Entrevista con el poeta Hugo Mujica
La elocuencia del silencio
La vida del poeta argentino, Hugo Mujica, ha sido de
extremos. De convertirse —a causa de la inesperada ceguera de su padre— en el
sostén de su familia con apenas 13 años de edad, pasó a emigrante en Estados
Unidos y luego, en Nueva York, a estudiante de pintura y de filosofía, posteriormente
a la psicodelia para continuar después en una búsqueda espiritual que lo llevó
de los Hare Kirshnas a un monasterio de la orden Trapense del que emergió,
luego de siete años en voto de silencio, renacido en vate.
Sin embargo Mujica no es poeta por decisión propia, sino
que la poesía, como dijo en entrevista para PROVINCIA, es a través de él.
Acerca de esta cualidad de creación involuntaria, y sobre sus fuentes de
inspiración, abundó en la charla que concedió a este medio.
Por separado
Hugo Mujica cree en la inspiración, cree en ese momento
sublime en el que la creación y la creatividad lo toman a él como medio para
materializarse, para existir. Es por esto que se mantiene alejado de los
análisis y reseñas de su obra.
“En general no las leo, a pesar de que hay cuatro o cinco
libros sobre mi obra. Suelo dialogar con quien lo está escribiendo, me
consultan, pero después a mí me cuesta mucho leerlo, porque trato, como
disciplina, de mantener mi cabeza lo más alejada posible a conceptualizar lo que estoy haciendo.
“Por ejemplo, una vez leí un ensayito sobre la presencia
del perro como imagen en mi poesía, y después cada vez que pongo un perro estoy
consciente de que estoy conceptualizando algo. Yo en realidad mantengo lo más
posible alejada mi cabeza de mi obra. Quiero que fluya libremente y no estar
pensando en relacionarlo con otro poema en el que usé ese tema, etcétera”.
—¿Tampoco se ha vuelto leer una vez publicado?
No. Dos veces se ha publicado mi obra completa y he
tenido que releerla toda, pero no, a mí me cuesta, es como algo que no me
pertenece, me cuesta mucho releerme.
Un hombre distinto
El poeta nacido en Buenos Aires en 1942, no duda en
señalar que la poesía le permitió nacer, “nacer a algo que no había nacido
todavía, a una forma de expresividad y por lo tanto de encarnación que yo no
había tenido. Yo venía de la plástica, después dejé la plástica o la plástica
me dejó a mí, y fue después de que yo viví siete años bajo voto de silencio en
un monasterio —fue por el tercer año que empecé a escribir— que yo sentí que
nacía algo en mí, iba naciendo a medida que se expresaba.
“Pero ahora la expresividad es algo que no era antes, no
es que yo quiera expresar lo que era, sino que voy siendo aquel que expreso”.
—Entonces cada poema, cada libro, ¿es escribir su
biografía poética?
Yo diría que es ir escribiendo y yo camino atrás de eso.
Yo creo que la creación se adelanta a uno, después la ética de uno es vivir a
la altura de esa creación, pero no es que yo soy algo que después lo escribo,
sino porque lo escribo lo comienzo a ser.
—¿Cree que los años que pasó en silencio dentro del
monasterio fueron el tiempo y el lugar idóneos para ese nacer en la poesía y
que quizás no se hubiera dado fuera del monasterio?
Es difícil decir porque yo sé solamente qué donde estuve,
no sé qué hubiera pasado donde no estaba (risas). Yo diría que al menos nació
una forma de expresión que necesitaba del silencio para hacerlo, tal vez podría
nacer de la cotidianeidad o donde hay ruido, pero mi poesía en sí, en particular,
es hija o yo soy hijo de ese silencio que no es una teoría sino el paisaje que
yo habitaba. Dentro de eso yo nací a la poesía y mi poesía tiene como condición
de posibilidad precisamente ese silencio, esa dimensión oyente de la palabra,
más que dicente.
—¿Actualmente escribe en silencio?
No es ese silencio pero sí, en mi vida yo mantengo, no
diría un silencio, sino un tono de escucha, y sé las cosas que me sacan de eso
pero intento volver a eso. Sí sostengo una tonalidad en la cual, yo diría, prevalece
la escucha sobre el decir.
—En el caso de la plástica, ¿qué era lo que le permitía
crearla o en qué se inspiraba?, si es que cree en esto de la inspiración
Sí, sí creo. No sé, me es más difícil decir porque yo
desde chico, desde la escuela primaria, recibía premios (por la plástica). La
poesía nació en un tiempo en el que me era más fácil teorizar, lo otro era algo
natural. Pero me llevó hasta una parte de mi camino, lo que extraño de la
pintura es lo físico, en la pintura hay olor, hay ensuciarse, hay tocar… el
escribir es cada vez más abstracto, yo incluso ahora le dicto a mi computadora,
cada vez el cuerpo tiene menos que ver y la pintura todavía es cuerpo.
—¿Qué lo inspira?
Mucho. Me inspira cualquier cosa, a veces me río yo mismo porque nadie
sospecharía que es una mala línea de un programa de televisión. Uno escucha
algo y lo pone a resonar con algo. Siempre me hacen esa pregunta cliché de ¿qué
escritores te inspiran? Y digo no, primero la música, eso es básico, para mí la
vida tiene música, siempre escucho música y después, mi segundo contacto con la
creatividad es el cine. Yo leo más o menos cuatro libros por mes pero veo 10
películas, yo soy mucho de cine y de teatro.
Me inspira la creatividad más allá de la disciplina en la
que se exprese, a mí lo que me interesa es el acto creador, esa es mi obsesión.
—¿Qué tipo de cine le gusta ver?
A mí me gusta todo sentido de arte, aquellos (directores)
que son capaces de llevarte a un lugar donde no estabas. Podría pensar en Von
Trier, que nos llevó a ese lugar en el que la locura y el amor son lo mismo y
que además ha instaurado lo sublime. Películas en las que lo que pasa es un
horror y a la vez son bellísimas.
Eso lo logra Tsai Ming-liang también, te muestra una
miseria paralela al Ripstein de ustedes, pero que a la vez es bello y
fascinante. A mí me gusta eso, la gente que abre esos mundos y me gusta más lo
lírico también. Podría pensar en Terrence Malik, por no decir Tarkovski, que ya
es un poco un lugar común.
En ascenso
Recientemente la editorial española, con distribución en
México, Vaso Roto, publicó la antología de ensayos titulada Del crear y lo
creado, que incluye tres largos textos de Hugo Mujica. La misma casa presentó Más
hondo, una antología poética que está acompañada de un CD en el que el mismo
autor lee algunos de sus poemas.
—Los poemas que lee en el CD de Más hondo son circulares,
se quedan ahí dando vueltas y te hacen pensar, ¿está de acuerdo?
Si te deja pensando no se queda ahí, empieza a vivir en
vos.
—Se hace una espiral…
Exacto. Si se cerrara vos ya sabes lo que dije y no
pensarías más. Y si te deja pensando es que el poema está abierto.
—¿Abierto a qué posibilidades?
A lo que te pase a vos, a quedarte pensando y vos te
piensas a ti. Yo creo que lo que el arte tiene que transmitir es creatividad, o
sea que de alguna forma la creatividad, desde la cual yo lo digo, siga siendo
creatividad en vos, desde la creatividad con la que vos te dices en ese poema.
—Vaso Roto acaba de publicar un libro con algunos de sus
ensayos, ¿qué le resulta más sencillo de escribir, poesía o ensayo?
La poesía no la escribes como acto de voluntad, me decías
si creía en la inspiración y sí, creo en la inspiración, llámese musa,
revelación, inconsciente o como quieras, pero siempre está esa afirmación de
que el acto creativo no es originado por la voluntad, sino que la voluntad lo
concreta pero hay algo anterior que pasa, eso es la inspiración, no somos el
inicio de la obra.
La poesía depende de eso, de que te pase esa conmoción
con la cual te pones a tratar de concretarla y el ensayo depende más de la
voluntad, lees, investigas… lo que pasa que a mí, de hace cuatro o cinco
ensayos atrás, se me rompió la linealidad.
Cuando yo publico (publico en Argentina en la editorial
Trotta) algunos de mis libros aparecen en ensayos filosóficos y el mismo libro
en literatura. Como que ahora para mí es muy difícil distinguirlos, las
liberarías no saben qué hacer, si es poesía en prosa o es ensayo. Cada vez más
encuentro que la expresión poética es transmisora de mis ideas y no solo de mi
sentir.
Seducido
Hugo Mujica, como ya mencionó, ve mucho cine y lee mucho.
Entre sus lecturas se encuentran también autores mexicanos, sin embargo, dijo,
resulta difícil el intercambio literario entre Argentina y el resto de
Latinoamérica.
“Leo lo que más o menos conozco a través de que yo vengo
mucho a México, pero de Latinoamérica nosotros estamos totalmente aislados.
Ustedes tampoco reciben libros nuestros, todo lo que llega es triangulado por
España. Es muy difícil para nosotros conocer.
“Está Octavio Paz y todos los best sellers, pero de lo
que está pasando contemporáneamente es muy difícil saber”.
—¿Cree que los
formatos electrónicos podrían ser la solución para facilitar el intercambio?
Es un medio como otro. La música antes se tocaba en vivo,
después llegó la cinta, el cassete, el mp3 y la música sigue.
Son formatos de lectura. No sé si será la solución o no,
creo que por ahí para el lector más lector el libro tiene todavía cierta
corporiedad, hay algo más afín a una lectura demorada, y para una lectura
quizás más rápida, de consumo —en el buen sentido de la palabra—, de la gente
que lee libros pero no literatura, por ahí esos medios son más afines.
—¿Usted lee en impreso?
Sí, salvo a veces en viajes, pero sí, yo leo libros
impresos. Me gusta subrayarlos, tengo una relación física, olorosa incluso. Sí,
yo soy de papel.
—¿Qué le seduce del papel?
Supongo que es donde conocí yo la escritura. Para mí la
realidad es esa porque me tocó ese pedacito de realidad, podría haber vivido en
la época del papiro pero me tocó conocer, como conocer a alguien y después lo
identificas con la forma en la que estaba vestida, y yo conocí la literatura en
los libros impresos.
Hugo Mujica señaló que ni la poesía ni ninguna otra cosa puede definirse. “Definimos por una necesidad de funcionalidad, pero yo creo que nada se puede definir. A la persona más cercana y más amada que puedes tener no la puedes definir. La definición es una forma pragmática de funcionar en la vida.
“Creerse que las cosas se agotan en su definición es ser un salvaje. Yo creo que la poesía precisamente es ese lugar donde habita todavía lo abierto, lo que no está cerrado porque se hace pensar en vos. Para mí la poesía no tiene definición, yo diría que casi es poder transmitir precisamente el temblor de las cosas, donde los bordes tiemblan e irradian, mientras que la definición, como su palabra lo indica, le pone fin a aquello que nombra. La poesía lo muestra sin demostrar ni definir”.
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