Entrevista a Luis Felipe Fabre

Los giros de la fortuna

Luego de meses de vicisitudes, veladas negativas, largos silencios y olvidos, en 2010 se publicó el libro La sodomía en la Nueva España (Pre-Textos) del escritor y poeta mexicano Luis Felipe Fabre.
   En septiembre de ese mismo año, el autor, acompañado por Daniel Saldaña y Paula Abramo, leyó fragmentos de ese texto poético, que tanto le costó que llegara al papel, en el Festival Poesía en Voz Alta de Casa del Lago en la Ciudad de México.
   Un largo poema, con faz de auto sacramental, que narra la historia de Cotita de la Encarnación, un mulato afeminado que murió quemado junto con otros 13 hombres —la mayoría de ellos indios— por comprobárseles haber cometido el pecado nefando.
   En septiembre de 1657 inició el proceso contra esos hombres cuya falta ofendía al mismísimo rey: habían tenido relaciones sexuales entre ellos, eran sodomitas. Hace 357 años la palabra gay no tenía para cuando ser inventada.
   La sodomía en la Nueva España, tomo que a su autor hasta pesadillas le costó antes de poder publicarse, retomará el próximo mes un lugar preponderante: en el Festival Internacional Cervantino (FIC) se presentará una adaptación realizada por el grupo francés Les Cris du Paris.
Respecto a lo anterior, y sobre la historia que verso a verso se desgrana en su libro, habló para PROVINCIA, Luis Felipe Fabre, fiel creyente de la astrología, cuyo hado parecía ser funesto para con el libro que en esta entrevista nos ocupa.

—¿Cómo fue que le llegó la historia de Cotita de la Encarnación?
La primera referencia que leí fue con Salvador Novo en un ensayo que se llama Las locas y la Inquisición, que Novo lo leyó de Gregorio Martín de Guijo, un cura que escribió un diario de sucesos en esa época, y ahí él menciona a ese personaje fascinante que es Cotita y al proceso en su contra.
   Novo escribió este ensayo, digamos, con lo que tenía y está muy divertido y muy bien pero no es la Inquisición quien ejecuta a estos sodomitas, porque en ese momento la sodomía se consideraba un crimen contra el rey —ve tú a saber por qué el rey se adjudicaba eso de manera tan personal— pero entonces se perseguía por la guía civil, o sea, por la Real Sala del Crimen. Es importante esa diferencia.
   Luego me puse a investigar y me topé con la gran investigación —texto breve pero todo un hallazgo— de Serge Gruzinski, este historiador francés que vivió en México que además ha escrito maravillas, textos indispensables sobre la historia de México y la Ciudad de México, tiene un texto precioso que se llama Las cenizas del deseo.
   Gruzinski se topó con unos textos, creo que en el Archivo de Indias o algo así, que eran los documentos principales de ese proceso: las cartas del alcalde del crimen que enviaba al rey y demás e hizo una investigación interesantísima que en México no ha tenido demasiada repercusión. Según platiqué con Gruzinski, a él siempre le sorprendió que nadie retomara este asunto. Luego en España salió algún otro libro, que retomaba un poco el tema en un contexto más general, digamos, de homosexualidad en los siglos XVI, XVII y XVIII en España e Hispanoamérica y Portugal, se llama Quemando mariposas y esa fue otra de las fuentes de las que me serví y también varios textos adyacentes, digamos, eso en el asunto más historiográfico. Hubo algunos otros ensayos, pero las fuentes principales fueron Gregorio Martín de Guijo —que se consigue, está publicado por Conaculta— lo de Gruzinski, que es la investigación principal y Quemando mariposas.
   Y bueno, aproveché para hacer también durante el proceso de investigación, sobre textos prohibidos, y demás, hay una cosa de amores prohibidos, un libro precioso sobre textos requisitados por los Archivos inquisitoriales: cancioncitas, poemas y textos raros, muy, muy padre, publicado por Siglo XXI.

—Además de esos libros, ¿acudió a un archivo histórico?
En algún momento yo tenía ganas de hacerlo pero conforme hice el archivo bibliográfico me di cuenta de que ya tenía una cantidad de material enorme y mi problema era cómo le iba a dar forma a ese material, ya con el que existía dije: ‘¿cómo hago para convertirlo en poema?’ entonces me centré en encontrar las formas adecuadas, digamos, para articular ese discurso desde el espacio de lo poético.

   Y la forma que Fabre seleccionó fue el auto sacramental, una representación poética y teatral pero con personajes más bien simbólicos que representan conceptos o sentimientos, un, digamos, género que desde siempre le ha parecido atractivo.
   “Al mismo tiempo un auto sacramental es una forma dramática que siempre me ha gustado, dramática y poética digamos, algunos de los más grandes poemas escritos en español están escritos como autos sacramentales, desde Sor Juana, Calderón de la Barca… siempre quise hacerlo”.
   Pero además de la afición por esta construcción narrativa tenía en su constitución algo funcional para lo que el autor necesitaba.
   “El auto sacramental, a diferencia de otro tipo de teatro no es tanto de personajes sino de ideas, es un teatro ensayístico, por decirlo así, —de tesis, lógico— donde las imágenes son alegorías, me servía a mí para poner las ideas ahí y pensé que también me servía para poner las citas textuales en voz de los personajes sin tener que estar haciendo un sistema de nota al pie de página, ni nada de esto.
   “Fue como una manera de devolver las voces a sus bocas, digamos, las palabras a las bocas que las pronunciaron y jugar con el texto original que me parecía muy plástico, de una belleza incidental, porque no pretendía ser bello y me gustaba esa perversión de entender como bello algo cuyo origen es atroz”.

La dificultad
Luis Felipe Fabre comentó a manera de anécdota casi jocosa, todas las dificultades que tuvo para que La sodomía en la Nueva España pudiera llegar al papel y una vez ya publicado, lo complicada que ha sido su distribución.
   “Es extraño, es curiosamente un libro casi secreto, digo, le ha llegado a mucha gente de maneras extrañas pero no de la manera habitual porque por lo menos en México no lo distribuyen, es un problema.
   “Se publicó en Pre-Textos en España, que es una editorial muy bonita, pero la distribuidora y también las librerías son un lío, yo no acabo de entender porqué si se acaba un libro no lo vuelven a pedir”.

—Y está en una, digamos, colección mexicana de Pre-Textos, ¿hubo rechazo en México para su publicación?
Digamos que se hicieron ‘guajes’. Mi idea original era publicarlo en México, porque tiene todo que ver con México, tampoco creo que haya sido el libro más pertinente para publicar en España, en España no les gusta el barroco y es un libro bastante barroco, pero la verdad es que me cansé un poco. Ya al final Álvaro Enrigue —ya estaba yo en tratos con Pre-Textos y estaba muy avanzado el proceso de edición— me ofreció publicarlo en Práctica Mortal en Conaculta, cuando él estaba en la Dirección General de Publicaciones (DGP) en Conaculta, pero eso fue ya al final y Borrás, el editor de Pre-Textos, no quiso hacer una coedición, lo cual hubiera estado bueno, pero entiendo a Borrás, ya de por sí es difícil mover los libros de poesía para que todavía se complicara un poco más con eso.
   Pero sí, mi primera idea era publicar en una editorial mexicana y se estuvieron haciendo ‘guajes’, tenía yo que pasar unos dictámenes y me acuerdo que hasta soñé, ya estaba yo desesperado, soñé que les decía: “por favor, pregúntele a Carlos Monsiváis, a él seguro sí le va a gustar el libro” (risas).

   Y aunque Fabre estaba consciente de que hubiera sido relativamente más fácil publicar su libro en una editorial independiente no era algo en lo que estaba interesado.
   “Yo quería publicarlo en una editorial grande para que no pareciera algo marginal —ya de por sí la poesía es marginal— y en México que todavía es como ‘supermachín’ el asunto, publicas algo que tenga el tema gay ya se entiende como una obra de género o una cosa de estas y la cuestión era que no, que saliera en una editorial central, no otra vez en el margen del margen, del margen. A lo mejor sí hubiera sido mucho más fácil publicar en una pequeña editorial independiente pero no era esa mi intención”.

El destino
En el texto autobiográfico que escribió Luis Felipe Fabre para uno de los sitios web en los que colabora señala de manera detallada su genuino interés por el tarot y los astros.
   “Me encanta la astrología. Lo oscuro, lo morboso y lo que está debajo, sí, tengo mi Mercurio en la casa 8 que es la casa del crimen y el sexo, y el misterio (risas).
   “Si revisas mis libros, van un poco por ahí, el último son poemas de terror y de misterio. Sí, tengo una mente entre detectivesca y pornográfica”.

—¿Cree que los astros influyeron en la suerte de Cotita y sus mozuelos?
Mi astrólogo de cabecera dice que los astros no influyen en nosotros, sino que reflejamos en los ciclos astrales los ciclos de los hombres.
   Probablemente sí haya una relación, en el auto sacramental meto a la Fortuna, porque es finalmente quien rige absolutamente todo, más que la Justicia o lo que sea. Hay un momento en el que se enfrentan la Justicia —que es un títere en el poema— y la Fortuna, que me encanta la idea de la rueda y coinciden, y sí, digamos que es una coincidencia entre la injusticia humana y la caprichosa fortuna.
   Porque al mismo tiempo hubo 100 implicados, empezaron a salir 100 hombres y a la persecución sexual-moral se unió la cuestión racial. Había 100 implicados pero no ajusticiaron a ningún español, a ningún criollo y tampoco a nadie de la Iglesia, hicieron perdedizos sus expedientes.
   Que fuera sodomita un español, un peninsular o un criollo, dañaba la imagen de virilidad, jugaba en su propia contra, entonces acabaron ajusticiando solamente a indios, mestizos y mulatos.
   Hubo gente a la cual la Fortuna, aunque estuvo dentro del proceso, le sonrío, en parte también por la injusticia de este mundo.

De contradicciones
Fabre destacó cómo el registro de la terrible muerte de Cotita de la Encarnación y los 13 mozuelos que de cotidiano la frecuentaban o acompañaban pone de manifiesto dos aspectos: lo permisiva y al mismo tiempo lo represora que era la sociedad en la Nueva España del siglo XVII.
   “En parte lo interesante de esto es que es una contradicción. Hubiese sido preferible que no hubiera sucedido nunca pero lo interesante es que al final por haber querido borrar a estos sodomitas del planeta Tierra los hicieron perdurar y quedaron de alguna manera estos testimonios sin los que no sabríamos cómo eran las relaciones afectivas de los sodomitas del siglo XVII.
   “Siempre he creído que la poesía es memoria, básicamente desde su aparición fijaba el lenguaje a través de ciertos recursos mnemotécnicos, me parecía que también por eso hacerlo desde la poesía sería interesante, a manera de una especie de monumento a los caídos”.
   El autor destacó que fue justamente a través de la palabra que quedó la memoria de estos hechos en los que perecieron solo 14 de los 100 implicados que resultaron en el caso iniciado por una lavandera: Juan de Herrera, otra ciudadana que de desconocida pasó a histórica y luego fue rescatada por la investigación de Gruzinski.
   “No sé por qué no se leyó como se deberían leer estos hallazgos historiográficos de Gruzinski. La primera lectura que tuve al encontrarme con estas cosas fue ver a la Nueva España como una sociedad altamente represiva —y sí, por supuesto— pero una lectura más profunda y conversando con Gruzinski —tuve la oportunidad de platicar después con él— esto también viene a contradecir un poco la idea de una sociedad totalmente represiva en el sentido de que si lees los testimonios te das cuenta de que los sodomitas eran bastante visibles y tolerados dentro de la ciudad. Si tú te fijas en cómo describen a Cotita, era una loca hecha y derecha, una escandalosa que se ponía unas cintas amarradas y ‘loqueaba’ todo el día y todo mundo la conocía y a todo mundo le decía ‘mi alma, mi corazón’ y recibía visitas, todos los vecinos lo sabían y nunca tuvo problemas. El problema fue que alguien fue a denunciar, y en ese momento se echó a andar toda la maquinaria.
   “Dentro de las investigaciones también me topé con casos que ya no entraron porque eran tiempo después, por ejemplo: detuvieron a un negro que se travestía y se prostituía en el Zócalo, en el siglo XVIII. Había una circulación de estas cosas y también fue la misma sociedad que permite a Sor Juana y de algún modo luego la destruye, también es una cuestión bastante ruidosa y bastante escandalosa en muchos niveles. Sí, hay un sistema de represión que es brutal pero además convive con un espacio de visibilidad y tolerancia extraño, una ciudad barroca finalmente.

—Un episodio similar en muchos aspectos y mucho más recordado es el Baile de los 41 casi al final del Porfiriato…
Los 41 son más visibles por la burla, por el grabado de Posada y demás. Otra vez los que los reprimen los vuelven a hacer visibles y está el ensayo sensacional de Monsiváis al respecto: Lo marginal en el centro. Se puede ir trazando una tradición finalmente.
   Yo en mis sueños decía: ‘Por favor, pregúntele a Carlos Monsiváis, a él seguro sí le va a gustar’, creo que no estaba nada equivocado mi inconsciente.

—En Youtube hay un video de la participación en el Festival Poesía en Voz Alta de Casa del Lago, ¿el espectáculo a presentarse en el FIC va a ser algo parecido?
Va a ser totalmente otra cosa, empezando porque el poema es una relectura del auto sacramental y tiene una vocación de espectáculo. Yo lo que hice fue mucho más simple y más desde la poesía en voz alta y me gustó esta cosa de combinar voces y demás, pero nadie estamos en personaje, incluso los personajes estaban de manera muy extraña acomodados porque no tenía que ver con que alguien fuera determinada voz sino tenía que ver con donde aparecía la palabra ‘dice’, en ese momento cambiábamos de voz, para hacerlo más arbitrario.
   En el caso de lo que va a hacer Les Cris du Paris, tengo entendido —platiqué con el director escénico— que va hacer algo mucho más musical, que es un poco lo que ellos hacen. Y decíamos de broma: ‘¿Cómo le ponemos? ¿La sodomía. El musical?’ (risas). Curiosamente un día Rafael Lemus me dijo que lo mío era el teatro musical y creo que tiene la razón.
   (Será) con música de la época y cantantes y actores que creo que más que actuarlo, tengo entendido, va a ser un espectáculo desde la cuestión sonora, leer el poema, cantarlo y demás, habrá una suerte de proyecciones pero creo que va a ser una cosa bastante más dada hacia la música.


Foto: Cortesía, Luis Felipe Fabre

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