Entrevista con el pintor Ricardo Pollman
Bien podría decirse que Ricardo Pollman es un artista
multidisciplinario pero el término ‘artista’ no le gusta, prefiere presentarse como
pintor aunque su labor va más allá del lienzo.
Con una concepción integral del quehacer artístico en lo
que a plástica se refiere, el joven nacido en Morelia está consolidando una
carrera de una manera que podría calificarse como independiente.
Alejado de galerías y apoyos institucionales ha llevado sus
obras al sector privado encontrando que cuando de arte se trata no es necesario
entender sobre técnicas y estilos sino simplemente sentir el mensaje que el
lienzo trasmite.
Y así como la manera de llevar su carrera es un tanto fuera
de lo común, también lo fue su llegada a la plástica, “nunca pensé dedicarme a ello
porque yo estudié Diseño Industrial, pero realmente hubo un momento en el que
yo estaba preparado y empecé mi carrera”.
Durante largo tiempo Pollman sabía que algo faltaba pero
no identificaba qué era hasta que un día frente al caballete lo entendió.
“El primer cuadro que hice yo creo que saqué lo que tenía
adentro, después le puse un nombre pero ya por lo que salió, llama Fobia, es un
cuadro que inclusive regalé.
“Era una persona diferente en ese momento porque
realmente no quería dedicarme a las artes, uno tiene la idea de ser como los
papás, empresario o una cosa así, y realmente sí lidié mucho antes de dedicarme
a lo que me dedico tenía muchas depresiones, haz de cuenta que tenía un león
adentro y tenía que sacarlo”.
En esa pieza pueden verse dos rostros con una expresión inquietante
y desesperada; están sobre un fondo de tono oscuro que añade tensión a la
composición.
“Cuando vio ese cuadro mi mamá, como yo nunca había
pintado, pensó que estaba loco y en ese tiempo yo ya vivía solo y como siempre
he sido una persona muy solitaria que puede estar semanas enteras solo,
encerrado, dijo ‘algo te está pasando’, pero fue mi transformación, yo creo que
es como cuando uno se aguanta mucho de algo y de repente explota.
“Yo creo que eso fue lo que pasó y por eso yo creo que he
avanzado mucho, después de ahí no hago otra cosa en el día, me divierto tanto y
es tan interesante que me levanto y lo hago, cuando descanso lo sigo haciendo,
o sea no hago otra cosa, entonces tengo tantos planes y tantos proyectos que no
quiero distraerme, y a parte que empecé un poco tarde, no fue como Mozart que
empiezas a los cuatro años y ya hiciste una obra, fue tarde porque este mundo
es muy difícil”.
La llegada
Radicado actualmente en Monterrey, Ricardo Pollman estuvo
estudiando Diseño industrial en el Centro de Estudios Superiores de Diseño de
Monterrey (Cedim) y esa formación de alguna manera le sirvió en ciertos
aspectos técnicos al encontrar el alivio de la pintura.
“Tenía tantas ganas reunidas o tanta explosión por dentro
que no me costó mucho trabajo porque sabía lo que no quería hacer. Tenia muchas
ganas reunidas, mucha inspiración adentro, muchas ideas. Sabía lo que no quería
hacer y eso me ayudó mucho a explorarme”.
Al no tener en su entorno gente dedicada a la creación
plástica Pollman echó mano de gente que tiene conocimientos en disciplinas que
a él le parecen complementarias y básicas para el quehacer pictórico: Historia,
música y filosofía.
“En materiales me ayudó mucho el hecho de haber estudiado
diseño industrial y tener abierto el panorama, sobre todo por la calidad, no
tanto por la experimentación, me basaba mucho en que si hacemos un marco que
vaya con el lugar, que si se pone la iluminación que sea así o asá, o que la
presentación sea profesional, de eso me ayudó mucho a crecer mi trabajo”.
-¿Qué era lo que no quería hacer?
He visto mucho como en todo tipo de artes hoy en día se
han vuelto muy personales, muy guiados hacia ciertos sectores, ciertos grupos,
yo que tuve esta educación más como de historia de la música, de la opera, he
visto como la ópera hacía papeles muy interesantes en la historia por el hecho
de su apertura con el público, es un lenguaje universal, un cuadro debe tener
la posibilidad de estudiarlo pero no se debe nada más estudiar.
Una gran pieza como una novena sinfonía hasta una persona
que no sepa de música le llega, entonces yo entendía que quería buscar un
lenguaje universal como es la música y quería que no se volviera de grupos
cerrados porque eso hace que la gente no lo quiera ver, le tienen miedo, les
tienen pavor a estos lugares. Yo sabía que no quería seguir el camino de las
artes plásticas, de los museos, de los galeristas… hasta ahora no ha
funcionado, por eso las artes plásticas van para abajo, yo sabía que no quería
ese camino y eso me ayudó mucho porque nunca fui con galeristas y nunca fui con
gobierno, siempre fui con empresarios, siempre trabaje con otro tipo de tratos.
Yo creo que las artes pueden crecer muy rápido como lo hacia la ópera, con el
mercado, con empresarios.
“Me salí seis meses antes de graduarme (de Diseño
industrial) porque ya mi trabajo no me dejaba hacer las dos cosas a la vez,
entonces tuve que elegir entre uno u otra cosa y realmente la pintura podía
vivir con ello y podía avanzar mucho, y dije ‘yo no quiero un papelito que me
diga qué voy a ser’, y aparte sí salí un poco mal porque ya mis ideas no
estaban mucho con los ideales de la escuela”.
Ricardo tenía 19 años de edad cuando decidió romper con
ideas preconcebidas y la presión del entorno para dedicarse a la pintura, de
eso han pasado siete años y el resultado ha sido bueno.
Obras multimedia
Las pinturas de Pollman van más allá del lienzo. Cada que
alguien le encarga una pintura él les entrega además una carpeta que registra
todo el proceso de creación además de generar videos musicalizados que se
comparten vía Internet.
“El cuadro que acabo de entregar antes de venirme es
sobre un libro que se llama Los 12 Césares, por ejemplo el cliente me pide algo
sobre Roma -son de formato muy grande, por ejemplo estos (los Césares) son de
tamaño real- entonces yo me pongo a estudiar temas que podrían ser importantes
en esa época para no hacer una escena típica. Yo le decía a mi cliente, ‘la
película del Gladiador cualquier escena es mejor que una pintura’, hay que hacer lo que la fotografía no puede
hacer”.
El proceso involucra realizar una investigación sobre el tema
a pintar, luego se realizan varios bocetos y todo eso se entrega como un libro
en copia única para darle más valor y conocer de dónde viene esa pieza.
Pero las obras de Pollman no son solo lienzo, textos e
imágenes, también tienen música. “El libro te da toda la información y la
música te da la emotividad. Es decir ‘¿cómo puedo sentirme en Roma?’, la música
es algo que te ayuda a viajar a otras épocas y a otros sentimientos, así que no
tengo que usar mis sentimientos, tengo que usar los sentimientos de las obras y
eso me gusta porque me ayuda a trabajar todo tipo de temas, puedo tomar hasta
retratos inclusive uno puedo usar elementos externos a las artes plásticas para
cerrar un proyecto.
“Me ayuda mucho entregar todas estas cosas y también se
hacen videos de cómo se hace el cuadro, eso ayuda porque en vez de hacer
exposiciones todo este material puede viajar por medio de las redes”.
-¿Desde que empezó a pintar lo hace así?
Me ayudó mucho entender cómo funciona la mercadotecnia en
el mundo comercial, cómo funcionan las marcas, cómo funciona una marca como BMW
o una marca cara de ropa, cómo a través del branding elevan las cosas, y digo
‘esta es un arma en nuestro poder’ y nunca ha sido explorada en las artes
porque da miedo que a veces las artes se vuelvan muy comerciales pero creo que
si uno realmente aprende de las marcas, que a pesar de ser comerciales siguen
siendo dignas y siguen siendo de muy alta calidad, uno puede lograr que su
pintura pueda elevarse así.
Yo creo que ha sido un trabajo diferente y se une la
tecnología, y se hacen cosas muy interesantes. Un cantante saca un video y todo
mundo lo ve y una pintura solamente se queda en un lugar, entonces es un
problema que la música sí ha solucionado, inclusive la música clásica también,
pero la pintura tiene este tope, el chiste es rebasarlo y aprovechar los medios
para tener una difusión más fuerte.
El joven creador se dijo también convencido de que se
debe entender al hombre actual que sigue siendo visual pero ya no a un 100 por
ciento. “También tiene audición, sabores, tacto, hay que aprovechar lo que hace
el cine: hay vestuario, hay literatura, hay música, hay actuación y la gente
entiende el cine pero a veces no entiende la pintura porque no tiene todos
estos elementos, entonces yo a veces le sumo estos elementos y la red o los
medios multimedia ayudan a hacer esto”.
Sonoridad plástica
“La música me estimula el cerebro de alguna manera que puedo
yo crear muchas imágenes en mi cabeza, sin música realmente no siento nada,
estoy como apagado, entonces todos los días me visto de la música que necesito,
si voy a hacer un réquiem o si voy a hacer algo muy duro escucho música que
realmente me lleve al infierno o que me haga sentir como un villano, relamente
hay que actuar y la música es la que estimula esta parte”.
Ricardo Pollman crea y recrea ambientes y espacios para la
generación de sus obras. A través de sonidos y aromas logra sentirse como es necesario
y plasmar esos sentimientos en la pieza.
La música es tan importante que también ha trabajado de
la mano de orquestas en un espectáculo que es también un tanto performance.
Mientras los intérpretes tocan las piezas con sus instrumentos Ricardo trabaja en
un lienzo y permite al público ver en acción a dos de las bellas artes.
“Cuando yo empecé a trabajar empecé con orquestas y eso
me ayudaba mucho a que la gente viera cómo se desarrollaban las ideas, viera
cómo era mi pasión por la música y al principio de mi carrera llevé todo a algo
más de show.
“Hice algunos 40 performance pero ya solamente hago muy
cuidadosamente cuando tengo la apertura de una exposición en un museo o algo
así porque me volví que todo sea del concepto, que los cuadros y la música sean
del mismo tema y cuando me empezaron a invitar a abrir catas de vino o cosas
así se empezó a volver algo que no quería, yo no quería ser el payaso que inflaba
los globos en una fiesta.
“(Trabajarlo así) es un buen método para darte a conocer
en un espacio donde la gente cree no entender la pintura y se da cuenta que no
es de entender es solamente de sentir y es algo muy divertido la verdad, y
bueno, es algo que me abrió las puertas cuando empecé mi carrera y todavía lo hago
pero muy de vez en cuando”.
-En la obra personal, ¿con que elementos se rodea?
No he tenido mucha chance de hacer (obra que no sea por
encargo) pero sigue siendo lo mismo, inclusive más todavía. El año pasado
estuve en Alemania y conocí una pieza musical en una iglesia, un concierto de
órgano que se llama Chacona, cuando escuché las piezas se me vino a la cabeza
toda una historia de cómo han llegado los organistas a la gloria por medio del
órgano, entonces hice todo un libro y un concepto para transcribir esas piezas,
esos sentimientos, a un monumento hacia el órgano y puse a todos los organistas
escalando el órgano y a los ángeles ayudándoles como diciendo, ‘a través del
órgano alcanzaron la eternidad’ porque sus almas siguen vivas, entonces son
este tipo de ideas que siempre surgen a partir de la música.
Mis obras personales siempre son transcripciones muy
literales, ahorita estoy haciendo la transcripción de la opera completa de
Carmen -son 40 obras muy grandes-, me ha costado trabajo terminar la idea pero
son proyectos que yo tengo no para venderlos sino para que sean itinerantes en
diferentes ciudades que den trabajo a orquestas, que den trabajo a la gente de
los estados y puedan viajar por todos lados.
-Cuando no se trata de trabajo ¿qué música escucha?
Es que casi nunca hay no trabajo (risas), no me puedo
cambiar de mood, cuando por ejemplo ahora que estuve haciendo lo de Roma,
durante una etapa de tres meses realmente era un romano y tenía que escuchar
música antigua romana o música de soundtracks como de James Horner, que
hablaran sobre Troya o sobre el gladiador, porque necesito mantenerme
estimulado, no me puedo perder de lo que estoy trabajando.
Ahorita estoy trabajando los cuatro evangelios y san
Agustín y desde temprano estoy con pura música sacra, cantatas y todo esto, y
no me gusta desviarme porque realmente lo disfruto mucho, me gusta meterme en
ese mundo y hasta que no acabe ya me puedo ir a otro mundo, y es lo padre
porque realmente vives alrededor de la obra, no es nada más ‘lo pinto’ sino que
lo comes, lo vives así.
Yo soy mucho de prender velas en el taller y realmente
tienes que estar en ese ambiente, está padre, no sé la cordura cuánto me vaya a
durar haciendo eso (risas) pero realmente viajas por el mundo y por la historia
haciendo eso.
-¿Cómo ve el mercado del arte?, ¿la gente está abierta a
comprar?
Afortunadamente sí. Yo creo que se debe muchísimo a qué
tanto le atrae a la gente el trabajo, que es la parte principal, pero yo
siempre he pensado que en toda la historia siempre se trabajó así, solamente
desde hace 100 años se trabaja con galeristas, pero siempre se trabajó por
medio de las funciones, ‘hazme una última cena’ y si sale, sale, si no adiós, o
sea, no había alguien que diga ‘esto es bueno’, para que todo mundo crea que es
bueno.
Yo creo que en esta etapa de la historia en la que
tenemos acceso a toda la información y sobre todo que la gente busca innovación
y hay tanto potencial en la construcción de las cosas, siento que el sobre
pedido o ser independiente va a funcionar mucho porque el arte es un gran
negocio si se sabe manejar, como una empresa, es una manera muy importante de
que las artes evolucionen, la música sí lo hizo, pero las artes no, fueron muy
dependientes de otras personas, creo que es una nueva oportunidad para las
artes de ser independientes.
Entregado
Ricardo Pollman trabaja exclusivamente con acrílico, un
material que le parece más duradero y con potencial aún por descubrir y que
además le permite crear de manera más rápida que el óleo.
El apasionamiento de este joven al crear es evidente, sin
embargo no cree que el quehacer artístico se algo que se pueda definir.
“Una idea de las que tengo es que una persona que tiene
una pasión en la vida, que yo creo que eso es lo más importante, cuando tienes
una pasión tu área de estudio se vuelve todo y cada vez que quería reflexionar
más lo mío, empiezas a estudiar psicología, literatura, se expande tanto que yo
creo que las artes no son artes, es un todo, porque tu área se vuelve todo y yo
creo que uno solamente es un explorador que puede llevar la información a algo,
presentarlo en algo, pero realmente yo no soy un generador de ideas o de cosas
creativas, solamente aprendo y transcribo, lo pongo de otra manera.
“Yo nunca he sido un pintor hiperrealista o que hace
elefantes con corcholatas, que es el arte moderno, yo creo que si me pongo con
alguien que estudió artes y que es artista conceptual y todo eso, yo creo que
somos personas totalmente diferentes porque, no sé, siento que mi método es muy
clásico, es muy antiguo, y realmente me dedico a aprender, inclusive el nombre
de artista no me gusta, yo siempre he dicho ‘artista Ricky Martin o una cosa
así’, pero hoy en día creo que, inclusive yo le llamo composiciones, no
pinturas, entonces tal vez por eso lo veo diferente, alguien me preguntaba un
día sobre mi filosofía y le digo ‘cómo voy a tener una filosofía si tengo 26
años’, inclusive aunque tenga 99 podría decir algunas ideas pero no puedo
concretizar nada”.
-¿Con qué termino se siente cómodo?
Yo siempre me presento como pintor, aunque siempre dicen
de brocha gorda, compositor uno diría que es de música, yo siento que soy
pintor a final de cuentas, pintor y lo que realizo tal vez son composiciones o pinturas.
Hay una persona que me dice que lo que yo hago al final
son ensayos sobre temas, como tiene la parte escrita, musical, la
investigación, la pintura realmente son ensayos y me gustó el concepto porque
realmente son ensayos, entonces tal vez un pintor puede hacer más que murales o
pintura, tal vez puede dedicarse a abrir su panorama a decir ‘hay que meter un
poquito de música, de pintura, de gastronomía’ y compones las cosas y bueno
pintor es lo más común.
Asignatura pendiente
Hace 26 años años Ricardo Pollman nació en Morelia y
desde hace siete está dedicado al arte, sin embargo hasta ahora no ha exhibido
su obra plástica en su tierra natal.
“La verdad es que cuando me fui hace como ocho años
realmente le perdí mucho la pista a Morelia y como nunca conocí a Morelia del
lado de pintura y todo eso, realmente no. Sí lo pienso hacer pero hay mucho
tiempo para eso y yo sé que Morelia no ha tenido las cosas fáciles últimamente
con tanto relajo y no es un momento en que la gente o tal vez sí, tal vez es el
mejor momento pero como no he tenido la cercanía no sabría ni por donde
empezar, siempre he pensado que es más fácil cuando llegas ya entero y
terminado que tratar de crecer donde tú naciste, nunca es fácil, pero sí lo pienso
hacer, sí he tenido algunos clientes aquí en Morelia pero es que como es
privado no se da conocer”.
Sin embargo para trabajar sí acude a tierras michoacanas
porque el clima de Monterrey no le ayuda mucho. “Hace mucho calor allá me
vuelvo loco y Morelia tiene el mejor clima del mundo, tengo un taller entre
Pátzcuaro y Morelia, es un rancho y ahí me quedo, pienso quedarme ahora dos
meses a trabajar, entonces me olvido de la ciudad, me olvido de todo y me puedo
encerrar allá a hacer mis pedidos para cambiar un poquito de aires porque a
veces Monterrey es cansadísimo, no soy mucho de ciudad entonces necesito paz y
todo eso”.
Qué orgullo tener este gran talento de pintor en México. Es encontrar arte y vida en cada una de sus obras.
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