Entrevista a Rafael Villegas sobre Festín de Muertos
Festín diverso
El zombie tiene décadas caminando, arrastrándose,
gruñendo y comiendo cerebros, pero no había hecho todo eso, su acto fuerte, en
la literatura mexicana. El cine, sobre todo el estadounidense, tiene gran
cantidad de títulos, unos con mejor factura que otros, sobre este monstruo que
resulta muy característico de ese país, pero no tanto del nuestro.
Series como The walking dead, le han dado un ‘nuevo aire’
al zombie y lo han llevado a ser popular en todo el mundo, algo que llevó a los
escritores y compiladores, Raquel Castro y Rafael Villegas, a cuestionarse
sobre este fenómeno y a la pertinencia de tomarle el pulso al zombie mexicano.
De esa reflexión surgió Festín de muertos, antología publicada por Oceano que
reúne 18 cuentos en los que, sin embargo, no hay un apocalipsis como
acompañante indiscutible del monstruo.
“Es un hecho que agarrar un monstruo de moda, a veces muy
maltratado, le ponía un grado de dificultad a hacer una antología”, dijo
Villegas en entrevista para PROVINCIA, “sobre todo para dejar atrás el motivo
de la moda y poder armar una buena antología.
“Lo que nosotros le propusimos a los autores fue que
utilizaran al zombie como una herramienta y que lo atrajeran hacia su propio
universo narrativo, es decir, que no pensaran en el zombie —que creo que eso es
o que hace que se le maltrate tanto— como una fórmula o como un subgénero, sino
que lo que pensaran simplemente como una herramienta y escribieran un buen
cuento a partir de eso”.
El resultado es un compilación muy variada en la que,
como dijo Villegas, cada uno de los 18 escritores incluidos ‘jaló por su lado’.
“Hay una diversidad bastante grande entre los 18 cuentos,
hay cuentos que sí son de horror, otros que se acercan al humor, otros que son
más de corte juvenil, y vamos, la idea era que los autores escribieran desde su
propio universo narrativo y eso terminó expresando sus propias condiciones como
escritores, hay escritores de siete ciudades del país, hay hombres y mujeres de
varias generaciones, hay escritores más consagrados que otros, etcétera”.
—¿Cómo surgió la idea de hacer la antología?
Raquel Castro y yo nos conocimos a finales de 2010,
precisamente en una charla sobre zombies en la literatura, el cine y el cómic
que se hizo en Guadalajara y ya desde ahí, entre el público, alguien nos
preguntó si conocíamos autores mexicanos o si conocíamos publicaciones
mexicanas sobre zombies, comentamos dos o tres cosas, pero al final, en
diversas ocasiones, Raquel y yo llegamos a la conclusión de que ahí había un vacío
y que quizás valía la pena armar un proyecto y hacer un ejercicio de adaptación
de un monstruo de una tradición, digamos, ajena y traerlo a México. Aunque el zombie
de tipo haitiano que involucra el vudú y todo esto siempre ha estado presente
en el cine mexicano clásico, es otra cosa, el zombie moderno es que el que
queríamos traer a México y faltaba que se hiciera ese esfuerzo.
—Personalmente, ¿qué le representa el zombie?
Son muchas cosas. Es claro que es un monstruo muy
distinto a los monstruos clásicos, al vampiro por ejemplo, el zombie es un
monstruo caracterizado por su falta de conciencia y de voluntad, entonces en
ese sentido se presta muchísimo a convertirse en un espejo sobre los miedos,
las obsesiones, nuestros defectos, como humanos, es decir, el vacío de
conciencia del zombie se presta para reflejar lo peor y lo mejor de los
humanos.
A mí el zombie tal cual me parece interesante en cuanto a
reflejo de los vivos, en sí mismo no es muy interesante que digamos: un muerto
que camina y ya, pero en cuanto a lo que puede representar y lo que puede
generar en los vivos es lo que me interesa.
—Esta parte reflexiva del zombie, ¿se ha explorado en la
literatura?
Nosotros estamos apostándole a que, aunque ha habido esfuerzos
que quizás no han alcanzado mucho público, esta es la primera vez que, al menos
en un volumen, se trata al zombie de manera tan diversa. En ese sentido creemos
que se trata de un ejercicio de apropiación de una tradición ajena y la originalidad de esta antología consiste
en saber cómo apropiarnos y cómo negociar y renegociar un monstruo ajeno y la
influencia de Estados Unidos, porque es un monstruo típicamente estadounidense.
Al final de la antología, una vez que tuvimos los cuentos
frente a nosotros, nos dimos cuenta de que la mayoría al menos, se enfocaba en
temas como crisis o la frontera. La frontera que puede ser tanto la geográfica
con Estados Unidos como la imaginaria entre los géneros, entre las formas de
literatura, las formas de imaginar, las formas que negociamos la influencia de
Estados Unidos y la forma también en que la resistimos y nos apropiamos de
ella; o la crisis de la memoria, de nuestro pasado, la crisis de las grandes
formas en que hemos organizado la sociedad, la misma forma de la familia
heteropatriarcal… salieron un montón de temas bien interesantes que están
envueltos en ficciones entretenidas, divertidas pero que finalmente sí tienen
de fondo esos temas. Es cuestión que los lectores encuentren en cada uno de los
cuentos lo que nosotros también vimos o algo más.
Una relación
En México se habla mucho de la relación cercana y festiva
con la muerte. Las caricaturas de José Guadalupe Posada muestran a esqueletos
tomando pulque o bailando un fandango, y frases populares dictan que “la muerte
me pela los dientes”. Pero, ¿es real esa ‘camaradería’ entre los vivos y los
muertos?
“Este asunto de familiaridad con la muerte y todo eso es
un hecho, es parte de nuestra cultura, e incluso nos parecía extraño que no
hubiera más tratamientos del zombie, nos parecía que es un monstruo que puede
encajar perfectamente con México y sobre todo en este momento que vivimos en
una sociedad que padece la violencia constante y no la violencia, digamos,
convencional, sino la violencia gore, terrible. Eso, me parece, va permeando
nuestra imaginación y nuestros miedos, de alguna forma este libro puede llegar
a hablar de estos miedos que tenemos ahora y que los tenemos tan cercanos”.
Villegas añadió: “A pesar de la familiaridad que tenemos
con las representaciones sobre la muerte, de que nos reímos de ella y todo eso,
me parece que al final sí somos una cultura que padece bastante la muerte, la
sufre mucho, la llora mucho, le interesa mucho y la hace melodrama a veces y lo
podemos ver en las telenovelas. Supongo que como todas las culturas, pero a
nuestro modo, tenemos una relación bastante compleja con la muerte, quizás en
la antología se pueda ver cómo estamos imaginando la muerte en la actualidad,
al menos cómo lo hacen estos 18 autores”.
En la antología se incluye un cuento titulado Día de
muertos, de José Luis Zárate, en el que se replantea esa efeméride al ser en
realidad una jornada para atender a los no muertos.
En el texto de Zárate los panteones no son lugares en los
que están enterrados los difuntos, si no lugares llenos de especies de celdas
en los que están encerrados los seres queridos convertidos en zombies,
confinados ahí para que no muerdan a nadie. Todo esto en una atmósfera
inquietante en la que el camposanto en lugar de llenarse de flores se llena con
los ruidos de los herreros que ofrecen sus servicios para reforzar las puertas
y rejas de las cámaras mortuorias.
“José Luis quizás fue con su cuento, el que más se acercó
a un tratamiento de lo mexicano sin ser folclórico, le dio la vuelta a una
tradición, esa era la idea”, dijo Villegas, “pensamos que más personas iban a
tratar terminando este asunto del Día de Muertos, pero fue solo él. Le dio la
vuelta y precisamente ese es el tipo de ejercicio que buscábamos”.
Para cada época
Villegas, antologador de Festín de muertos, señaló que
cuando se plantearon hacer el tomo les pareció un ejercicio válido y vital pero
sin embargo, así como el tiempo deteriora a los zombies que caminan y caminan
sin rumbo, no sabe qué de todo lo vertido en las páginas del tomo, quedará con
el correr de los años.
“No se sabe qué de eso va a quedar, no se sabe si el
mismo monstruo va a permanecer o no, pero así sucede con todos los monstruos.
Si nos fijamos, todos tienen subidas y bajadas de interés en la sociedad, luego
hay recuperaciones, se aborda de nuevo, el vampiro es un ejemplo de eso, sube
su interés, baja su interés.
“Supongo que así pasa con el zombie, que tampoco es un
monstruo nuevo, ya lleva su rato, ha evolucionado, por lo menos desde
principios del siglo XX y del año 2000 para acá se puede decir que estamos en
la era dorada del zombie porque hay un montón de representaciones en todo el
mundo, sí genera interés, pero lo más probable es que este interés baje en
algún momento y ahí creo que viene la prueba del zombie, la verdadera prueba,
si es que se va a lograr recuperar en unas generaciones más adelante y quizás
sí lo haga, porque el zombie es un monstruo bastante maleable, se le puede
utilizar, insisto, en este asunto de la herramienta, lo puedes utilizar para
imaginar cualquier cosa, cada época puede utilizar al monstruo de una manera
distinta, ya lo usó George Romero en 1968 para hablar de los derechos de los
afroamericanos, porque ese tema está en esa película, justo en el año en que
matan a Martin Luther King, cada época, cada momento, cada sociedad, puede
utilizar al monstruo, al zombie, de la manera en que lo necesite”.
—Esta cresta del gusto por lo zombie, ¿cree que le queda
un buen rato o ya va de bajada?
Hace cinco años cuando Raquel y yo nos conocimos y
platicamos por primera vez de este asunto decíamos que a lo mejor iba de
bajada, ya pasaron cinco años y parece que ha subido, sobre todo con esta serie
de The walking dead que lo volvió muy popular. Supongo que mientras esté la
serie va a permanecer y cuando termine se verá cuánto aguanta.
Foto: Twitter.com
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