Entrevista con José Quintero

De trazo consciente

José Quintero, ilustrador e historietista mexicano estuvo de visita en Morelia. Durante su estancia en la capital michoacana ofreció una charla en la que habló sobre la disciplina artística en la que ha llevado su carrera y también acerca del poco desarrollo que esta ha tenido en décadas recientes.
   El creador de Buba —la niña de nueve años de edad de melena y flequillo contestataria y rebelde que todo lo cuestiona— se dijo complacido por estar de regreso en sus raíces, su padre es originario de Angangueo, e instó a los presentes a no cejar en la búsqueda de una nueva identidad que se refleje en su estilo creativo.
   Quintero, quien lleva dos décadas dedicado a la ilustración de manera profesional, mostró parte de su serie titulada Suite Caronte en el que su icónico personaje acompaña a la muerte en este periplo ineludible cuyo pasaje, según el mito griego, cuesta un par de monedas.

—En Suite Caronte hay una aproximación interesante sobre temas como la muerte, el viaje, el pasaje y el limbo, ¿en cuál de estas etapas cree que están la ilustración y la historieta en México?
No sé en qué fase pero sé que es una mala fase. Hay ahí un contraste: Hay autores, dibujantes, hombres y mujeres —que antes era un poco inusual—, muy buenos, de una calidad envidiable y sin embargo yo noto en términos generales una enorme falta de identidad y más grave que eso, un desinterés por encontrar un lenguaje propio, un estilo propio. Siento que el peso de todo lo mainstream, el canon, digamos, estético imperial nos está apabullando y veo en particular a los jóvenes muy contentos, muy conformes con seguir en ese canon, como si fuera una norma incuestionable.
   Veo poco interés por confrontar demonios personales, para mí ha sido algo importantísimo, no digo que lo tenga que ser para todos pero creo que es parte del proceso de redefinir tu identidad, buscar, escarbar en tu propia historia, en tu contexto social, familiar, etcétera. Veo un estilo falsamente llamado global, no es global, es un estilo canónico particular de Estados Unidos, algunas partes de Europa y Japón, y lo que hay después de eso es una serie de copias, de clones… no descalifico el trabajo de esta gente, pero yo creo que sigue estando pendiente ese viaje, ese duelo, esa lucha, ese proceso, más que una lucha porque no es cuestión de conflicto, es un proceso que da luz a estilos propios, auténticos, personales.


Y así como hay un canon estilístico casi impuesto, Quintero señaló que la pobreza cultural y el desinterés por salir de ella también es una cuestión que llega de fuera.
   “Yo creo que es inducido. Cuando hago una crítica a los jóvenes noté que parecía que estaba recurriendo a esta idea falsa de que todo tiempo pasado fue mejor. Caí en cuenta de que los chavos, cuando lo comentaba públicamente, se sentían agredidos y desde entonces hago la aclaración: Cuando yo digo algo como esto, que las generaciones actuales tienen un desinterés y un desdén por acercarse a ciertas fuentes estilísticas nacionales o locales no es una crítica hacia ellos, es una crítica hacia todos.
   “Creo que les ha tocado vivir un proceso histórico, un proceso cultural muy agresivo, que ha dado como resultado un desinterés, un desdén, incluso un rechazo, a esta búsqueda estilística. Estoy convencido de que es un proceso histórico manipulado, que han sido bombardeados por este poderío del mainstream y eso no nos tocó a nosotros, no es que hayamos sido una generación más sana per se, o más inteligente, estoy convencido de que fuimos menos presionados para aceptar ese canon de manera inobjetable. Creo que nos dieron más libertad, no tuvimos a Elba Esther (Gordillo) como líder del sistema educativo nacional. Eran otros momentos, se vivía otra etapa, creo que eso ayudó. No es una cuestión de señalar a las generaciones, sino el resultado de procesos históricos más grandes, pero eso no lo puedes tomar como excusa para dejar de crear una cultura propia”.

—¿Cree que esta vorágine generada por el Internet y las redes sociales en particular, abona a esta desubicación?
Sí, yo creo que es parte de lo mismo. Hay gente que ha estudiado a detalle todo este cambio incluso a nivel cerebral, de la exposición diaria a las redes sociales. Yo lo noto mucho porque en nuestro tiempo necesitábamos mucho menos, creativamente, de la aceptación del like, de la inmediatez de la respuesta. Creo que es un hecho y no es una cuestión menor. Uno se enfoca de manera distinta hacia el lenguaje en este contexto de velocidad, de inmediatez, de sobreutilización de las redes sociales. Hay un condicionamiento y ese condicionamiento no lo vivimos. Yo no me siento necesitado de la validación a través de las redes sociales como lo siento en los chavos, pero creo que es un condicionamiento.

—¿Qué opina de los memes?
Los memes y estas historietitas que hacían con las caritas de troll face y demás, me parecen muy divertidas, hay algunas que son geniales. Al principio interpreté que era la socialización de la creación gráfica pero después de un tiempo me di cuenta de que era solo una banalización. Está bien que la gente retome, aun sin saber dibujar o sin ser un narrador con una formación, que se sienta en la libertad de crear y compartir, el problema que yo veo es que esta tendencia solo se ha enfocado en lo banal. Por un meme que sintetiza una idea compleja y crea una obra viral notable, hay miles o cientos de miles de memes superfluos que lo que hacen es banalizar una idea. Los memes no se soportan, no son como un aforismo, degradan del nivel de la idea.
   El potencial está ahí, bien empleadas, las nuevas tecnologías, las redes sociales y los memes podrían ser de un potencial creativo enorme, pero yo creo que no lo hemos sabido hacer correctamente.

—En su página web menciona que el ilustrador debe estar en continua transformación, ¿la identidad tampoco debe permanecer estática?
Yo creo que todo es transformación, que la identidad es algo que se está recreando. De hecho no creo que haya una identidad, creo que hay aproximaciones o construcciones en movimiento, eso es lo que ha dejado de ocurrir. No me interesa descubrir cómo es el mexicano, me interesa más el proceso, qué es lo que tenemos que destruir. Decía Nietzche que para construir algo valioso tienes que destruir muchísimo más, tienes que reducir a escombros lo que ya hay. 
   Para mí lo grave, lo preocupante y donde yo he estado haciendo señalamientos constantes, es ese desinterés por viajar, no por llegar a un punto determinado que yo no sé o quizás nadie sepa cuál es, sino por dejar de sentirte impelido a hacer el viaje, lo importante es el viaje. De entrada tienes que empezar a viajar para llegar a un punto, ese desinterés es el que me parece grave y una vez corrigiendo eso corriges muchísimas cosas sobre la marcha.

Acompañado y desdoblado
Durante su charla, Quintero señaló que antes de ilustrador o historietista primero es lector, que lo que pueda hacer ahora es resultado del consumo de la cultura que ha realizado y ese proceso, ahora que se ha convertido en productor de cultura ha cambiado su percepción de las cosas.
   “La creación es un proceso de transformación. No sabría definirlo, lo entiendo pero no lo he teorizado. Tú dibujas y el dibujo te recrea también, y lo sientes, como creador es muy notable cómo ese proceso de creación va y viene con respecto a lo que tú estás haciendo. El creador es creado o recreado por la propia obra.
   “Al momento de crear tú”, añadió, “tienes detrás un montón de creadores, es decir, por un buen texto que yo haya escrito sobre la Buba, detrás está José Alfredo, Miguel Hernández, Jaime Sabines, John Lenon quizás… el creador es producto del lector que es, antes de crear. Es un universo de cosas que se están moviendo, que no pueden permanecer quietas y obviamente en ese proceso dinámico, vital, el creador es recreado por la misma obra”.

—Ha dicho que Buba es un alter ego, esta niña tan peculiar, ¿es triste y pesimista o simplemente realista?
Yo creo que es realista. Me sorprende y a veces me duele mucho el proceso de conciencia al que he intentado llegar porque nadie me obligó. Hay aspectos de la realidad que me duelen y que cuando no los conocía o que no los había reflexionado, anímicamente me sentía mejor. Hay quien dice eso, que parte del proceso de saber la verdad es el dolor y en esta etapa de mi vida me ha estado doliendo mucho una serie de cosas, desde lo más trascendente a lo más insignificante. Por ejemplo, la percepción que he tenido sobre los animales es totalmente distinta y ha sido doloroso ver a un perro callejero o consumir carne, es una conciencia que no tenía hace cinco años. Cambia un aspecto y cambia todo, es una avalancha de cambios.



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