Entrevista con Juan Pablo Meneses
Entre sombras
Publicado por Blackie Books, el libro Niños futbolistas,
de Juan Pablo Meneses, no está ahí para hablar bien del denominado ‘Deporte Más
Bello del Mundo’ sino para mostrar que por cada sueño cumplido hay cientos, si
no miles, de pesadillas que no tienen final.
“Niños futbolistas es un viaje a un lado del futbol que
no se ve”, dijo Meneses, siempre serio. “El futbol sale todo el día en la
televisión, a la hora que nosotros queramos están pasando un partido del
futbol, siempre lo vemos, pero no lo conocemos. Hay muchas cosas del futbol que
no se saben, entonces un poco el libro es eso: ¿cómo es por dentro eso que hoy
es el negocio de moda en el futbol? Que es la compra y venta de niños”.
Su tomo, añadió, es como ir a la sala de máquinas de la
industria del futbol, “lo que no se conoce está acá”.
Bajo sus reglas
Así como fundó el periodismo portátil —es decir, hacer
periodismo en cualquier parte del mundo—, luego de ganar el concurso de
Crónicas Latinoamericanas de la revista Gatopardo, Meneses es también
responsable de la acuñación de otro término y otra técnica: el periodismo cash.
Esta forma de trabajar la inauguró con su publicación de
2008, La vida de una vaca (Planeta/Seix Barral), crónica en la que narra sobre
el negocio de la carne y para el que compró a La Negra, una vaca que compró
casi recién nacida y que acompañó hasta que estuvo en un plato lista para ser saboreada convertida en bistec.
Ahora no es un animal lo que Meneses compró sino a un niño futbolista, Kevin Méndez, de 11 años de edad, quien está convencido de que jugar a la pelota de manera profesional lo sacará de la pobreza.
Hay un solo responsable, dijo el reconocido autor, de que en este momento cientos de padres estén dispuestos a vender a sus hijos para que alguien se los lleve a Europa con la esperanza de que dentro de algunos años regresen convertidos en grandes estrellas: Messi.
“El gran villano de esta película, el gran responsable de que comprar y vender niños sea un negocio de la última tendencia es Messi, porque él con su historia dentro de la cancha hace parecer que jugar futbol es fácil y fuera de la cancha su transacción hace parecer que la compra y venta es un gran negocio y que es fácil. Las cifras que se manejan (en el libro) tienen mucho que ver con eso: cómo sacamos a un niño de un barrio pobre de un país pobre, de una familia pobre, lo compramos por 5 mil euros, lo llevamos a Europa, y en no muchos años cuesta cientos de millones de euros y no hay que invertirle mucho más que eso. Se manejan cifras estratosféricas, se pueden ganar, los medios nos hablan de esas cifras y eso hace que mucha gente ambicione estar ahí, ser dueño del próximo Messi y con eso hacerse millonario”.
Meneses, a quien le tomo dos años de viajes, entrevistas e investigaciones la realización de Niños futbolistas, dijo que cuando comentaba que estaba en proceso de comprar un pequeño futbolista más que críticas las respuestas eran: “Si es bueno déjame participar del negocio”.
—Hay una suerte de telenovela en torno al futbol…
Ahora no es un animal lo que Meneses compró sino a un niño futbolista, Kevin Méndez, de 11 años de edad, quien está convencido de que jugar a la pelota de manera profesional lo sacará de la pobreza.
Hay un solo responsable, dijo el reconocido autor, de que en este momento cientos de padres estén dispuestos a vender a sus hijos para que alguien se los lleve a Europa con la esperanza de que dentro de algunos años regresen convertidos en grandes estrellas: Messi.
“El gran villano de esta película, el gran responsable de que comprar y vender niños sea un negocio de la última tendencia es Messi, porque él con su historia dentro de la cancha hace parecer que jugar futbol es fácil y fuera de la cancha su transacción hace parecer que la compra y venta es un gran negocio y que es fácil. Las cifras que se manejan (en el libro) tienen mucho que ver con eso: cómo sacamos a un niño de un barrio pobre de un país pobre, de una familia pobre, lo compramos por 5 mil euros, lo llevamos a Europa, y en no muchos años cuesta cientos de millones de euros y no hay que invertirle mucho más que eso. Se manejan cifras estratosféricas, se pueden ganar, los medios nos hablan de esas cifras y eso hace que mucha gente ambicione estar ahí, ser dueño del próximo Messi y con eso hacerse millonario”.
Meneses, a quien le tomo dos años de viajes, entrevistas e investigaciones la realización de Niños futbolistas, dijo que cuando comentaba que estaba en proceso de comprar un pequeño futbolista más que críticas las respuestas eran: “Si es bueno déjame participar del negocio”.
—Hay una suerte de telenovela en torno al futbol…
Claro, lo que pasa es que las telenovelas tienen finales
felices, la niña pobre siempre se queda con el hijo del millonario, y en la
vida real no es así, te diría que no pasa nunca o pasa una vez en millones de
casos y con Messi y los niños futbolistas pasa lo mismo, pero, sin embargo,
está esa ilusión.
Cuando iba a ver a un padre para decirle “¿En cuánto me
vendes a tu hijo?”, estaba muy preocupado de que fuera a reaccionar mal o que
me fuera a decir: “¿Cómo se te ocurre?”, y recuerdo que la primera vez que se
lo dije le brillaron los ojos de alegría y faltaba poco para que me abrazara.
Me hizo pasar a su casa, me empezó a mostrar carpetas, fotos del niño en
distintas épocas, como si me mostrara una lavadora, y estaba muy ilusionado de
que alguien le fuera a comprar el hijo, y te diría que sinceramente ilusionado,
pero además estaba orgulloso porque me decía: “El niño juega y no está metido
en las drogas, gracias a jugar futbol no está metido en las drogas y no está
como los otros
que quieren ser el nuevo ‘Chapo’”.
Vivimos en una sociedad en Latinoamérica en la que los patrones a seguir son, sobre todo en los barrios marginales, si el niño va a ser Messi o el ‘Chapo’, y no hay muchas más alternativas, o no se presentan al menos. Por eso esta ilusión tan grande de ser uno de los dos y llegar a ser Messi para viajar a Europa poder disfrutar más la plata en público, digamos, pero parecería que no hay otro camino.
Vivimos en una sociedad en Latinoamérica en la que los patrones a seguir son, sobre todo en los barrios marginales, si el niño va a ser Messi o el ‘Chapo’, y no hay muchas más alternativas, o no se presentan al menos. Por eso esta ilusión tan grande de ser uno de los dos y llegar a ser Messi para viajar a Europa poder disfrutar más la plata en público, digamos, pero parecería que no hay otro camino.
—Menciona en el libro que creció viendo futbol y yendo a
los estadios, ¿le resultó complicado ver esta parte oscura del deporte que le
gusta desde siempre?
Una de las razones que me motivó a hacer el libro es que
regresé a vivir a Chile después de 10 años y en el equipo de futbol que a mí me
gustaba no conocía a ningún jugador; un año después todos eran jugadores nuevos
y no conocía a ninguno. Antes un jugador se quedaba más tiempo, era un ídolo,
ahora la gente espera que el jugador de su cuadro, de su equipo, le vaya bien
para que lo vendan al Barcelona. De repente hay hinchas de clubes de aquí de
México que celebran que vendan a un jugador al Real Madrid, más que celebrar
que el jugador se quede acá. Algo andaba mal y veía que se vendían muchos niños
futbolistas y dije: “Ya, me voy a ir a comprar uno, me voy a meter en el
negocio”, esto sin hacerme pasar por un agente, sino yo comprarlo y me
sorprendí con lo que me fui encontrando.
Meneses agregó que Niños futbolistas es parte de una
trilogía que inició con La vida de una vaca. “Es una trilogía de lo que yo
llamo periodismo cash que tiene que ver con comprar, con dinero en efectivo, al
protagonista del libro, transformar la compra en una herramienta literaria
porque vivimos en un mundo en el que todo se maneja con clientes,
comprar-vender. Esa es la sociedad la que estamos viviendo.
“La primera parte, La vida de una vaca, fue comprarme ese
animal; la segunda de esa trilogía fue comprarme a un niño futbolista, un ser
humano, y ahora estoy trabajando en la tercera parte para la cual me voy a
meter a la espiritualidad y por eso estoy comprándome a un ser divino. Aún no
hay nada escrito pero sí viajado, que es una manera de escribir también”.
—¿Diría que la compra-venta de niños es la forma de
esclavismo de este siglo?
Sí, lo que pasa es que el futbol tiene una particularidad
muy difícil de explicar y de entender y es que el futbol todo lo transforma en
futbol. Resulta que si nosotros llevamos a un niño mexicano de 10 años a
trabajar ocho horas al día en un campo de algodón en Europa vamos a decir que
es trabajo de esclavo, pero si llevamos a un niño de México, de 10 años, a
trabajar ocho horas al día en un campo de futbol vamos a decir que es el
próximo Messi, vamos a hacer notas en los diarios deportivos y lo vamos a
felicitar. El futbol transforma todo en futbol, incluso hasta el esclavismo.
Un testigo
Juan Pablo Meneses compartió uno de los secretos para
poder escribir una crónica como Niños futbolistas: no juzgar.
“Yo trato de mostrar lo que veo y no ponerme por encima
del tema y decir: ‘Esto me hace mal o me hace bien’, porque si no, estoy
quitándole a algunos lectores que les parece bien todo eso, que puedan leer el
libro a como lo quieran ver”.
Sin embargo, dijo, cuando vio la reacción del padre de
Kevin Méndez, se dio cuenta de que había una faz del futbol que prácticamente
nadie conocía.
“Hay padres que ya dejaron de trabajar esperando a que
sus hijos sean comprados y yo creo que este libro va a funcionar y de hecho con
las traducciones que ha tenido, me imagino que algo de eso ha pasado”.
—En 2013 fue la primera edición del libro, ¿presentar
esta cara oscura ha generado alguna reacción adversa?
Yo creo que más que adversa, que podría haber sido una
esperable, hubo una reacción que me parece mucho peor, sobre todo de la FIFA y
del Sindicato Mundial de Futbolistas. Ellos me invitaron a dar charlas, yo fui
a dar una charla a Ámsterdam, a Chile, a Buenos Aires, me llevaron a un
congreso de la FIFA y fue como si se sorprendieran, como si por primera vez se
dieran cuenta de que eso está pasando.
De hecho el Sindicato Mundial de Futbolistas hizo un
llamado a la FIFA a partir de este libro a que tome medidas sobre esto. Meses
después la FIFA sancionó al Barcelona, los más fanáticos del Barcelona me
llamaban para decirme que por mi culpa, pero me cuesta creer que la FIFA no
haya sabido nada o que el Sindicato Mundial de Futbolistas no haya sabido nada.
Más que enojarse se hicieron los sorprendidos.
—Obtuvo el Premio Crónicas Latinoamericanas de la revista
Gatopardo, lo que le permitió iniciar una nueva etapa en su carrera, ¿cómo ve
el panorama actual de la crónica?
Ha habido algo que le llaman el boom de la nueva crónica
latinoamericana en los últimos 10 años, y han salido varios autores que se
mencionan y se repiten, pero le ha costado a la crónica traspasar los lectores
solo de crónica. Ha costado traspasar.
Una de las limitantes, dijo Meneses, ha sido la agenda
temática de los cronistas que se quedó muy reducida.
“Yo lo he notado en este libro, y lo hablé con Martín
Caparrós que también le pasó lo mismo con un libro que sacó él sobre el hambre,
instalan temas que es crónica latinoamericana, pero que hablan de temas que
generan conversación y que abren otros temas. Yo creo que la crónica con estos
libros se está abriendo por fin a traducciones en Europa, a distribución en
otros lados. Creo que el boom de la crónica fue para un público, casi todos
periodistas, y ahora está dando un paso más allá. Hay autores que no han podido
salir de eso y que tu lees las entrevistas y solo hablan de la crónica porque
no han encontrado otra cosa qué decir”.
—El Nobel 2015 fue para una cronista…
Ese fue un empujón también, pero ella es una cronista que
ponía temas, y en sus entrevistas hablaba de una realidad de su país, no era
como: “Yo estoy hablando de la crónica porque voy a escribirlo así, porque mis
personajes tienen que ser así”, eso estaba planteado ahí, pero tenía algo más
qué decir.
Muchos cronistas latinoamericanos, de los grandes, nunca
tuvieron nada que decir, nunca han tenido un libro que vaya más allá de su
condición de cronistas. Creo que ahí ha estado sucediendo un cambio.
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