Comentario sobre el libro Quantic love

La fórmula del amor

¿Usted cree que eso del amor a primera vista se puede dar en cualquier lugar? ¿O será que en ‘el flechazo’ influyen las circunstancias y el entorno?
   Para Sonia Fernández-Vidal no hay duda de que cualquier sitio del universo es propicio para el romance. Así lo deja ver en su novela Quantic love, una historia ligera, divertida y llena de descubrimientos.
   “El amor es igual que la ciencia, es cuestión de ensayo y error”, dice Laila, la protagonista de una trama dirigida y fácilmente digerible por el público juvenil femenino.

El proyecto
Laila es una joven a punto de iniciar la universidad, quien para aligerar la carga económica a sus padres decide ir a trabajar como mesera a Suiza.
   Su destino es uno de los restaurantes de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en francés). Ahí pasará el verano atendiendo las mesas de algunas de las mentes más brillantes del mundo.
   El CERN es el mayor laboratorio de investigación en física de partículas a nivel mundial y es justamente ahí donde Laila tendrá un gran aprendizaje, no solo en lo que a ciencia respecta sino también en cuanto a las relaciones personales y más específicamente, el amor.
   Entre capuchinos mal preparados y dudas sobre la decisión de haber ido a ese lugar lleno de ‘cerebritos’, la joven, originaria de Sevilla, España, descubrirá que los genios que la rodean son, en su gran mayoría, grandes ignorantes cuando de emociones se trata.
   Un reportero suizo que habla italiano, una joven y alocada científica llamada Angie y un investigador estadounidense de nombre Brian, serán para Laila la compañía perfecta en un verano que, como ella misma dice al inicio de su historia, la cambió por completo.

El resultado
Quantic love de Fernández-Vidal es una lectura que resulta entrañable, entretenida y en cierto modo hasta didáctica pero sin caer en lo aburrido.
   Al estar narrado en primera persona por una jovencita de entre 17 y 18 años de edad, el libro se antoja dirigido a las lectoras con características similares a la protagonista, ya que de manera más fácil se podrán identificar con las emociones y sentimientos que les narra.
   Sin embargo no es una trama que excluya a ningún lector, es bien sabido que cuando de amores se trata prácticamente nadie —sin importar la edad o el género— tiene claro cómo comportarse o la mejor manera de vivirlos.
   Por supuesto, las chicas se verán mucho más reflejadas en Laila, pero de los avatares románticos que vive en su historia, cualquiera puede aprender.
   Algo que resulta interesante es que se puede conocer desde adentro y a la vez con una perspectiva diferente al CERN. Ese espacio, galardonado el año pasado con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica pudiera parecer lejano y totalmente ajeno a nuestra vida cotidiana, pero esa idea cambia luego de leer Quantic love.
   Ese sitio en el que los laboratorios subterráneos y la búsqueda de la llamada Partícula de Dios son ‘el pan de cada día’, se convierte en el escenario para amores arrebatados y tal vez imposibles, para fiestas alocadas pero también para tranquilos picnics en los que el personaje principal aprenderá sobre ciencia pero más sobre la vida.
   Escrita casi a manera de diario y como si en una libreta Moleskine se registraran las vivencias, Quantic love presenta en 235 páginas una trama llena de emociones pero también de anécdotas divertidas sobre grandes investigadores de toda la historia y acerca de la vida cotidiana en el CERN.
   Ese toque que podría llamarse didáctico, lejos de ser aburrido resulta interesante, ya que permite ver que esa idea generalizada de que los científicos son total y completamente aburridos es errónea.
   Quantic love es no solo un viaje que lleva a sus lectores al CERN, sino también a descubrir que sin importar la profesión el amor siempre es lo más motivante en la vida.

Sobre la escritora
Sonia Fernández-Vidal nació en Barcelona, España, en 1978 y se doctoró en Física en el campo de la Información y Óptica Cuántica por la Universidad Autónoma de Barcelona.
   Su formación la he llevado a trabajar en el CERN y en el Laboratorio Nacional de Los Álamos y en el Instituto de Ciencias Fotónicas.
   Además de investigadora, se inició en 2011 en la divulgación de la ciencia a través de su libro La puerta de los tres cerrojos, labor que continúa ahora con Quantic love además de con un ensayo titulado Desayuno con partículas, que está próximo a publicarse en México.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Comentario sobre En busca de WondLa

El bigote y la identidad nacional

Ana Pellicer, vestida de cobre