Comentario sobre el libro Hackers del fin del mundo
Naucalpan, Anawak
Aunque es bien aceptada la certeza de la frase “la
realidad supera a la ficción”, cuando alguien se encuentra con historias como
la narrada por Ruy Xoconostle en Hackers del fin del mundo. Operación Overlook (Destino)
no puede sino desear que esa expresión pierda veracidad.
Su libro —una reedición de Hackers del arcoíris— presenta
una espeluznante y a la vez divertida ucronía (mezclada con distopía) en la que
el caos actual de México resulta totalmente rebasado.
El tomo, primero de una posible saga dirigida a un público
juvenil, tiene como protagonistas a los hijos de Makívar, cuatro hermanos con
habilidades especiales que luego de la muerte de su padre tienen que
enfrentarse al mundo en medio de una vorágine de sentimientos y decepciones,
que los lleva a encarar de una manera distinta las misiones especiales a las
que se dedican.
En este futuro propuesto por Xoconostle, el narco sigue
siendo una amenaza pero ahora es solo una de tantas, su papel de villanía está
compartido con la guerilla separatista que dividió y renombró a México, y con
los telépatas, personas que tienen la capacidad de desatar una fuerza
destructiva con solo pensarlo.
El escenario no es nada alentador, pero a pesar de esto
todo sigue. La gente se sigue enamorando, peleando, casando, separando,
muriendo… en una palabra, viviendo.
Una ficción como la de Ruy es divertida de leer pero
mejor será que se quede en el papel y que nunca se vea superada por la
realidad, o quizás ya es muy tarde para una petición así.
Los dorsai
“Cuatro hermanos haciéndole frente a la vida” es una de
las maneras en las que nos podíamos referir a Hackers del fin del mundo.
Operación Overlook.
El libro es una muy bien construida ucronía, es decir,
algo pasó de manera distinta hace décadas y ahora México se llama Anawak y un
Estado separatista inició una guerrilla que logró la división de una parte del
territorio, que ha sido renombrada como País de Penn y que continúa peleando
por expandir su influencia.
En medio de esta situación están los hermanos Makívar,
quienes —se enterará el lector desde la primera página—, acaban de perder a su
padre, Paulo, un inmigrante chileno avecindado desde hace décadas en el país.
Pero no es un migrante cualquiera, se trata de un dorsai, una especie de
guerrero superdotado de fuerza y resistencia cuyas habilidades es necesario
controlar por medio de la meditación y la concentración.
En Anawak, hay que decirlo aunque resulte obvio, todo es
posible, por lo que la existencia de esta clase especial de humanos no resulta
algo que llame demasiado la atención, sin embargo, sí resulta escandaloso para
sus vecinos el proceder de los hijos de Makívar, quienes son vistos, en el mejor
de los casos, como personas de cuidado a las que es mejor no molestar. Pero
aunque adolescencia y superfuerza no resulta una combinación ideal, las
tropelías de los protagonistas no son ni terribles ni irremediables.
Paulo Makívar ha hecho un buen trabajo con sus hijos, la
guía y los consejos que les ha dado tanto en casa como en las misiones
especiales en las que los formó dejaron una huella indeleble en quienes han de
continuar con su labor.
La camaradería y las peleas por igual forman parte del cariño
que existe entre los hermanos y forman una especie de ying y yang que
equilibran la magnífica fuerza y habilidades de Pabli, Xolo, Brian y El
Veterano.
De cuidado
La vida en Anawak no es sencilla, mucho menos en el País
de Penn, y si a esa dificultad general se le añade la posesión de habilidades
superiores no tan sencillas de controlar, todo acaba de cabeza.
Hackers del fin del mundo. Operación Overlook es una
divertida y bien construida novela que apela al público juvenil pero que puede
encontrar resonancia en lectores de todas las edades, ya sea porque está
viviendo la difícil etapa de la adolescencia como Pabli, el narrador principal,
o porque quiera recordar esa época en la que los videojuegos y besarse con la
novia era lo único deseable y necesario.
Como ya se dijo, el libro presenta un futuro distópico en
el que México ya no es México y en el que la principal amenaza son los
telépatas, personajes con una gran fuerza mental que sirve para mover cosas de
lugar pero no objetos simples sino edificios, ciudades y hasta estados enteros.
Así como los dorsai aceptan la necesidad de aprender a
controlarse, los telépatas deciden no hacerlo y con solo pensar en ello son
capaces de causar grandes destrozos donde deseen y como deseen. Es ahí donde
entran en acción los hijos de Makívar, quienes ya sin su padre cambian de giro
y hacen de la caza de telépatas su especialidad.
Un descubrimiento fortuito y afortunado les dará la clave
para convertirse en los mejores del negocio y por lo tanto los más buscados, tanto
por agencias del gobierno de Anawak como por sus contrapartes en el País de
Penn.
Los hijos de Makívar resultan necesarios en ambos lados
de la frontera por lo que de entrada no tendrán que elegir un bando, sin
embargo, llegará el momento en el que el enemigo sea común y ellos la única
opción de vencerlo.
Como ya se mencionó este nuevo libro de Xoconostle es una
reedición de su serie ya publicada con el nombre de Hackers del arcoíris que
tiene dos volúmenes, sin embargo, esa primera versión era más adulta, tenía
menciones de drogas, sexo y violencia, elementos que no están presentes en esta
edición.
Esta, señalada por el autor como una versión 3.2 de la
historia, apunta a un público juvenil que recién salió de la adolescencia y que
se podrá identificar fácilmente con la voz fresca de Pabli Makívar quien se
cuestiona todo y cuya inteligencia y capacidad de deducción serán armas que no
podrá usar cuando se enamore.
Los sentimientos influyen para bien o para mal en
cualquiera y Pabli no es la excepción. Ve a Starla como única y lo es para él,
sin embargo, su relación no será tan sencilla al compartir ambos la rebeldía
contra lo establecido.
El corazón le juega en contra, a ratos, al protagonista
del libro, sin embargo, ese órgano palpitante no será el principal enemigo a
vencer. La verdadera amenaza, la que puede acabar con todo y con todos tienen
otro nombre: Frank Chibi, un personaje que hace una irrupción violenta y
contundente en un momento en el que lector no hace sino pedir más pero cuando
las páginas están por acabársele.
El público juvenil, como ya se dijo, encontrará una
afinidad casi inmediata con Pabli, sin embargo, cualquiera podrá verse
reflejado en las páginas de esta novela de Ruy Xoconostle, quien tuvo el bueno
tino de centrar su historia en algo que todos debemos hacer en un momento u
otro: enfrentar a los demonios.
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