesto a la razón; que no tiene sentido”,
es la definición que ofrece el diccionario online de la Real Academia Española
(RAE) y un calificativo varias veces dado a Alicia en el País de las Maravillas.
“El absurdo es un término que en matemáticas y en
filosofía en general se le da a algo. A un hecho, a una frase que no puede ser
verdadera bajo ningún caso”.
Pellicer recordó que Carroll se desarrolló dentro de la
lógica matemática, por lo que no es de extrañar que intentara expresar todo
esto que por su carrera tenía a la mano, en su obra literaria. Sin embargo,
para el investigador esta cualidad no debería ser un pretexto para alejarse del
libro.
“Quien no quiera ponerse a pensar qué está detrás de
esto, a situarse en esa realidad y ver cómo cree que podrían ser las cosas
alrededor, de todos modos es una historia bonita, pueden saltárselo. Por
ejemplo, cuando Alicia cae en el hoyo toma un tarro, ve que está vacío entonces
decide mejor ya no seguir cayendo con el tarro sino dejarlo en un estante en
vez de soltarlo porque podría matar a alguien. Quien no se quiera poner a
pensar en eso realmente no importa, puede seguir con la historia y olvidarse de
que en ese detalle hubo algo misterioso ¿qué pasaba si soltaba el tarro?, ¿qué
tan fácil sería dejarla en un estante si iba cayendo?
“No siento que sea necesario leerlo con esa idea
matemática, con esas ganas de ser un inquisidor, de preguntarse cómo pasó todo
lo que pasó. Se puede leer como una historia en la que hay una protagonista con
varios actores simpáticos”.
Poco leída
De Alicia como personaje hay decenas de representaciones
gráficas, desde las más clásicas hasta las más propositivas, pero todas
influidas por la versión cinematográfica de Disney de 1951: vestido azul,
mandil blanco, cabello rubio y ojos azules. Pero, ¿realmente era eso lo que
tenía Carroll en mente?
Una de las teorías más aceptadas es que la protagonista
del libro está inspirada en Alice Lidell, una pequeña de cabello lacio, castaño
y de ojos oscuros que tenía 10 años de edad, algo significativo dado que
durante su vida, el autor tuvo amistad con niñas, siempre menores de 12 años,
con quienes además de pasear y reunirse con frecuencia, tenía una relación
epistolar. Hecho que ha planteado la posibilidad de que Carroll tuviera
inclinaciones hacia la pederastia.
Lo anterior, también señalado por Morton N. Cohen en su
libro, fue retomado por el físico y divulgador científico Juan Nepote (JN) en
entrevista para PROVINCIA y señaló que ese aspecto quizás ha influido en la
poca lectura del tomo.
“Lo de la pederastia es un asunto delicado y no está
totalmente bien resulto. No queda muy claro la relación que tenía Carroll con
las amigas que tuvo toda la vida. Es extraña porque es un señor adulto que está
muy cerca de niñas menores de 12 años de edad, pero todas estas niñas crecieron
y ni una sola tuvo un mal recuerdo de Carroll. Todas recordaron que jugaban,
que se la pasaban muy bien, entonces es una situación rara”.
Morton señala en su libro: “No podemos saber las
urgencias sexuales que había detrás de la preferencia de Charles (Lutwidge
Dodgson) por dibujar y fotografía a niñas desnudas. Él se contentaba con decir
que esta preferencia era puramente estética. Pero dado su apego emocional a las
niñas, sumado al aprecio estético de sus formas, su aseveración de que su
interés era estrictamente artístico resulta ingenuo. Probablemente él sentía
más de lo que se atrevía a admitir, incluso para sí mismo”.
“Me imagino que para no hablar de esos temas y para que
se vuelva una historia más rosa”, añadió Nepote, “se edita, se quita, y
simplemente se presenta como una versión edulcorada, no la compleja que hizo
Carroll. Carroll propone una obra rebelde, crítica, que debate sus tiempos, los
niños que la leen son niños que atacan el establishment de la época. Es una obra
contestataria, ruda de algún modo”.
—La historia es conocida prácticamente por todos, hay
poca gente que no está familiarizada con las referencias al té, el gato o la
reina de corazones, pero no son tantos los que sí han leído el libro, ¿qué cree
que ha influido para que esto ocurra?
Yo creo que la respuesta es muy contundente y es: Disney.
La versión cinematográfica. No solo ocurre con Alicia, también con los cuentos
clásicos de los hermanos Grimm que luego han pasado por el tamiz de Disney.
Hay mucha gente que ha estudiado esto, las pautas y los
clichés de la industria del cine para llegarle a más público. Se populariza, se
conoce la película, pero realmente la obra no es exactamente la película, no
vamos a la obra original. La película es una versión, el mismo Disney lo
reconoce. No es que sean los malos, simplemente es su negocio.
Malamente se escucha mucho sobre Alicia, todo mundo dice:
‘Ah, es que es como Alicia’, o pasa algo extraño y tiene que ver con Alicia
pero no nos acercamos al libro.
Versiones y lecturas
Así como se han hecho infinidad de análisis e
interpretaciones sobre Alicia en el País de las Maravillas y sobre la vida de
su autor, en esa misma magnitud debería haber ideas y representaciones gráficas
personales sobre la protagonista del libro.
Contentarse con la imagen que Disney ha implantado en la
mayoría, es ir en contra del espíritu mismo del libro que busca incentivar la
curiosidad y la imaginación, pero sobre todo cuestionarse hasta a sí mismo,
como cuando Alicia le dice a la oruga: “Apenás sé, señora, lo que soy en este
momento… si sé quien era al levantarme esta mañana, pero creo que he cambiado
varias veces desde entonces”.
—A 150 años de su publicación, ¿qué diría que falta por
verse sobre Alicia?
(JN) Creo que se han hecho muchas lecturas, hasta un
abuso. Desde el psicoanálisis se ha hecho, desde lo histórico, desde muchos
campos… creo que es simplemente leerla. Hace falta leerla directamente, pasar
el libro, tal como existe, a la mayor cantidad de ojos posibles. Simplemente
que la obra original circule.
Si vas a una librería no la encuentras, te vas a
encontrar versiones, es poco probable que encuentres la versión original y la
mejor forma de celebrar los 150 años es leerlo, leer el libro e imaginar.
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