Entrevista con el escultor moreliano Luis Villica
La nueva alternativa
En mayo de 2008 un joven torero se ‘vistió de luces’ y
entró al ruedo de la Monumental Plaza de Toros de Morelia. El mundo taurino no
era nuevo para él ni su familia pero aun así los nervios estuvieron presentes
ese día.
Arropado por Eulalio López ‘Zotoluco’ y con Fernando
Ochoa como testigo, José Retana se midió ante la ganadería de Campo Real en esa
jornada en la que, podría decirse, recibió el título de torero.
El examen fue duro y una mala pasada del toro lo dejó
inconsciente durante 10 minutos que a su padre le parecieron 10 horas. A pesar
del revés regresó al ruedo y aprobó, se convirtió en torero.
Seis años después, José Retana tomará nuevamente la
alternativa pero ahora en el mundo del arte, uno que al igual que el taurino,
comparte con su papá.
Otro camino
José Luis Padilla Villicaña, hijo del novillero y escultor
moreliano José Luis Padilla Retana, ha seguido los pasos de su padre: iniciaron
ambos en el mundo taurino pero el arte, siempre presente, parece llamarlos a un
ruedo distinto, a lidiar nuevas faenas.
José Luis Padilla Retana —autor de Las Tarascas y Los
constructores de Morelia, entre otros— fue apodado ‘El seminarista’ durante su
carrera taurina, y para signar sus obras artísticas eligió su segundo apellido,
Retana.
José Luis Padilla Villicaña lo hizo al contrario, tomó
prestado el Retana para plantarse en el ruedo y ahora que firma los
altorrelieves que crea en el taller que comparte con su padre, lo hace como
Luis Villica.
En entrevista para PROVINCIA el joven y novel artista
plástico habló sobre las obras en las que está enfocado actualmente y que
dentro de poco exhibirá en San Miguel de Allende, Guanajuato.
“Estamos juntando algo de material. Obviamente también mi
objetivo es exponerlo en diferentes lugares, solo que ahorita surgió la
oportunidad de San Miguel. Las autoridades de cultura me están apoyando en eso
y tenemos más o menos tentativamente la fecha para octubre.
“Ahorita estamos juntando lo más que podamos de material
pero cada obra tiene que llevar un tiempo determinado, no puedes trabajar
mecánicamente porque cada obra tiene su dificultad y más que su dificultad
tienes que plasmar tu sentimiento para que vaya un poco más completa y la gente
la pueda apreciar mejor”.
—¿Cuántas piezas se van a presentar?
Yo calculo que alrededor de unas 15 a 20 piezas. Estamos
haciendo el mejor esfuerzo, siempre hay un poco de nervio cuando estás haciendo
una nueva obra porque, como te lo digo, cada pieza tiene su grado de
dificultad.
Hay algo muy raro que yo no entendía en esto, yo veía
antes que mi papá de repente se dejaba llevar por sus obras, como esa sensación
de que te enamoras de lo que estás haciendo, entonces te cuesta trabajo porque
tú dices ‘en determinado tiempo tengo ya esta obra’, haces un cálculo, pero
surgen detalles, a veces te desesperas, a veces te adentras tanto que no sabes
exactamente un tiempo.
—¿Todas son en relieve?
Sí, todas son altorrelieve. El tema es el océano, el mar,
los piratas... Es un tema que creo que a todo mundo le causa algo de nostalgia,
y es muy extenso y agradable.
—¿Por qué lo eligió para su primera exposición?
Porque recuerdo que cuando estaba chico en una ocasión
fuimos a Cancún, íbamos de Cancún a Isla Mujeres en un pequeño crucero y
llegaron unos piratas ahí, se tomaron fotos y eso, y a mí me impactó esa
escena, aparte de que siempre me ha gustado el mar.
Cuando toreaba toreaba mucho en Vallarta y siempre veía
barcos en el mar, había un barquito más o menos del siglo XVII y fue lo que me
llamó la atención. Además de la historia de los piratas que tiene desde que
empezó el comercio a transportarse por medio del mar. Todos los europeos cuando
venían a cargar el oro mexicano… los robos… toda la piratería… Siento que es un
tema muy completo, de mucha acción y de mucha fuerza.
Así como el mundo taurino nunca estuvo distante en la
vida de Luis Villica, con el arte pasó lo mismo. Desde niño pudo ver a su padre
creando piezas escultóricas, muchas que ahora son iconos reconocidos y
celebrados de la ciudad.
“Mi papá modelaba, uno se acercaba, veía, entonces a lo
mejor de ahí te va naciendo el gusto. Yo elegí otro camino que fue la fiesta
brava, los toros, estuve toreando mucho tiempo como novillero y como matador,
pero te das cuenta de que hay más.
“Empecé a buscar otros caminos, me gusta mucho cocinar,
que también es un arte, te das cuenta de que llegas a lo primario, que tienes
esa sensibilidad. El toro te da muchísima sensibilidad, te hace tener una
comunicación diferente con el público y te da otra sensibilidad. Siempre me ha
gustado pintar y dibujar y ahora estoy incursionando por aquí y creo que es un
muy buen camino”.
—¿A los toros ya no regresa?
No puedo decir que no porque yo creo que torero eres
hasta que te mueres. Cuando tomas la alternativa es tu disciplina, es tu estilo
de vida, yo me formé como torero, los toros te enseñan que hay ciertas reglas
que hay que respetar y hay tiempos también, hay edades, no hablo de un
parámetro ¿Cuál es mi tope? No lo sé. De repente te dan las ganas y ahí estás.
En la escultura yo veo un campo de acción muy grande, hay un tema ilimitado y
aparte, el arte es algo mágico, algo que te envuelve, algo que te hace ser
libre, algo donde tú puedes expresar lo que sientes.
Hay ocasiones en que llegas muy deprimido, triste o
enojado y te adentras en la obra y terminas el día feliz, porque estás creando,
estás haciendo algo. Me identifico mucho con el arte y creo que ahorita mi
camino a seguir es la escultura y el altorrelieve.
—Comenta que desde niño estuvo cerca del arte, ¿recuerda
qué fue lo primero que hizo?
Por ahí tengo un dibujo, que cuando estaba chico, tenía 4
años, hice, que nos pusieron a hacer en el kínder, y dice mi mamá —bueno yo he
visto el dibujo— que parece como un monito de alambre y parece que tiene una
corbata, pero el dibujo está muy chistoso porque yo me dibujé desnudo, pero le
digo a mi mamá ‘mira ahí está mi corbata’. Esa fue mi primera obra (risas).
Me gustaba mucho desde chico hacer barcos, hice un barco
velero con un pez vela que mi papá me pidió y son de las primeras obras. Me
gustaba mucho dibujar paisajes, me gustaba dibujar toros. Yo creo que ya viene
de tu origen, a lo mejor algo sí llevas en la sangre, hay algo que a lo mejor
sí te trasmite tu familia, si ya estás empapado de arte tienes que seguir a lo
mejor por ese camino.
—Luego de la expo en San Miguel, ¿a qué otros lugares
tiene previsto llevar las obras?
Me gustaría hacer una gira, tengo ya más o menos hablado
en un museo importante en el Distrito Federal pero me encantaría venir aquí a
Morelia, de hecho a mí me gustaría que la primera exposición fuera aquí en
Morelia porque es mi tierra, es mi pasado, y bueno, creo que tiene una
importancia personal el estar exponiendo aquí. Obviamente causa nervios una
exposición aquí, pero qué te puedo decir si tengo al mejor crítico, que es mi
papá.
Mi papá se ha tomado mucho la molestia de orientarme, de
hacerme sacar cálculos, de hacerme caer en el realismo. A mí me gusta el
surrealismo, el modernismo pero creo que tengo que empezar por algo, y si es
sacar las medidas y proporciones y una tendencia clásica de realismo es mejor,
porque creo que te abre más el punto de vista, tienes que respetar medidas, a
veces te quedan las cosas, a veces no.
Me da miedo exponer aquí porque obviamente uno quiere
llegar con lo mejor, yo creo que es un reto para mí exponer aquí y también lo
voy a buscar.
—Su papá siempre trabaja con música, ¿usted qué escucha?
Yo tengo mis audífonos. Mi papá es muy universal en la
música, pero yo ahorita como estoy con los barcos me gusta mucho la música
épica, como de batallas, me inspira, me da ese extra que yo creo que necesito.
Cuando estás haciendo el mar si estás triste o enojado, lo haces diferente,
depende de tu sentimiento, pero la música sí te influye mucho, te da otra
sensibilidad, otra fuerza en tu obra, desde los rasgos del tiburón, a los
rostros... te sirve también.
Foto: Luis Enrique Granados
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