Comentario sobre el libro La hermandad
El caos de Khaos
Luego de leer La hermandad (Duomo Ediciones) de Marcos
Chicot hay algo que queda claro: lo único eterno son las ideas.
Aunque se trata de historias autoconclusivas El asesinato
de Pitágoras, primera novela de Chicot, y La hermandad están ligadas tanto en
el tono como por algunos de los personajes que se mantienen de una a otra y
continúan viva la lucha por el conocimiento y la prevalencia del orden.
En el caso de la segunda publicación del autor español la
trama se desarrolla en dos momentos separados por 2 mil 500 años pero
estrechamente ligados por la sensación de peligro y por la manera en que el
caos se asoma en la existencia de quienes protagonizan la trama.
Fiel a su ideario y estilo, Chicot vuelve a entregar un
libro en el que se entrelazan ficción, realidad, investigación histórica y
temas que lo apasionan, en este caso la psicología clínica.
Pitágoras vuelve a estar presente aunque de manera
velada, son sus ideas y sus enseñanzas las que están más visibles y trascienden
tiempo y espacio hasta llegar a la España actual en la que en medio de la
crisis resurge un enemigo antiquísimo que ha tenido tiempo para perfeccionar
sus herramientas y acendrar su odio.
El sabio griego pudo contener en su momento el embate de
quienes consideraron como ilusa su ideología, ahora que ya no está físicamente,
¿será suficiente con su filosofía para hacer frente a la amenaza?
El presentimiento
Akenón y Ariadna, yerno e hija, respectivamente, de
Pitágoras, son de nueva cuenta personajes principales en La hermandad. La nueva
novela los alcanza cuando, tres años después de todo lo sucedido en El
asesinato de Pitágoras, viven en Cártago y tienen un hijo. Su existencia parece sosegada y feliz pero
una súbita amenaza hace que todo lo que tenían por cierto se tambalee.
La guerra que inicia de pronto y que destruye la
tranquilidad de la descendencia de Pitágoras, tiene alcances inimaginables,
comienza en una ciudad antigua y señorial pero se mantiene hasta la actualidad
donde alcanza a Elena, Daniel e Irina, tres jóvenes con grandes capacidades que
podrían tener, sin saber, la clave para terminarla.
Ariadna recibe un mensaje terrible que tiene además un
pentáculo invertido, la manera en la que un viejo enemigo se identificaba. Tres
años atrás pudieron detenerlo y malograr sus herramientas de poder y seducción:
los ojos y la lengua. Parece imposible que en las condiciones actuales sea
capaz de convertirse de nuevo en una amenaza a considerar, sin embargo, el
símbolo no deja lugar a dudas.
La vida como Ariadna la conocía casi llegó a su fin
cuando se enfrentó por primera vez a quien se llama ahora Khaos. Su existencia
de nuevo parece estar en peligro, pero, ¿será realmente esa figura hostil,
cruel y despiadada la causante de su mal presentimiento?
Mientras tanto, en la actualidad, Irina, Daniel y Elena
tienen cada uno sus propios problemas y están concentrados en ellos, sin
embargo, sus vidas están a punto de cambiar para siempre. El lector los conoce
en los momentos previos a ese impacto que removerá todo.
¿A quién culpar y cómo hacerlo? El enemigo permanece
oculto, es una sombra que acecha con los ojos fijos en su presa: la herramienta
para perfeccionar el conocimiento.
La lucha
Sin ser oficialmente una secuela, La hermandad
complementa la historia que cautivó a miles de lectores: El asesinato de
Pitágoras. Esos, llamémosles así, fans cautivos de Marcos Chicot van a
encontrar en esta segunda novela elementos y personajes ya conocidos pero se
enfrentarán a situaciones que van más allá de lo que podría esperarse de una
simple continuación.
Como ya se dijo, este nuevo libro del autor español que
llega a México gracias a editorial Oceano, está narrado en dos momentos
diferentes que se unen por el hecho de que son dos extremos de una misma
situación: el origen y el posible final.
Página tras página el lector irá del año 507 antes de
Cristo a la actualidad, y de Cártago a Madrid. Esos dos momentos y lugares, a 2
mil 500 años de distancia, están unidos irremediablemente. Poco a poco, se
descubrirán los hilos que tienen ‘amarrados’ a Ariadna y Akenón con Daniel,
Elena e Irina.
Un punto destacable es el ritmo vertiginoso que tiene La
hermandad, se sucede una acción tras otra, como piezas de dominó cayendo, para
dar pie al calculado caos que Khaos desea instaurar.
Esa sensación de correr, correr y no terminar de llegar
se puede experimentar mucho más al leer la parte de la novela que lleva al
lector al año 507 antes de Cristo. En apenas unas horas la realidad de los
protagonistas resulta devastada y tendrán que librar una carrera contra el
reloj para intentar rescatar aunque sea un poco de lo que tenían.
Aunado a lo anterior están las certeras y crueles
descripciones que realiza Chicot de las escenas descritas en las páginas de su
novela. La forma en que están construidas esas imágenes que se materializan en
la mente del lector hace que se sienta el sudor, se padezca el frío y sangren
profusamente las heridas.
Lo cierto es que ese juego mental que logra el nacido en
Madrid en las páginas de su segunda novela hace buena mancuerna con la esencia
de lo narrado pues aunque hay golpes, sangre y muerte, la batalla que más importa,
la verdadera, es la que se libra en el intelecto.
Como ya se dijo, La hermandad es una mezcla de realidad, ficción, ciencia, fantasía y hasta posesión. Un coctel literario que sin duda dejará mareado a más de alguno y hará que en la resaca, el lector empiece a cuestionarse sobre lo que la novela le planteó. ¿Soy realmente yo, o soy la mera réplica de una idea surgida hace más de dos milenios?
Como ya se dijo, La hermandad es una mezcla de realidad, ficción, ciencia, fantasía y hasta posesión. Un coctel literario que sin duda dejará mareado a más de alguno y hará que en la resaca, el lector empiece a cuestionarse sobre lo que la novela le planteó. ¿Soy realmente yo, o soy la mera réplica de una idea surgida hace más de dos milenios?
Foto: Tomada de http://www.oceano.com.mx/
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