Reseña sobre La Mariscala

Llorarás, Pepita

Bien dicen que es mejor tener poca o nula expectativa respecto de algo, así es más fácil que la sorpresa sea siempre agradable y mayor. Lo malo es que ahora esto es prácticamente imposible porque vivimos en una época en la que el marketing llegó a todo y es fácil deslumbrarnos por cómo se nos presenta algo y desilusionarnos cuando vemos la realidad.
   Algo parecido me pasó al leer La mariscala (Planeta), un libro que me gustó pero que también me quedó a deber quizás por todo lo que ingenuamente creí respecto al tomo. El subtítulo señala: “Una gran historia de amor en la Corte de Maximiliano y Carlota” y, en efecto, el texto parte de las cartas de amor que intercambiaron el mariscal Achille Bazaine —el segundo hombre más importante durante el Segundo Imperio Mexicano— y la mexicana Josefa de la Peña, quien terminó convertida en su segunda esposa. Lo que yo esperaba era leer una suerte de biografía novelada de la pareja en la que —como hizo Rosa Beltrán en La corte de los ilusos (Planeta)—, se recreara ese mundo lleno de alhajas, bailes y tertulias imperiales, pero no fue así.
   Escrito a cuatro manos por Guadalupe Loaeza y Verónica González Laporte, quizás La mariscala perdió el rumbo entre lo que buscaban una y otra autora por lo que, en mi opinión, se quedó a medio camino entre la biografía novelada y el recuento histórico epistolar.
   La narración comienza con la muerte de Josefa de la Peña quien está muy lejos del brillo y el lujo que vivió durante sus primeros años de matrimonio y, cuando su hija busca entre sus baúles el vestido con el que piensa inhumarla, se encuentra con un fajo de cartas que no se atreve a leer en un primer momento, pero que acabará por abrir para conocer a sus padres desde otra perspectiva.
   La recreación de ese mundo sin padres y sin dinero en el que vive Eugenia Bazaine se diluye cuando en los capítulos siguientes aparecen también cartas que intercambiaron Maximiliano de Habsburgo con Benito Juárez o con la propia Carlota. Misivas que resultaría imposible que Eugenia tuviera a la mano para leer.
   Lo que sí debe reconocerse es el exhaustivo trabajo de documentación realizado por Loaeza y Laporte y la forma en la que recrean todo el contexto político, económico y social de México previamente al Segundo Imperio Mexicano, durante el reinado de Maximiliano y al final de este periodo.

La mariscala
“Más cerca, más cerca”, dice la moribunda mariscala Josefa de la Peña. Tiene apenas 53 años de edad y está al final de una vida que la llevó a lo más alto de la escala social y a lo más bajo de la tristeza y la desolación. Su muerte, en los albores del siglo XX, cierra definitivamente el capítulo glorioso para algunos del Segundo Imperio Mexicano, encabezado por Maximiliano y Carlota. Con la desaparición de Josefa, de ‘Pepita’, inicia 1900.
   El cambio de siglo prometía, nadie se esperaba que la agitación política y la lucha armada volverían otra vez en 1910 luego del largo mandato de Porfirio Díaz, quien, antes de convertirse en eterno presidente, combatió la ocupación francesa y tuvo tratos con Achille Bazaine de quien, cuando falleció su mujer, ya solo quedaba el recuerdo.
   Es a través de Eugenia Bazaine, hija de Achille y ‘Pepita’, que el lector se adentrará en una historia de amor que está ligada a la de un país convulso por diversos intereses políticos y un desorden que parecía endémico.
   El matrimonio del francés y la mexicana parecía marcar el inicio de una renovada unión entre ambas naciones que, un poco a la fuerza, coexistían. Sin embargo, la estrategia de Francia y sus urgencias económicas dejaron desprovisto al endeble gobierno de Maximiliano y con ello comenzó el final de esa aventura europea en tierra mexicana.
   El exilio fue el único camino posible para quienes estaban del lado vencido, es decir, con el bando francés. Miles de soldados dejaron el país y ‘Pepita’ con ellos, ya que su marido estaba al mando de buena parte de los combatientes. Ese primer éxodo marcará el resto de la existencia de ‘Pepita’ quien, de haber contado con la realeza para apadrinar su enlace nupcial, pasó a ser catalogada de “vieja loca”, casi al final de sus días. 

El sino
Como ya se mencionó, el destino del Segundo Imperio Mexicano marcó también el de Achille Bazaine y Josefa de la Peña, uno no se entiende sin el otro, sin embargo, en la narración realizada en La mariscala terminan por opacarse como tramas literarias.
   Era imprescindible abordar el contexto nacional para contar esta historia pero, insisto, no queda claro el rumbo del tomo aunque, es justo en esa “divagación”, que radica su riqueza.  El lector se encontrará con detalles que ni por error le habrán contado en las clases de historia durante su formación escolar y que mucho menos encontrará en algún libro de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
   Gracias a La mariscala es posible ver que la vida no se trata de buenos y malos y que en toda historia hay muchos tonos de gris que se simplifican a blanco y negro cuando el vencedor hace el recuento final. El libro de Loaeza y Laporte tiene esa virtud: con el pretexto de la historia de amor entre Achille y ‘Pepita’, regalan una bien documentada revisión histórica acerca de un periodo por siempre desdeñado.
   Las motivaciones del gobierno francés para tomar el control en México no fueron honestas. Aunque para Napoleón III el reclamo de la deuda era legítimo, lo que en realidad buscaba era ganarse un aliado en América para expandir sus rutas comerciales. Con esto en mente se pensó en la instauración de una monarquía, proyecto que resultó descabellado y de que Maximiliano y Carlota fueron tan víctimas —se puede leer en La mariscala—, como el pueblo que se negaba a dejar la República, representada por Benito Juárez.
   Unos pecaron de ingenuos, otros de avaros y al final las terribles consecuencias fueron avasalladoras con todos. Ni vencedores ni vencidos obtuvieron lo que realmente merecían.
   Es hacia el final del tomo que la trama se centra otra vez, ahora sí completamente, en la historia de Achille y ‘Pepita’. Una vez en Francia y, luego de la invasión prusiana, el mariscal es acusado de alta traición y es ahí que inician las lágrimas que le fueron vaticinadas a la mariscala por el collar de perlas que usó en su boda. En ese punto de la narración su figura se vuelve central y presenta a esta figura, casi olvidada, en todo su esplendor.
   El acierto de Loaeza y Laporte radica en esos vuelcos inesperados que presentan en el libro. No se trata de una biografía novelada en toda regla, pero es en esa desviación donde radica su mayor riqueza: por medio de notas y cartas hacen ver que la historia nunca será de bronce sino de carne y hueso. De anhelos, alegrías y sinsabores que la hacen vivir y que las versiones oficiales se empeñan en sepultar.


Foto: Tomada de http://www.planetadelibros.com.mx/

Comentarios

  1. Buenas tardes, me gustaría ponerme en contacto directo con usted por otros medios o redes sociales porfavor, me gusto su reseña y tengo una propuesta por hacerle.
    Quedo en espera de su contacto y respuesta
    Gestora Cultural- Sharon Herrera

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  2. Buenas tardes, apenas veo su mensaje, una disculpa. Podemos hablar vía Twitter, si aún le interesa, es @ig_torres

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