Entrevista con Antonio Malpica
Malpica, el amoroso
Dinero y amor, está convencido Antonio Malpica, son las
dos cosas que más trastornan aunque, aclaró, el segundo es el que pega más
fuerte. El autor de una larga lista de novelas juveniles entre las que destacan
Billie Luna Galofrante, Ulises 2300 y Querido Tigre Quezada conjunta de manera
divertida esos dos elementos en su más reciente trabajo titulado
#MásGordoElAmor (Oceano).
La obra literaria del también dramaturgo fue reconocida
el año pasado con el Premio Iberoamericano SM Literatura Infantil y Juvenil,
una distinción que, dijo en varias ocasiones, no creía haber obtenido.
Reconoció que, de alguna manera, la suerte lo golpeó y casi lo noquea de la
sorpresa.
Malpica, en entrevista para PROVINCIA, habló sobre el
galardón obtenido pero también acerca de su más reciente novela en la que la
amistad y la camaradería son el escudo y la espada para vencer cualquier
obstáculo.
La travesía
Resulta premonitorio que #MásGordoElAmor esté incluida en
la colección Gran Travesía de editorial Oceano ya que la historia en sí misma
es una travesía geográfica que lleva al lector a recorrer buena parte del país
pero se torna también en un periplo emocional y generacional en el que
presente, pasado y futuro pierden el orden que normalmente los rige.
Sobre el tomo, Verónica Murguía, escritora mexicana,
dijo: “Esta es la historia de un regreso a la Ítaca del primer amor, ese que se
idealiza por más mala memoria que tenga uno”, algo con lo que concuerda Antonio
Malpica.
“Son de esos libros que escribes como dejándote llevar y
luego no sabes hasta donde te va a soltar la historia”, anotó. “‘Vero’ Murguía
lo vio muy bien, hasta hace la mención a Ítaca. Al final tiene que ver mucho
con una odisea, con un ir e intentar volver, recuperarse a sí mismo, en fin.
Hay un montón de cosas ahí que de pronto no sabes qué tanto supiste captar”.
Simón, el Pollo y Molina son los personajes principales
de la historia en la que el primero, luego de estar al borde del suicidio por
una decepción amorosa, se encuentra frente a una nueva realidad en la que el
dinero ilimitado —semimaterializado por un premio sin cobrar— le ofrece
innumerables opciones pero para sorpresa de todos decide no tomar ninguna hasta
no encontrar a Majo, su novia de secundaria, con la que había jurado casarse,
que desapareció de su vida sin dejar rastro.
Trama de nuestros tiempos, el primer sitio de indagación
es Facebook pero al no encontrar nada on line, estos tres mosqueteros sui
generis, marcados por la desilusión de vivir un futuro que nunca apareció ni en
sus más funestas predicciones juveniles, se lanza en una búsqueda prácticamente
imposible que les develará la verdadera cara de su entorno pero también de sí
mismos.
El dinero, ya se dijo, está a un boleto de distancia, uno
que no ha sido cobrado y que intenta mantenerse a salvo y en secreto, pero un
pequeño desliz hará que, quien menos se pensaba, intente hacerse del pequeño
pedazo de papel, que vale millones, por métodos no muy amigables.
“A mí me gustan mucho este tipo de personajes medio
nacidos para perder y a veces siento que hay historias que ellos mismos te las
pintan. Si te fijas, el premio estaba bien, en realidad todo el ‘merengue’
empieza porque el Pollo comete una indiscreción que se replica y de pronto
dices: ‘Claro, ni modo que todos fueran unas blancas palomitas’. Juegas mucho
con las posibilidades y de pronto ese es el juego con el lector del: ‘¿Qué
pasaría si esto? O si lo otro’ y como dando chance a que no haya tragedias
espantosas. Al final hasta los malos no son tan malos. Todo tiene que ver con eso:
Una especie de juego que los mismos personajes te van planteando”.
—Estos tres mosqueteros de la novela, Simón, el Pollo y
Molina, ¿son la trinidad de Antonio Malpica?
No sé (risas). Tengo una novela de hace más de 10 años
que se llama Apostar el resto, en donde utilicé una fórmula similar: Hay tres
personajes calamitosos, esos sí eran de una novela negra y estaba como más
cantado y yo de pronto como que quise recuperar eso que sentía del complemento
de los tres, que funciona.
Está más cantando el lado (la relación) de Pollo y Simón,
pero cuando son tres hay un contrapeso ‘sabroso’. Yo por ejemplo pensaba un
poco en la película española que se llama Barrio, son tres chavos en la
adolescencia que se tiran carrilla entre ellos pero hay una camaradería que te
rompe el corazón, yo creo que un poco quise jugar a eso y funciona. Lo disfruté
mucho la verdad, no sé qué me estaba proponiendo pero ahí están esos tres, yo
creo que no volveré a una fórmula así en otros 10 años.
—¿Qué tanto hay de biográfico?
Sí, sí hay partes. Por ejemplo, yo era de Ciudad Satélite
(lugar donde comienza la historia), y te voy a confesar que yo los ubiqué ahí
porque en principio dije: ‘Voy a darle un poco cómo fueron esos años para mí’.
Yo soy un poquito más ruco que estos (los personajes), ‘rayando’ los 80 yo ya
estaba en la secundaria, pero sí, los lugares son muy de donde yo andaba y
también es cierto que muchas de las cosas, esa misma carmaradería creo que yo
fui así con mis amigos.
Más allá de que siempre hay algo de ti en todos tus
personajes, creo que no hay algo así ya más cantado. Afortunadamente yo no he
tenido que mirar tan atrás, ahorita estoy bien con mi esposa y todo pero por
supuesto esa posibilidad ahí está. No sé tú pero yo sí busqué a las noviecitas
en Facebook a ver qué salía (risas).
—El libro está en la colección juvenil de Oceano pero
creo que el público adulto es el que va a poder descubrir las capas no
evidentes de la historia, ¿tenía un rango de edad en mente al escribirlo?
Originalmente yo sí estaba ‘tirándole’ más al lector más
maduro, más adulto, yo creo que es el lector que más la disfrutaría, un poco
como El Principito, que tiene esa magia pero los niños no la ‘cachan’ toda,
somos los grandes los que verdaderamente nos quedamos maravillados. Creo que
más bien funcionó al revés: Yo la pensé para un público más adulto pensando
también en los jóvenes y a la gente de la editorial le gustó para insertarla en
la colección juvenil y ahora dio el brinco para arriba, la gente adulta que la
ha leído la reclama para sí. Bef (autor de la tira cómica que acompaña la trama
de la novela) cuando la leyó dijo: ‘Esto no es juvenil, por supuesto que no’ y
yo le decía: ‘Bueno, también es juvenil’ (risas).
—Digamos que tiene la ventaja de que lectores de diversas
edades pueden encontrar cosas distintas…
Sí, porque una de las cosas que yo también he descubierto
es que así como el adulto la lee y ve para atrás, el ejercicio interesante es
el del joven que está en ese momento de su vida en donde está enamorado en la
secundaria y cree que el amor es para siempre y se proyecta hacia el futuro y
decir ‘deveras me voy a casar con ella? lo más seguro es que no y si no, ¿qué
va a ser de nosotros?’
—¿La adolescencia es un paraíso perdido o un infierno
superado?
(Risas) Por supuesto hay de las dos, como el amor, el
amor es un dulce tormento. Todos lo sabemos y todos lo sabíamos cuando salíamos
de ello y ahí vamos otra vez, era horrible y era maravilloso. Justamente la
adolescencia y esa edad temprana de tu juventud te hacía vivir tan al máximo
que a veces lo extrañas en tu edad adulta y dices: ‘Querer así otra vez o
intentar cosas otra vez así, wow’ pero a la vez sí es cierto que era igualmente
doloroso. Yo me acuerdo que te enamorabas de la chava nomás porque te sonreía y
lo padecías, hasta para levantar el teléfono era espantoso y maravilloso.
—La avaricia es el elemento que complica la historia,
¿qué trastorna más, el dinero o el amor?
Yo creo que mata más el amor (risas). En una relación
autodestructiva y sin dinero, terminas en las banquetas chupando a deshoras y
en cambio con el dinero no faltará el que te eche la mano aunque sea para
quedar bien.
No sé, será que yo nunca padecí el dinero pero también sí
es cierto que, como dicen los comerciales, todo en exceso es malo. Esas
relaciones tremendísimas de darlo todo, al final, yo no sé si algo te acabe
tanto, porque nada te orilla a tantas cosas tan terribles. Por eso hay tantos
crímenes pasionales, digo, no que no mates por dinero, pero me parece que una
persona que mata por dinero está más en sus cabales que el que mata por amor
(risas). Terrible reflexión.
—Las redes sociales son determinantes en el libro, ¿las
usa?
Sí, no tan alocadamente pero sí. Soy más ‘facebuquero’
que ‘tuitero’.
—¿Qué opina del Facebook?
A mí me gusta porque soy ingeniero en Sistemas y he
conocido las redes desde que empezaron, me refiero a incluso las redes locales,
cuando era maravilloso, en la misma oficina, mandarle un mensajito a la
secretaria y después el internet, etcétera. Yo creo que en el fondo (Facebook)
siempre me pareció una extensión de la parte social del ser humano, lo malo es,
como todo, abusar, etcétera.
Facebook me gusta mucho porque sí estoy en contacto con
mis amigos. Twitter me horroriza un poco, me parece muy vasto y demasiado
instantáneo y en Facebook tienes chance
más del diálogo creo yo, pero al final los dos tienen su ondita. En Facebook me
siento más ‘encanchado’ porque no hay limitación y yo soy ‘chorero’, entonces
tiro el rollo, espero el comentario, platico y bla, bla.
—¿Ha jugado a la lotería?
Sí, como todos. Y he perdido, como todos. Nunca con esas
ganas de ganar, siempre ha sido ‘a ver qué sale’.
—¿Ganar el Premio SM fue como pegarle al gordo?
Fue como si el gordo me pegara a mí (risas). Sí, es la
primera vez que me saco un premio sin comprar boleto, no sabía, bueno sí me
dijeron que si aceptaba la postulación y demás, pero no cuentas con ello. Sí,
sí es un poco eso, sobre todo por lo que conlleva. Un premio en económico solo
es el premio y acá lleva varias cosas pegadas: El prestigio, la notoriedad, el
que tus propios libros se empiecen a leer más… sí, sí es un poco como pegarle
al gordo.
—Sí tuviera que elegir entre amor y dinero, ¿con cuál se
queda?
Qué fea pregunta (risas). No pues claro que con el amor,
pero eso lo dice cualquier cuate que no tiene el dinero ahí a un lado
estorbándole. Yo creo que sí, todos tendemos a eso. Por eso el personaje de
Simón es incluso rayano en la ingenuidad pero creo que hacía falta alguien así
para pintarla de ese tamaño. En el fondo no hay una respuesta tan sencilla, le
dicen: ‘Cobra la lana y después te compras todo el amor que quieras’, al revés
no funciona, no se puede. Pero sí, al final siempre, en una situación
hipotética así de imposible, el amor.
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