Entrevista con Édgar Omar Avilés
Fantásticas posibilidades
El Conservatorio de Las Rosas, ese lugar en el que la
música parece obrar milagros o crear mundos fantásticos nota a nota fue el
espacio ideal para que el escritor michoacano Édgar Omar Avilés hablara para
PROVINCIA sobre su reciente triunfo con el Premio Nacional de Cuento Fantástico
y Ciencia Ficción que este año llegó a su edición 30.
El pasado 18 de noviembre en la Biblioteca Palafoxiana de
Puebla, un recinto que detenta muchos incunables, fue a donde Avilés acudió
para la recepción del galardón, uno que, dijo, es muy querido entre los
creadores de tramas del género al que va dirigido.
Aunque la distinción únicamente incluye un monto
económico y no la publicación del texto, esto último es algo que el joven autor
buscará el próximo año, ya que el cuento triunfador forma parte de un libro de narraciones cortas.
Ancho, alto y fondo
Édgar Omar Avilés compartió que la historia con la que
obtuvo el Premio Nacional de Cuento Fantástico y Ciencia Ficción —que convoca
el gobierno del estado de Puebla— tiene una trama que ocurre a mitad del siglo
pasado.
“Pasan muchas cosas… podría decir que lo que es más
llamativo, lo que más lo vertebra es un anciano con su bisnieto que van por los
pueblos presentando un show, el show de los malabaristas.
“Para no decir spoilers solo diré que los malabaristas
son seres muy raros, muy asombrosos, y con las pelotas con las que hacen su
acto —son tres— forman a un ser que es un payaso, el payaso Crispín —con las
pelotas ancho, alto y fondo, así lo forman—. El payaso es realmente de lo que
los espectadores se ríen, hace puras tonterías, es un público muy poco educado
y no le pone mayor atención a los malabaristas. En donde realmente está el
misterio de lo que se va sabiendo en el cuento está en los malabaristas que
tiene que ver con ese anciano que tiene de alguna manera encerrados a los
malabaristas. Poco a poco se va viendo cómo es la relación de ellos con el
anciano y con el bisnieto”.
El autor comentó que es el bisnieto, un muchacho de 15
años de edad, “que recibe puros maltratos y golpes de su bisabuelo pero no
puede pegarle, no puede defenderse de él porque el anciano desde chiquito lo ha
amaestrado para que no pueda hacerle nada y le sirva casi como su esclavo”.
La querencia
El Premio Nacional de Cuento Fantástico y Ciencia
Ficción, recordó Avilés, llegó este año a su edición número 30, lo que ya lo
hace uno de los más tradicionales de los géneros a los que atiende.
“Hasta 1999 el premio se llamó Premio de Ciencia Ficción
de Puebla, y fue una época en que hubo un grupo de escritores de ciencia
ficción, un grupo muy unido. Fue como el boom de la ciencia ficción -del 94 al
99- y en ese entonces lo ganó Ignacio Padilla, José Luis Zárate, Horacio
Porcayo, Héctor Chavarría… a partir de 1999, o no sé si del 2000, el premio
pasó a ser Premio Nacional de Fantasía y Ciencia Ficción.
“Cambió de nombre, dieron posibilidades a la fantasía
también y se le considera como otro momento de este premio que es -al menos
entre las personas que escribimos- muy querido. Hace dos años que le subieron
el monto a 20 mil pesos, antes eran 10 mil o menos, y lo que importaba del
premio y lo que sigue importando, es el cariño que hay por este premio entre la
gente que escribimos cuento y más de ciencia ficción o de fantasía. Es un
premio de esos apreciados”.
—Por mucho tiempo se ha considerado, a pesar de la
existencia de premios como el que acaba de ganar, a la ciencia ficción y la
fantasía como géneros menores, ¿usted cómo lo ha vivido?
En realidad es un despropósito considerar que la fantasía
y la ciencia ficción son géneros menores. Recordemos a los bastiones del cuento
en México: Juan José Arreola —el mismo Pedro Páramo es una novela de fantasía,
aunque se nos olvide— Borges, Cortázar, Bioy Casares, fueron también escritores
de ciencia ficción y fantasía.
Si fuéramos al acto creativo, el acto creativo en sí
contempla todas las posibilidades, ya cuando uno considera quitarle ‘colores a
la paleta’, lo que me parece muy correcto, le quitas posibilidades de lo que no
puede pasar en este mundo y nos vamos al subgénero del realismo, que en
realidad si se fuera a hablar de un subgénero sería el realismo, en donde quitas
las otras posibilidades de lo que se puede hacer.
Avilés comentó que más de 90 por ciento de lo que ha
escrito es de fantasía, “pero no porque haya pensado en escribir fantasía,
simplemente he decidido no quitar las posibilidades de imaginar de esa manera
en lo que hago”.
—Esta decisión de no quitar ninguna posibilidad, ¿qué le
ha dejado como escritor?
Me ha dado la satisfacción de escribir lo que yo he
necesitado escribir, en primera. Yo considero que escribir una obra y sobre esa
obra encontrar quién apoye para editarla, aunque es parecido, es totalmente lo
contrario a escribir lo que te pide el mercado o lo que te pide el editor.
Lo que me ha dado escribir fantasía en un mundo en el que
está considerado como un género menor es que no me tengo que preocupar tanto
por satisfacer al mercado porque nunca lo he hecho y no están las editoriales
esperando a que yo publique algo o exigiéndome algún género o exigiéndome algo.
Lo que me ha dado hacer lo que hago es la satisfacción de
poder imaginar tanto como yo quiera y después investigar cómo lo publico o en
qué premio lo meto para ver si sale publicado.
—¿Cómo es su método de escritura?, ¿cree en la
inspiración?
Creo en el trabajo duro. No creo propiamente en la
inspiración pero sí en el oficio. A lo que voy con el oficio es que si uno
constantemente, durante años, está escribiendo y buscando historias y buscando
ideas tu cerebro empieza a trabajar de manera inconsciente, entonces en algún
momento mientras estás viendo, digamos, ese ‘chorrito de agua’, se te ocurre
algo.
Más que inspiración es que tu cabeza tiene el oficio de
constantemente estar buscando ideas, lo más parecido a inspiración será eso,
enseñarle al inconsciente a trabajar.
Luego de eso sigue el sentarse y forzarte a diario a
escribir y a diario corregir y a diario borrar y enojarte porque no te salen
las cosas. El oficio incluye también esa parte: escribir diario, aunque no
tengas ganas. Emborronar hasta que salga.
—¿Su faceta como lector va también encaminada a la
fantasía y la ciencia ficción primordialmente o va más allá?
Hay más. Por ejemplo algo que me gusta leer es poesía y
ensayo —ensayo escribo pero muy poquito—, me gusta leer mucho sobre todo de
filósofos modernos, y en poesía la poeta que más admiro es Alejandra Pizarnik,
también a Rosario Castellanos, Cesar Vallejo, Gonzalo Rojas y en literatura sí
me he ido decantando por la fantasía aunque también he leído con mucho gozo
literatura realista.
Más que buscar propiamente fantasía busco lecturas que
tengan muchas ideas. Disfruto mucho las ideas originales que pueden estar en el
realismo o en la fantasía.
La fantasía propiamente, como el acto de las cosas que no
son de este mundo, de principio me puede aburrir. Las historias que tienen que
ver con vampiros o con dragones me aburren mucho porque no encuentro ideas
nuevas.
La fantasía yo la veo como una forma de, como lector,
encontrar ideas, pero como escritor de poder proponer ideas, de poder imaginar
otras posibilidades y eso normalmente se me da imaginando y no preocupándome
porque pueda ocurrir eso en nuestro mundo o no. No soy precisamente un lector
de fantasía sino un lector de libros con muchas ideas.
—¿De su vida diaria han surgido historias para sus
cuentos?
Sí, pero de manera muy sublimada. Si la pregunta es que
si hay cosas autobiográficas en lo que hago la verdad es que mi vida no da para
hacer algo in-teresante (risas).
Alguna vez algún coraje, alguna tristeza o alguna alegría
se ven sublimadas. O en algunos cuentos hay partecitas de seres que quise
mucho. Hay un cuento que se llama El pantano de los peces esqueleto en el que
sale un anciano y es un anciano que tiene algo de la personalidad que yo
recuerdo de mi abuelo. O algunos personajes que tienen rasgos de alguna exnovia
o de algún amigo, pero no propiamente basados tal cual.
—Termina casi el año, ¿cómo cierra 2014 y cómo abrirá
2015?
Este año tiene que cerrar fuerte. Este año cierro con un
libro de cuentos y una novela terminados los dos, inéditos. Entonces en 2015
iniciaré algo más, probablemente una novela corta, mientras corrijo más esos
textos. Hasta que no salgan publicados los corregiré y los volveré a corregir
una vez publicados.
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