Entrevista con Manuel Marsol
Fantásticas realidades
Manuel Marsol, el turista, había visitado México hace
algunos años, ahora Manuel Marsol, el ilustrador premiado, visitó México por
primera vez en un viaje en el que, dijo, la alegría era parte importante de su
equipaje.
El nacido en España resultó ganador de la quinta edición
del concurso Iberoamérica Ilustra, un catálogo de ilustración de publicaciones
infantiles y juveniles. La propuesta de Marsol —en la que tanto el espectador
como los personajes creados están con un pie en la realidad y otro en la
fantasía— convenció a los cinco jurados que tasaron el trabajo de creadores de
18 países participantes.
La serie de Marsol, titulada La Casita, muestra a un ser
gigante que tiene un árbol en la cabeza y una curiosidad infantil tan
corpulenta como su dueño. Combinación de elementos que el creador dijo no estar
seguro de dónde provino.
Sobre la manera en la que trabaja y acerca de la
incomodidad que le causa una página en blanco, el artista madrileño habló para
PROVINCIA.
—¿Qué le representa el premio
recién obtenido?
Es una alegría
inmensa. Es una forma de difundir mi trabajo porque si no es por un premio así
es difícil que puedas llegar a tanta gente.
Yo tengo poco tiempo en el mundo de la ilustración, llevo
apenas dos años, antes trabajaba en publicidad, hacía anuncios de televisión y
para mí los premios han sido una manera un poco de darme a conocer y de tener
un poquito de visibilidad.
—¿Fue difícil decidirse a dejar la
publicidad?
Fue un poco más hacer caso a la vocación, a lo que
realmente me gusta. Cuando vas creciendo por la presión que hay en el colegio
nunca pensé que dedicarme a dibujar fuese algo serio, tenía ese tipo de miedos,
decir ‘parece que no es una profesión seria’ y al final uno termina dándose
cuenta de que lo que le gusta es eso.
La publicidad no es el
lugar ideal cuando uno tiene cierta vocación artística, ciertas ganas de hacer
algo personal, la publicidad no es el lugar porque hay muchas trabas fue un
paso que me costó darme cuenta pero siempre había estado ahí, cuando lo decidí
me di cuenta de que era lo correcto.
—Mencionó la presión que se ejerce
sobre los niños en el colegio, ¿alguna vez alguien le preguntó qué quería ser
de grande?
Sí, yo creo que cuando eres pequeño lo que te fascina es
lo que te hace imaginarte una profesión. En mi caso mis padres eran profesores
de historia del arte y por ejemplo la arqueología era algo que me gustaba
mucho, el mundo de Indiana Jones, el mundo de Heinrich Schliemannel descubridor
de Troya, todo ese tipo de historias me fascinaban y dibujar era algo que
siempre hice. Dibujar con mi padre es algo que hice mucho de pequeño, pero
nunca pensé que fuese real, siempre pensé en carreras más serias. Estudié
Publicidad y Comunicación Audiovisual y al final me cambié al dibujo.
—Trabajaba en lo que había estudiado y era un empleo que
le daba estabilidad, ¿aún así se sentía insatisfecho?
Sí, completamente. Es
que esa cosa de tener como una espinita, uno piensa ‘¿y si me dedicase a hacer
lo que realmente me gusta?’ y me lo preguntaba casi a diario.
Es verdad que la
estabilidad que tienes cuando trabajas en publicidad y las cosas te van bien no
es la misma que se puede tener ahora pero te compensa completamente estar
haciendo lo que te gusta.
Falta
mercado
Manuel Marsol comentó que en su país natal ve un gran
crecimiento y desarrollo en el mundo de la ilustración que cada vez cobra más
ímpetu y alcanza altos niveles de calidad.
“Yo creo que hay un nivel fantástico en lo que voy
conociendo tanto de ilustradores como de pequeñas editoriales que crecen. El
problema es que el mercado no está abasteciendo, no está dando salida a todo lo
bueno que hay pero el nivel es espectacular.
“Hay muchísima gente que me gusta lo que está haciendo,
las escuelas cada vez están más preparadas y las editoriales hacen trabajos
preciosos también. El problema es, yo creo, una cosa más de sociedad porque no
es un mercado que se tenga tan en cuenta como otros”.
—¿Qué le pareció el trabajo de los
otros seleccionados del catálogo de ilustración?
Me parece que se equivocaron dándome el premio (risas).
No, no sé, me gusta mucho, veo que hay nivel fantástico, por ejemplo Ana Pez es
una ilustradora española que está mencionada, me fascina su trabajo. No sé,
creo que hay cosas interesantísimas.
Uno cuando es el
responsable a veces le cuesta ver más y te ves al lado de toda esa gente y
dices ‘madre mía, ¿cómo me han elegido a mí?’, pero bueno, algo verían.
—¿Cómo es su proceso de creación?, ¿cree en la inspiración
o en el trabajo duro?
Yo creo que son las
dos cosas. En mi caso no hay una regla fija en ese sentido, me funciona el
hecho de pensar dibujando, es decir, ponerte a dibujar sin saber muy bien a
dónde vas a llegar con eso e ir viendo lo que te sugiere el dibujo.
También, por supuesto, hay mucho de trabajo, de análisis,
de darte cuenta de que las cosas no funcionan, bocetar… en mi caso no tengo una
regla muy estricta.
Hay días en los que,
como dice alguna gente, hay que calentar la mano. Si no tienes la mano un poco
caliente, y a lo mejor llevas días sin dibujar por alguna razón, vuelves y como
que no todo sale igual. Como decía Picasso: que la inspiración te pille
trabajando.
—¿Qué temas le gusta tocar en su trabajo?
Hay millones de temas
pero a mí lo que más me interesaba era pensar en lo que me fascinaba a mí
cuando era pequeño. Las emociones que yo sentía frente a los libros, que podían
tener relación con el miedo o con el misterio y de ahí es de donde saco las
fuentes, de mis veranos en la playa con mi familia, de estar rodeado de peces,
buceando, es un mundo que me interesa. Me interesa también el paso del tiempo,
no sé, yo bebo de todo lo que me intrigaba de pequeño: desde los monstruos
gigantes hasta los peces de mar.
—¿Cree que para un ilustrador es
más difícil perder al niño interior?
No lo sé, no creo que vaya con ser un ilustrador. Yo creo
que va con la sensibilidad para mirar las cosas. Puedes ser un ingeniero y
sentirte niño y gustarte volver a ver las experiencias de la infancia que te
fascinaban o puedes ser un ilustrador y no tener eso. No creo que vaya con el
trabajo.
Al
inicio del camino
Y aunque lleva ya dos
años dedicado por entero al dibujo Manuel Marsol se siente aún en etapa de
desarrollo como ilustrador profesional. No tiene claro, dijo, cómo se ha
modificado su trabajo aunque sí se siente más confiado de lo que crea.
“Me cuesta verlo con tan poco recorrido. Cuando trabajaba
en publicidad no tenía una formación y cuando lo dejé me apunté a un máster de
ilustración infantil durante unos meses y ahí sí que siento que aprendí
muchísimo y cambié mi manera de enfocar, pero no te sé decir realmente qué ha
cambiado en este tiempo.
“Supongo que he ido
ganando un poco en confianza. La inseguridad creo que es algo que nos acompaña
a todos los que nos dedicamos a la creación porque uno quiere ser aceptado a
través de lo que hace pero en el momento en que te olvidas de eso y te centras
en contar historias y en disfrutar de lo que estás haciendo —sobre todo si
tienes la suerte de ser premiado— a mí me ha servido para tener confianza,
dejar de dudar de mis posibilidades y pensar más en lo que estoy expresando”.
—¿Qué siente cuando está frente al
papel en blanco?
Procuro que eso no
suceda mucho, que no se quede mucho tiempo en blanco. Una de las fórmulas
mágicas es la de ponerse a dibujar sin saber qué te vas a encontrar y eso hace
que la ilustración tenga capacidad de sorpresa, no solo para el que lo ve luego
sino para uno mismo. Esa hoja en blanco por supuesto que agobia pero creo que
hay que combatirla disfrutando del dibujo.
—Haciendo un balance hasta este
momento, ¿hay algo que se haya quedado con ganas de dibujar?
Tengo muchísimos
proyectos que me apetecen hacer, pero bueno, lo que no quiero ser es
impaciente, creo que habrá tiempo de hacerlos y muchísimos temas que me
interesan y que todavía no he tocado.
—La serie ganadora, La Casita,
¿cómo fue el proceso de creación?, ¿de dónde vino ese gigante con un árbol en
la cabeza?
Yo creo que ni yo mismo lo sé de dónde viene. A mí me
interesa mucho todo lo que se mueve en el ámbito de la realidad y la fantasía,
en este mundo en el que no estás completamente en un mundo fantástico sino que
tienes también un pie en lo real, y de ahí ese escenario que es más o menos
realista y un personaje que se sale fuera de lo normal.
Pero no sé muy bien de dónde sale, es algo que por otras
historias de repente aparece un gigante ahí y estoy en ese proceso de ver a
dónde me lleva.
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