El corazón y sus motivos

Entrevista con la escritora Ana Clavel y algunas declaraciones del doctor en psicología Walter Riso, sobre la idea del amor y su origen.



No se culpe a nadie de mis latidos


“No tengo paz que dar. No puede haber paz para nosotros… Solo miseria o la felicidad más grande”, puede leerse en Ana Karenina, la trágica historia escrita por León Tolstói.
   Hoy en varios países se festeja el Día del Amor y la Amistad; por supuesto en cada nación hay maneras particulares de vivir la fiesta y hasta de nombrarla, sin embargo en todo lugar en el que se observa la efeméride hay un rasgo en particular: la idea del romance es la protagonista.
   Pero más allá de los globos, chocolates y tarjetas con mensajes cursis que la mayoría regala o espera recibir, ¿se es consciente de dónde proviene el concepto que se tiene de amor de pareja?
   Al respecto habló para PROVINCIA la escritora Ana Clavel, autora de Las ninfas a veces sonríen (Alfaguara), quien señaló no estar conforme con el toque que ha tomado la celebración del 14 de febrero.

-¿Qué opinión tiene del 14 de febrero?
   Las fechas festivas son parte de un ritual que busca traer a nuestra cotidianidad una experiencia sagrada o profana memorable. Desafortunadamente el afán comercial las desvirtúa y banaliza.

   El origen del Día de San Valentín se remonta al siglo III cuando el emperador romano Claudio II prohibió los matrimonios entre personas jóvenes al considerar que los solteros eran mejores soldados.
   El sacerdote Valentín desafió la prohibición y en secreto realizaba enlaces, hecho que lo llevo a la cárcel donde fue martirizado y murió ejecutado el 14 de febrero del año 270.
   Aunque es popular el nombre de Día de San Valentín para referirse a la festividad, bien se puede decir que desde hace muchos años nadie piensa en el clérigo torturado que figura en el extenso santoral católico.  

-¿Celebra el Día del Amor y la Amistad? ¿o es una fecha que la tiene sin cuidado?
   Deploro el carácter superficial en el que ha caído esa celebración y otras del calendario.

-Se ha definido como una escritora del deseo, ¿cree que el deseo, y no el amor como se ha dicho, es el verdadero motor de la humanidad?
   Sí, más que el lenguaje, a despecho de (Ludwig) Wittgenstein,  creo que lo que nos hace humanos es el deseo. Nos lleva a salir de nosotros y buscar ser lo que no somos.

- Hay una idea del amor romántico, podría decirse idealizada, pero que a la vez que no suena    tan placentera o agradable: entrega, sacrificio desmedido, negación del yo en pos del nosotros, dependencia total... ¿de dónde cree que se formó esa idea generalizada? ¿Aportó de alguna forma la literatura?
Hay un tratado, El amor y occidente, de Denis de Rougemont, que desarrolla la hipótesis de que nuestra idea del amor-pasión, a lo Tristán e Isolda, nos viene de una herejía medieval: el catarismo, que buscó por otras vías la exaltación del alma hacia Dios a través del “consuelo” de la mujer amada. Al parecer, hemos perdido el sentido de sublimación platónica, pero aun en la idea de que el amor debe doler hay resabios de ese otro sentido teleológico: un más allá.

   Sobre esta idea dolorosa del amor de pareja también opinó Walter Riso, doctor en psicología, autor del libro Enamorados o esclavizados (Oceano), quien señaló que culturalmente se está predispuesto al sufrimiento romántico.
   “Estamos predispuestos porque el paradigma que se ha manejado del amor en la cultura es ‘amar es sufri’ y además de eso sobreestimamos al amor y le damos una serie de facultades como que es incondicional como que es eterno, todo poderoso, lo hemos magnificado y al magnificarlo hemos perdido la dimensión real del amor y cuando entramos al amor chocamos con un amor para el cual no estamos preparados y sufrimos, uno sufre por amor porque teme perder al otro, no tenemos la habilidad de comunicarnos bien, de solucionar los problemas bien, pero todo eso parte del hecho de que magnificamos el amor e idealizamos a la persona que amamos, entonces no estamos con los pies en la realidad”, algo a lo que apunta su libro.
   Riso señaló también que productos de consumo masivo como cintas o canciones aportan también al concepto anterior: “La mayoría de las películas que uno ve son películas que mantienen la idea de ‘haría cualquier cosa por ti’, ‘solo pienso en ti’, de ‘tu amor me completa’, de ‘mi vida no tiene sentido sin ti’, es decir, siguen manteniendo esos paradigmas de un amor absolutamente irracional y enloquecido”.
   Respecto al mismo tema, Clavel señaló que la literatura también ha contribuido a esa idea de morir de amor, “el mito de Tristán e Isolda, por supuesto Romeo y Julieta, la Celestina y luego novelas más cercanas a nosotros como Ana Karenina y Madame Bovary”.

-¿Comulga con esa idea de que el amor duele?
   No… pero suele pasar. Y cuando uno es escritor no pinta el mundo como debiera ser, sino que busca reflejarlo con todos sus claroscuros…

-¿Qué órgano del cuerpo cree que podría reemplazar al corazón en la frase: "Por ti late mi corazón"?
   A ver, ¿cómo sonaría ‘Por ti piensa mi cerebro’, ‘Por ti respiran mis pulmones’, ‘Por ti besa mi boca’, ‘Por ti toca mi piel’?… Lo importante del corazón es que conlleva la idea de vida, y sus pulsaciones nos dan el ritmo de la existencia. La última de mis CorazoNadas (su más reciente libro) dice: ‘Epitafio del corazón: No se culpe a nadie de mis latidos’. Y es que, bien lo decía Pascal: ‘El corazón tiene razones que la razón desconoce’.


Pulsaciones en papel
La escritora Ana Clavel dio a conocer recientemente su libro CorazoNadas, una compilación de minificciones en la que el corazón es el motivo central.
   “Acaba de salir publicado por la editorial regiomontana Posdata, en su colección dedicada a la minificción: la Hormiga Iracunda, en la que también han publicado dos maestros del género: Alberto Chimal y Ana María Shua, además de otros autores”.

-En esta idea generalizada de que el corazón es el protagonista cuando de amores se trata, el título CorazoNadas podría hacer pensar que incluye historias de amor o romance, ¿es así?
   Históricamente el corazón es el depositario de una carga simbólica relacionada con el alma y las emociones. Los egipcios acostumbraban recolocar el corazón extraído en los cuerpos que embalsamaban por considerarlo necesario para el tránsito al reino de los muertos. CorazoNadas tiene como protagonista a ese órgano vital desde diferentes aspectos: desde minificciones en las que campea la imagen poética hasta microcuentos que buscan jugar con el sentido del humor, la ironía… Hay historias de amor, pero también de desamor, de violencia, vueltas de tuerca a referencias literarias como la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas, o autores que han tratado el tema como Pascal, Pellicer y López Velarde.

-¿De qué extensión son las historias?
   Desde un par de líneas hasta una página. Para aludir a su extensión mínima es que juego a colocar una N mayúscula en la palabra, CorazoNadas, para significar que son ‘nadas’, ‘naderías’ del corazón.

-¿Cómo fue el proceso de generación de esas historias? ¿Es un proyecto largamente pensado? ¿O surgió, digamos, con espontaneidad?
   El libro pertenece a un proyecto más vasto que tiene como temática el corazón, una revisión del símbolo en nuestros días.



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