Víctor López rescata obra de Eduardo Ruiz

En guerra contra el olvido

Aunque para dar direcciones es rarísimo que sepamos el nombre de una calle, cuando este se conoce resulta, casi siempre, en una palabra vacía de significado. Generalmente las calles son nombradas para honrar a aquel o aquella a quien hacen referencia, pero es poco común —otra vez generalizando— que se sepa de quién se trata.
   ¿Ubica la calle Eduardo Ruiz en el Centro Histórico de Morelia? Esa sobre la que están las olvidadas instalaciones de la antigua central camionera, en la que tienen su dirección unos baños de vapor y un cine porno. Pero, ¿quién fue Eduardo Ruiz?, ¿qué lo hizo merecedor de que su nombre esté ahora en la señalética de la ciudad?
   Eduardo Ruiz Álvarez, nacido en Paracho, Michoacán, el 22 de mayo de 1839 y quien falleció en la Ciudad de México el 16 de noviembre de 1902, fue un político de ideología liberal que combatió contra la Segunda Intervención Francesa en México, pero destacó también por su labor como historiador, periodista y escritor. Fue justamente esta última faceta la que llamó la atención de Víctor Manuel López Ortega, autor moreliano y nuevo titular de la Sociedad de Escritores Michoacanos (Semich).
   La novela titulada Un idilio a través de la guerra, única que escribió Ruiz y publicada de manera póstuma en 1923, ofreció a López Ortega el material idóneo para analizar en la tesis con la que se titulará del Doctorado en Arte y Cultura que cursó.
   “La tesis se titula Novela mexicana histórica, sentimental y de costumbres. Un idilio a través de la guerra de Eduardo Ruiz. La idea es precisamente insertar esta novela en el universo literario de México. En la segunda mitad del siglo XIX se cultivó mucho la novela de estos tres tipos: histórica, sentimental y de costumbres, de hecho Ignacio M. Altamirano fue así como los agrupó en su proyecto nacionalista.
   “Eduardo Ruiz mete las tres cosas. La novela tiene elementos tanto históricos como sentimentales y costumbristas, entonces rescata al Michoacán antiguo durante esta guerra, una época en la que además vivió, porque él peleó en la Guerra de Intervención también, fue secretario personal de Vicente Riva Palacio, y de hecho Riva Palacio es un personaje de la novela. Eran grandes amigos”, comentó.

La trama
Un idilio a través de la guerra trata, como el título lo indica, de un idilio entre un militar que pelea para los republicanos, para los liberales, que están luchando contra el imperio de Maximiliano y una joven de 15 años que se llama Florencia, que vive con sus padres en una hacienda que está entre Churumuco y la costa del Río Balsas; o sea ya en los límites de Michoacán y Guerrero. El  lugar es prácticamente desconocido por su ubicación y es ahí que llega Isidro, el protagonista.
   Parte importante en la trama recae en una mula que pertenecía a la hacienda pero que había sido decomisada por don Magdaleno, el villano de la novela. “Es un tipo que era comerciante de ropa en La Huacana. Este es una persona villanaza, es espía de los liberales, es bandido, codicia todos los bienes de don Manuel, el papá de Florencia; codicia la mula, las tierras, a la hija… todo se lo quiere quedar”, indicó López Ortega.
   En un primer momento don Magdaleno logra quedarse con la mula, pero poco tiempo después, luego de un combate en Pátzcuaro, Isidro se la quita. Luego de eso, enfermo de fiebre, va montado en el animal y este reconoce el camino a la hacienda, hasta donde llega a tiempo para que lo atiendan y se recupere.
   “Isidro se enamora de Florencia, eso pasa más o menos por 1864. El resto de la novela va a ser parte luchar por la patria —porque mientras la guerra no se termine los protagonistas no van a poder ser felices—, y por otra está la amenaza del villano que no va a parar hasta vengarse de don Manuel y quitarle a Florencia. Hay esas dos cosas en juego: que se termine la guerra y el peligro que enfrentan Florencia y su familia porque Isidro no va a poder estar todo el tiempo para protegerlos.
   “Es una novela histórica muy padre, la he leído cuatro veces y la idea es rescatarla porque sí está bastante olvidada. Creo que sí merece estar a la par de novelas como El zarco o Los bandidos de Río Frío”.
   Un idilio a través de la guerra fue publicada en 1923 gracias a las gestiones de la hija de Eduardo Ruiz, quien falleció en 1902. Esta primera edición salió a la luz de manera simultánea en París y en la Ciudad de México.

—El marco histórico para la historia es real, la historia de amor es ficción, ¿la hacienda es ficción también o sí existe alguna en la zona?
Mi teoría es que es ficción porque incluso hay partes en las que el protagonista dice que hay una huerta maravillosa en la que hay árboles frutales, animales, venados, montañas… es como un edén en medio de Tierra Caliente. 

—¿Cómo se encontró con esta historia?
Tratando de sacar mi proyecto de tesis quería hacer algo sobre novela costumbrista michoacana, pero del siglo XX, entonces me puse a buscar todas las de esa época, del siglo XIX y primera mitad de siglo XX, casi no hay nada, novela hecha en Michoacán es prácticamente nula, nada más José Rubén Romero, Jesús R. Guerrero, el autor de Los olvidados que después Luis Buñuel se ‘fusiló’ y nunca le dio el crédito. Dentro de la búsqueda encontré Un idilio a través de la guerra en un bazar de libros usados en Aquiles Serdán, de hecho la primera que conseguí fue una edición que incluye una biografía de Eduardo Ruiz que no es muy buena, y una antología poética de principios del siglo XX.
   La única novela que escribió fue Un idilio a través de la guerra. Tiene otras cosas, tiene un libro de historia que es muy importante en el cual se basó para meter la parte histórica de la novela, que se llama Historia de la guerra de intervención en Michoacán, de 1896 y tiene también Michoacán. Paisajes, tradiciones y leyendas, dos tomos, único best seller michoacano, ha vendido miles de copias y todavía la siguen editando.

La tesis
Desde hace dos años y medio López Ortega trabaja en su tesis, que es un análisis general de la obra de Eduardo Ruiz a través de varias técnicas de estudio como el close reading.
   “Tuve que transcribir la novela completa, la pasé a computadora palabra por palabra, también me puse a sacar un glosario de términos, resúmenes de capítulos, resúmenes de las partes porque está dividida en cinco y a partir de eso fui sacando personajes, lugares y recorridos.
   “Lo que me propongo es encontrar cómo se inserta la historia en la novela, cómo se insertan las costumbres, y como se inserta la parte sentimental y relacionarlo con otras prácticas mexicanas de la misma temporalidad. La historia no toma en cuenta esta novela, es la olvidada, y creo que queda excelente para cerrar el siglo XIX porque compendia todo. Payno hace algo similar con Los bandidos de Río Frío pero Ruiz lo hace en Michoacán”.

—Tiene ese plus para los lectores michoacanos…
Así es. A parte de Ruiz y su libro Historia de la guerra de intervención en Michoacán —que son 750 hojas—, hay un libro que es de Barbosa, un general de la misma época y no hay más, fueron ellos dos los que se encargaron de rescatar la historia de Michoacán durante ese periodo.

—Pero son publicaciones histórico-académicas, no literarias…
Sí, son históricas, son ensayos sobre historia. Y Un idilio a través de la guerra es comple-tamente literaria.

—¿En qué punto va la tesis?
Está el análisis ya terminado, ya está el marco teórico, tal vez ahí haga falta reforzar algunos temas y hace falta hacer la comparativa con novelas mexicanas y separar las temáticas: cuáles son históricas, cuáles costumbristas, cuáles sentimentales… ya están bien ubicadas, solo me falta hacer la organización.

—¿En cuánto tiempo estará lista?
El tiempo máximo que tengo es año y medio.

   Una vez que termine la tesis, López Ortega obtendrá el título de doctor en Arte y Cultura por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en coordinación con las universidades de Aguascalientes, Guadalajara y Guanajuato, en León, pero no es lo único que busca.
   “Se supone que la novela es dominio público porque en México son 100 años después de la muerte del autor, Eduardo Ruiz murió en 1902, de eso ya hace 113 años, entonces se supone que ya, pero como fue póstuma, habría que checar. Es algo que necesito asesorarme porque me interesaría mucho publicar una revi-sión de esta novela”.

—¿Ha visto opciones sobre esa posible publicación?
No lo he visto, pero sería bueno, tal vez con Conaculta (ahora Secretaría de Cultura) o Porrúa. (Reeditar la novela) Sería cerrar el círculo y hacer que lo que hice no se quede en la tesis, sino regalarle al mundo una nueva edición de Un idilio a través de la guerra.

   Así como está olvidado el hombre detrás del nombre de Eduardo Ruiz en la placa de una calle, también lo está su única novela, ya que la edición más reciente data de 1987 y en la intensa búsqueda realizada por López Ortega no se ha encontrado una posterior.
   Entre las que tiene actualmente está esa de los años 80 del siglo pasado, la primera de 1923 y una en versión de cómic editada en 1981 por la Secretaría de Educación Pública (SEP) junto con otra treintena de novelas nacionales de los siglos XIX y XX.
   La búsqueda llevó a López Ortega a la Universidad de Berkeley, en Estados Unidos, para consultar su sistema bibliotecario, uno de los más importantes en ese país.
   “Cuando fui apenas estaba haciendo el marco teórico, entonces fortalecí los temas de teoría de novela histórica, teoría de novela costumbrista y teoría de novela mexicana del siglo XIX. Lo que encontré de Eduardo Ruiz fue prácticamente nada.
   “Me encontré otros proyectos literarios diferentes al de Altamirano, encontré que tenía enemigos y eso fue interesante, pero no trascendieron mucho. Encontré que existió una sociedad literaria en Morelia, creo que era el Liceo Acuña, no hay nada más que en un libro de 1883 que dice: ‘Dentro de las sociedades literarias que existieron en México está el Liceo Acuña’. De ahí creo que podría resultar una investigación interesante”.

—Qué hay ahora que ya no es costumbrista, histórica o sentimental?
Las fronteras de los géneros ya están desapareciendo, incluso el costumbrista hay quienes dudan que haya existida, hay quienes piensan que fue la novela realista como tal, o la naturalista, y lo costumbrista queda fuera. Las novelas actuales siguen siendo realistas y por ende siguen siendo costumbristas.
   Y lo histórico, la frontera está muy tenue porque nadie se pone de acuerdo a partir de cuándo es historia, porque hay quien escribe novelas históricas, pero son contemporáneas a él, entonces dicen: “No es una novela histórica, es un episodio nacional”, otros dicen que ni una cosa ni otra, e incluso existen los que señalan que “las novelas originalmente no eran históricas, pero con el paso del tiempo lo fueron por la trascendencia del tema que tocaron”, entonces no hay nada claro. Son enloquecedores los estudios literarios.

También la escribe
El interés de Víctor Manuel López Ortega por la novela histórica va más allá de lo académico y llega al terreno de la creación. Además de su estudio, el joven autor moreliano también la escribe y tiene dos en su haber: Sed de Independencia y Traficantes de la fe, esta segunda próxima a publicarse.
   El gusto por la historia remite a la infancia de López Ortega, periodo que, sin embargo, estuvo poblado más por el cine que por la literatura.
   “Ni siquiera leí mucha novela histórica antes de animarme a escribir novela histórica”, comentó a PROVINCIA, “había visto más películas que leído libros. Desde chico mis gustos han sido épicos, entonces mis películas favoritas han sido Ben Hur, Los diez mandamientos, Lawerence de Arabia y Lo que el viento se llevó, todas tienen en común que son de épocas pasadas, aparte mi materia favorita en la escuela era la historia”.
   Sed de Independencia, su primera novela del género, es de extensión considerable y está ambientada, como sugiere el título, durante la Guerra de Independencia de México en la etapa en la que estuvo a cargo de José María Morelos. Su nueva entrega literaria visita una etapa diferente: la Guerra de Intervención.
   “Es de aventuras ambientadas en un contexto histórico, pero no es histórica porque me toma demasiadas licencias. Es un western michoacano, porque tiene convenciones de ese género, ambientado en 1866 —tiempo en el que los estadounidenses ambientan sus westerns— y aparte es un híbrido, porque combina novela de terror y también tiene un poco de romance al final, pero va un poco como tentación demoniaca.
   “Es una mezcla de todo y además tiene referencias bíblicas, porque el protagonista es un seminarista agustiniano y es asceta. Cree que en efecto Cristo, desde la cruz de la iglesia, le dice que vaya a recuperar al San Agustín que se robaron unos bandidos y tiene que salvar la fe en todo el estado. Porque sin arte religioso las iglesias van a cerrar”.
   El nuevo trabajo de López Ortega está próximo a estar listo, dijo, y buscará su publicación. “Me faltan los últimos dos capítulos, ya están escritos, solo falta acomodar y hacer que los párrafos ensamblen”.


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