Comentario sobre el libro Puerta Santa Fe

A un paso del descanso

¿Alguna vez se ha sentido al borde de un abismo? Esa sensación de que vamos cayendo y que nos despierta de manera agitada es un atisbo de lo que el lector tal vez experimente al leer Puerta Santa Fe (Oceano) de Francisco J. Cortina.
   Lo único malo es que el vértigo no pasará con un simple sobresalto, página tras página seguirá la caída a la par de un maravilloso grupo de personajes que lo llevan hasta lo más alto de un puente y hasta lo más bajo de la condición humana.
   El libro, con sus 223 páginas, regala una historia narrada por ocho personajes —que tienen en común una terrible y aplastante soledad— que puede leerse en apenas unas horas. Con una prosa ágil y un constante cambio de escenarios, voces y perspectivas, Puerta Santa Fe atrapa desde la primera línea y hace que no se quiera dejar hasta terminar.
   Todo inicia con una chica que busca terminar con su vida ¿tendrá el valor? Tal vez sea el lector quien termine saltando desde el borde de la última página al llegar el desenlace.

Hasta arriba
Fernanda Bendiksen está en lo más alto del puente vehicular Puerta Santa Fe. La estructura es un recordatorio más de la existencia de ese mundo de lujo y comodidad en el que la vida social se cotiza en dólares, ese mundo al que ella pertenece.
   Sin embargo, ella ya no quiere pertenecer ni a esa realidad ni a ninguna otra, lo que desea es morirse. Su vida terminó. El futuro que tenía prediseñado de repente se esfumó, como si se tratara de una mala pasada de la bolsa de valores. Un crash que no da cabida a nada más.
   Bella, delgada, alta, ataviada de pies a cabeza con ropa de diseñador, está hasta arriba en esa estructura esperando el momento ideal para lanzarse al vacío y hacer añicos todos sus problemas.
   Por supuesto, el tráfico no se hace esperar cuando alguien ve a la chica suicida y se hace un verdadero tapón vehicular, en cuanto llegan los servicios de emergencia al lugar.
   Entre los cientos de afectados destaca uno, Santiago, quien como muchos otros deja su coche porque ya no pudo avanzar más, avisa al trabajo que va a llegar tarde —aunque eso no es raro en él— y se acerca lo más que puede para ver qué pasa.
   Casi sin saber cómo ni por qué Santiago, abogado brillante pero atormentado por su entorno, termina escalando el puente hasta llegar a lo más alto junto con Fernanda. Ese acto —heroico para unos, incomprensible para otros, y estúpido para algunos más— lo convertirá en la única posibilidad que tiene la joven suicida de salir con vida.
   Desde lo alto de ese lugar que representa la antesala de una realidad mejor, los dos personajes se enfrentarán juntos al abismo. ¿Podrán resistirse a la tentadora llamada que les hace el gris asfalto del suelo? Quizás resulte más fuerte y más seductor que el canto de las sirenas.

El salto
Leer Puerta Santa Fe es como dar un salto que no termina. La primera línea de la historia es el empujón que el lector recibe para iniciar una caída que lo mismo puede hacerlo pedazos que salvarlo de sus demonios.
   Esta novela se trata de la segunda de Francisco J. Cortina, abogado de profesión. El ahora autor se inició en las letras hace dos años con La chica IBM. Historia de un secuestro, que tuvo una trama que presentaba la violencia de la Ciudad de México.
   En el caso de Puerta Santa Fe también se trata de un thriller, pero aunque están presentes la corrupción, los vicios y la violencia, no es solo a la adrenalina a lo que apela la historia —y eso que sitúa al lector en una angosta cornisa a 50 metros de altura— sino a una más amplia gama de emociones humanas.
   En un thriller común el lector teme a lo que el personaje —y por ende él mismo— puede encontrar al doblar la esquina, en uno extraordinario como este, el temor viene de lo que se puede encontrar dentro de sí. En los pensamientos, en el corazón. 
   Podría decirse que se trata de una novela del yo, pero de un yo colectivo. Además de Fernanda y Santiago, hay otros siete personajes activamente involucrados y ligados al hecho que llevó a la pareja inicial a lo más alto del puente.
   Como ya se dijo, la historia muestra algunos de los recovecos más sucios y oscuros de la naturaleza humana: la soledad paliada con vicios o con lujos o con una máscara de indiferencia; el egoísmo total disfrazado de sagacidad y ambición; la búsqueda constante del equilibrio y la calma como antídoto para no caer en la espiral que acecha; el abuso de poder para reafirmarse a sí mismo —y acallar las voces internas que dicen lo contrario— que se está en ese lugar porque de verdad se merecía.
   En total son nueve los personajes que forman parte activa de ese acto tan personal y definitivo que puede ser un suicidio. Cada uno con su historia, entorno y voz, aporta poco a poco sus anhelos, ideales y (des)motivaciones al gran ‘análisis coral’ de las emociones humanas en el que se convierte Puerta Santa Fe.
   Esas diversas perspectivas y escenarios pondrán de manifiesto que sin importar la realidad que se vive siempre hay una piedrita en el zapato que no permite gozar de ese paseo al que se llama vida.
   Con algunos personajes casi arquetípicos y un manejo notable de la prosa y los cambios de voz y narrador, Puerta Santa Fe es sin duda una novela que el lector podrá disfrutar.
   La historia es como un torbellino que no se disipa sino hasta llegar a la última palabra que la compone, así que tenga cuidado, quizás cuando cierre el libro se dé cuenta de que está parado al borde del abismo, ¿saltaría?


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