Entrevista con Patricio Plaza

Dibuja la emoción

Patricio Plaza es alto. Patricio Plaza es argentino. Patricio Plaza es ilustrador, historietista y animador. Patricio Plaza es coautor del cortometraje El empleo que tiene en su haber más de 100 premios internacionales. Patricio Plaza estará lo que resta de esta semana en Morelia. Patricio Plaza platicó con PROVINCIA acerca de su labor.
   Abordado después de ofrecer la charla titulada Cómic en Movimiento en las instalaciones de la Universidad de Morelia (Udem), el joven creador —que fue seleccionado a finales de 2014 para recibir apoyo del Programa de Residencias Artísticas de Iberoamérica y Haití en México, que coordina el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) por su cortometraje Tierra adentro— dijo sentirse bien acogido en su primera visita a Morelia y señaló que en su trabajo, más que el mundo infantil, se ve reflejado el lado complejo y oscuro del ser humano, algo que, señaló, tiene que ver con el deseo de trabajar sobre temas y problemáticas que le resulten interesantes aunque contravengan la demanda del mercado internacional.
   Parte de ese trabajo de interés social realizado por el artista argentino tocó un tema fundamental para la historia moderna de su país: el movimiento de las Madres de Plaza de Mayo es una asociación formada durante la dictadura de Jorge Rafael Videla con el fin de recuperar con vida a sus hijos desaparecidos.
   Patricio Plaza —nacido en Argentina en 1983, país en el que reside— trabaja desde hace varios años como creador freelance (independiente), algo que no es fácil. “Lo que tiene es que es algo muy aleatorio en cierto punto”, señaló, “pero dependiendo en qué rama uno trabaje, si es ilustrador, si es dibujante, si es animador, si es diseñador…
   “No es sencillo, pero a la vez creo que el valor del freelance es el grado de independencia con el que uno trabaja. Digamos que uno puede disponer de sus tiempos y de sus espacios, pero a su vez eso implica que uno tiene que ser más estricto de alguna manera y más disciplinado en la forma de trabajar y de sistematizar su trabajo porque si no puede pasar que uno esté o todo el día trabajando o tratando de acomodar sus horarios. Como depende todo de uno es el doble de disciplina, me parece”.

—También la cuestión del recurso económico resulta un poco más complicada, ¿cierto?
Sí, tener una continuidad como para tener un ingreso regular también depende de en qué rama trabaje uno específicamente, no es lo mismo trabajar en proyectos comerciales, en publicidad, en televisión y demás, que desarrollar sus propios proyectos a través de distintas instituciones, organismos públicos o canales de televisión incluso.
   Cuando uno está desarrollando un proyecto propio no es lo mismo que cuando está trabajando para otro. A mí me interesa más esta segunda área porque trabajé mucho tiempo haciendo freelance para otros y ahora estoy un poco tratando de hacer mis propios proyectos desde hace unos años.

Uno de esos proyectos actuales es el cortometraje Tierra adentro, en el que, según declaraciones de Patricio Plaza para el Conaculta, busca retratar la manera en que se da el saqueo cultural y espiritual, así como la degeneración del conocimiento indígena en comercio, todo esto a partir de una investigación que realizó sobre la figura de María Sabina y una experiencia que vivió en Huautla, Oaxaca, lugar que visitará la siguiente semana, antes de retornar, a fin de este mes, a Buenos Aires.

Diverso y rico
Patricio Plaza ha trabajado ya para Disney Television y Cartoon Network Latin America, hecho que le ha permitido conocer de primera mano lo que el mercado internacional busca y, en algunos casos, exige, pero, pese a que la globalización permite a un joven argentino trabajar para empresas internacionales y, además, usar las mismas herramientas —el software— que sus colegas en Estados Unidos o en Europa, no cree que este rasgo estandarice el resultado del trabajo ilustrativo y de animación a nivel mundial en cuanto al estilo.
   “Creo que lo que estandariza un poco es el mercado, es el que define más cuáles son las estéticas, las modas, no tanto la tecnología en sí misma. La tecnología lo que hace es facilitar el acceso a la capacidad de producir algo, pero en todo caso me parece que lo más desafiante es la capacidad de generar estéticas propias o de crear estéticas diferentes a las que de alguna manera impone la moda del mercado, que casi siempre está definido por Estados Unidos y Europa.
   “Quizás el desafío de Latinoamérica es tratar de encontrar estéticas propias en base a nuestras identidades, obviamente tomando todo lo que ya se ha hecho, tampoco querer inventar la pólvora porque ya está, o sea, las influencias van a estar siempre, pero sí tratar, tanto desde lo estético como desde lo narrativo, de contar historias que tengan que ver más con nosotros que con lo que se suele ver también para salir un poco de la hegemonía cultural que hay”.

—¿Cree que se puede hablar de un estilo de la ilustración y animación en Latinoamérica?
No creo que haya una estética única latinoamericana porque Latinoamérica también es una gran mezcla de culturas, es muy diversa, pero sí quizás hay dentro de cada cultura estéticas muy fuertes. México tiene una estética muy fuerte, Argentina también tiene un sello de identidad bastante fuerte, Brasil también. Cada país y cada cultura tiene su impronta propia.

—¿Como definiría su estilo personal marcado por esta impronta argentina?
Creo que es una gran mezcla,  tanto desde la influencia clásica de Disney como de autores mucho más personales que tienen una obra mucho más marcada por una estética personal. En Argentina lo que sí tenemos son grandes autores de historieta que también contribuyen a que haya una escuela muy grande, muy rica, de artistas visuales, ilustradores, historietistas y animadores, pero creo que uno es el resultado de todas sus influencias y de elegir qué quiere hacer con eso, y de alguna manera se va desarrollando un gusto propio.
   En Argentina hay grandes ilustradores que me han influenciado mucho como Óscar Grillo y Carlos Nine, básicamente ellos dos son de los más impactantes a nivel artístico y no tanto en animación quizás, porque no hay tantos autores de animación.

Un buen empleo
Realizado en 2008, El empleo es uno de los trabajos más conocidos de Patricio Plaza. Para el proyecto fílmico de seis minutos con 20 segundos de duración, el joven artista aportó la idea y realizó el diseño de personajes, entre otras cosas.
   El filme, que retrata el viaje usual rumbo al trabajo de un hombre anónimo que vive en un mundo en el que utilizar a las personas como objetos es cosa de todos los días, obtuvo un centenar de premios tanto en festivales de cine como en concursos. En España obtuvo seis distinciones, en Argentina 26, en Italia dos y naciones que pueden resultar tan ajenas para Latinoamérica, como Albania y Estonia, también reconocieron la valía de El empleo.  
   El citado proyecto, realizado por Patricio Plaza en coautoría con Santiago ‘Bou’ Grasso, su socio, tiene una gran carga de crítica social en una atmósfera que resulta atractiva a la mirada pero a la vez triste, elementos que reconoció su realizador.
   “Hay un cierto grado de oscuridad también, si se quiere”, abundó Plaza, “porque, bueno, en realidad es poner en juego cuestiones que a uno le interesan. A través de la animación, ilustración e historieta se pueden contar problemáticas más complejas también, no solo cuestiones que tengan que ver con el mundo infantil sino más por una inquietud personal de tocar temáticas sociales, políticas o que tienen que ver con cosas que a mí me interesan, tanto a mí como a Santiago ‘Bou’ que es mi socio. Siempre tratamos de usar la animación como una herramienta para hablar de ciertas cuestiones que nos interesan a nosotros hablar puntualmente, generalmente son aspectos complejos y a veces oscuros del ser humano”.

—Hay una cantidad enorme de memes en la red, tenemos el contexto de lo que representan y nos reímos, ¿estos nuevos productos visuales que se hacen virales en tiempo récord, son competencia para un ilustrador profesional?
Sí, yo creo que sí. Tengo una opinión un poco crítica del meme,  creo que la sociedad, esto que se llama modernidad líquida —que le han llamado así— apunta un poco a la banalización y a que cada vez haya menos proceso reflexivo a la hora de consumir arte, digamos, como hay un acceso inmediato a las imágenes y a los sonidos cada vez es más rápida la lectura y cada vez involucra un proceso intelectual menos complejo. Como que todo es la reacción inmediata y nada más, me parece que en cierta forma eso apunta, esa pérdida de complejidad, a que haya menos desarrollo de un pensamiento crítico, de una conciencia.
   El golpe de efecto sería el meme, está bien, funciona, te puede hacer reír en el momento, pero no es algo que te deje un plus como te puede dejar leer una historieta, tomarte el tiempo de leerla, de ver un cortometraje. Digamos que el proceso intelectual y emotivo que involucra algo más complejo me parece que es un desafío en una sociedad en la que todo es ‘ya’, en la que los tiempos de lectura son mínimos y que no hay capacidad de atención, eso lo veo más en las generaciones que vienen después de uno, en las que todo es inmediato y quizás muchas veces eso dificulta la comprensión. 


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