Entrevista con Laura Santullo

Una historia desesperada

La vocación de Laura Santullo es contar historias y para ello ha echado mano de dos medios: el cine y la literatura. Como guionista se ha enfocado en el público adulto con largometrajes como Desierto adentro, La zona y La demora; mientras que como escritora han sido los niños los beneficiados con su creación con tomos como El otro lado y El año de los secretos.
   Ahora, la nacida en Montevideo, Uruguay, radicada en México, está en un punto de su carrera en el que ambas facetas se combinaron para dar un producto doble que lleva el título de Un monstruo de mil cabezas.
   Su primera obra de narrativa para el público adulto, publicada por Planeta, también tendrá su versión fílmica que se estrenará, según comentó Santullo en entrevista para PROVINCIA, dentro de algunos meses. La historia, además de entretenida, tiene un trasfondo social en el que se cuestiona y critica el hecho de que la salud se haya convertido en un negocio.
   La escritora, en charla para este medio, abundó en la necesidad de volver a humanizar el cuidado de la salud, pero también en la importancia de ser empáticos con quien se tiene enfrente. 
   El libro de Santullo narra la existencia de una corporación médica y una mujer a la que le hace perder la paciencia. “Ese el meollo central de la trama, hay una parte que se parece mucho a la realidad porque cuántas veces no hemos oído a amigos o gente que ha estado en la situación de reclamarle a su aseguradora un tratamiento o cierto derecho, y que la aseguradora no lo cumpla, que le dé largas al asunto. Ese es el inicio de Un monstruo de mil cabezas, pero hay un punto que se vuelve capital en la trama en el que la mujer, Sonia Bonet, que es la esposa del hombre que está enfermo, toma la decisión de conseguir a como dé lugar el tratamiento que la aseguradora se niega a darle, y ahí es donde entra de lleno la ficción”.

Preocupada
Aunque su labor narrativa estuvo enfocada hasta ahora en los niños, Laura Santullo señaló que al escribir una obra para el público adulto, como Un monstruo de mil cabezas, el proceso de escritura como tal no fue tan distinto.
   “No siento que haya una diferencia tan grande, naturalmente hay otra elección en el lenguaje y el modo en el que tratas los temas, pero esencialmente hay una cosa que no cambia y es el hecho de elegir la temática desde algo que te importe mucho más allá de que sea destinado a niños o a adultos. Que sea algo que a ti como persona, como escritor, te conmueva y te interese hacer. Yo siento que en ese sentido es una característica que hermana a todas  las cosas literarias que he escrito”.

—¿De dónde surgió la historia de este libro?, ¿por qué tuvo interés en narrarla?
Yo creo que en general a mí lo que me ocurre, las historias que me van interesando, que se me van metiendo en la cabeza, tienen mucho que ver con el entorno. Soy una persona relativamente atenta, digamos, a lo que está pasando en el país en el que vivo, las cosas que están ocurriendo a nivel contemporáneo, a nivel mundial, etcétera. Tampoco te sabría decir a ciencia cierta cómo es que se construye, yo creo que una historia se construye como de muchos retazos de cosas que vas encontrando en tu camino, una nota de periódico que leíste, algo que alguien te contó, y así se van formando ‘capitas’, sedimentos, y un día te vas dando cuenta que estás construyendo algo sin habértelo propuesto del todo.
   Fue el caso de Un monstruo de mil cabezas, alguna vez había visto un documental canadiense que se llama La corporación, que es un documental muy bueno, y me acuerdo que de ahí me quedó mucho la inquietud pensando en las corporaciones, no solo las de salud sino en general, donde finalmente son grandes conglomerados de negocios donde lo que básicamente importa es la ganancia, sin importar lo que quede en el camino. Pensando en esto, dándole vueltas a esto, llegué a la idea de trabajar, o de cuestionar o de pensar una corporación médica, luego llegaron los personajes, en fin, se va dando como en oleadas, como en capas que van llegando y vas conformando una trama, una historia.

—¿Le ha tocado experimentar algo como lo que se narra en el libro?
No, no en una situación tan grave. Yo misma, en absoluto, pero ya escrita la novela y luego de que la han leído amigos y gente, empiezan a surgir alrededor los casos, no necesariamente de tanta gravedad como en la novela, pero sí he escuchado de muchas cosas hechas muy invasivas, hechas también por los hospitales, porque cuando hablamos de la salud privada creo que la crítica debiera ampliarse no solo a las aseguradoras sino a los hospitales, y desgraciadamente muchas veces a los médicos que realmente parecieran solo preocuparse en su mayoría, no quiero generalizar por supuesto, por la ganancia que su actividad les reporta.

—¿Cuánto tiempo le tomó desarrollar la trama?
El proceso debe haber sido alrededor de un año de escritura. Fue un proceso complejo porque al mismo tiempo que yo escribía la novela, o prácticamente al mismo tiempo, comencé también a elaborar un guion cinematográfico con el mismo material.
   Yo me dedico al cine, he hecho varios guiones de cine y he trabajado en general con mi esposo, Rodriglo Plá, tenemos varias ‘pelis’, y este proyecto al mismo tiempo que se transformaba en novela también nacía para ser obra cinematográfica. Ya la película también fue filmada, todavía no la hemos estrenado, apenas la estamos terminando, pero tuvo esa particularidad, al mismo tiempo que escribía la novela, escribía el guion de largometraje.

—¿Qué tanto se influyeron entre sí ambos productos?
Curiosamente yo primero quería hacer un guion, esa fue la primera idea, pero no encontraba con exactitud las motivaciones de los personajes, por qué hacían lo que hacían, y ahí fue que se me ocurrió hacerlo en narrativa como para aclararme yo misma las ideas.
   La primera versión fue la novela, luego, al poco, hice un primer tratamiento de guion, pero luego, a partir de que hice el guion me di cuenta de que a la novela se le podían mejorar algunas cosas, entonces volví a reescribir algunas cosas, volví a reescribir la novela. Yo diría que sí se han contaminado mucho el uno con el otro, eso hace que la novela tenga una característica y es que es una novela muy visual, es una novela llena de acciones, tiene un ritmo, si se quiere, muy cinematográfico.

Ella y los otros
Un monstruo de mil cabezas tiene como protagonista a Sonia Bonet, una mujer desesperada capaz de cualquier cosa para obtener el tratamiento que podría curar el cáncer de su marido, pero que la aseguradora le niega. La historia arranca con Bonet hablando pero luego da pie para escuchar la voz de otros personajes, todo sellos, gente con la que se encontró en ese intento de conseguir la solución de su problema. 
   “Todo lo que ocurre en la novela sucede en más o menos 24 horas, que es el tiempo en el que ella procura arreglar esto que le han negado, este tratamiento que le han negado y trata de revertir esa negativa de la compañía. Y estos personajes con los que ella se va topando durante esas 24 horas —pasará de una recepcionista a un médico coordinador, de un médico coordinador a uno de los directivos y etcétera— nos relatan el fragmento, el momento en que toparon y se relacionaron con esta mujer”.

—Son múltiples voces, ¿fue sencillo escribir desde cada una de ellas?
Yo te diré que tal vez fue el reto más difícil. Tendría que contarlos otra vez pero yo creo que andan entre 18 o 20 distintos pequeños monólogos. En el caso de Sonia Bonet, que es la protagonista, hay más, ella no solo aparece una vez, aparece varias, unas cuatro veces, de hecho en la novela algunos capítulos se llaman Ella y otros se llaman Los otros, que son a quienes se va encontrando.
   Efectivamente eso fue como lo más difícil de desarrollar, tratar de darle a cada uno de los personajes una voz particular, una manera peculiar de expresarse, una manera singular de ver a Sonia Bonet o de relacionarse con Sonia Bonet.

—Llama la atención que al leer Un monstruo de mil cabezas no sabes con certeza si está ubicada o no en México
En realidad yo diría que ese es un dato muy lateral. Uno se puede imaginar que ocurre en México, pero no era céntrico para mí definir el espacio físico. Está mucho más concentrado el asunto en los personajes que en una critica frontal a una sociedad en particular, para empezar porque creo que este tema de la salud trasciende nuestro país, yo creo que es un problema mucho más grande y una pregunta mucho más grande a hacerse y es ¿Cuál es el sistema de salud más adecuado para tener una cara humana y una posibilidad humana de tratar a los pacientes? No creo que sea solo un problema que ocurre en México y en ese sentido no me interesaba volver tan singular o que fuera tan claro que lo que ocurre, ocurre en México.
   Creo que uno lo distingue de cualquier manera porque en mi imagen mental lo que más naturalmente surge es el Distrito Federal, que es donde vivo, pero no hay una intencionalidad de hablar específicamente de México sino del sistema de salud en términos más amplios.

—Además de la crítica social creo que es una novela que habla de la falta de empatía y de comunicación, ¿si reconoce esa parte?
Sí, sobre todo hay ciertos personajes que sin duda, pero creo que hay algunos que consiguen como acercarse un poco más o sentir el problema de esta mujer de una manera un poco más cercana, por ejemplo la esposa del doctor, que ella, siendo alguien que está afuera, puede imaginarse el dolor de esta mujer que tiene un marido que se está muriendo en casa y por lo tanto en determinando momento la ayuda, la deja pasar a su casa para que se entreviste con su marido, que en realidad está negándose a recibirla.
   Efectivamente, (la novela) trata de reflejar que en estos grandes corporativos de negocios —pero también ocurre en instituciones muy burocráticas que pueden no ser privadas, pueden ser públicas— la burocracia se vuelve como un muro, se vuelve como un bloque, y el ser humano que pide ayuda del otro lado no es oído, no es escuchado y ni siquiera se ve, y un poco esa era la idea: cuestionar a las corporaciones en ese sentido.

—Sin tomar en cuenta el contexto, podría decirse que Sonia Bonet tuvo que convertirse en un monstruo para enfrentarse al que tenía delante suyo
Pues sí, un poco hay ese juego. No me interesaba hacer de ella una heroína, uno podría creer que tomar una pistola para obtener lo que uno desea es un método bastante cuestionable, pero la situación también nace, creo, de una problemática que es la ausencia del Estado, la ausencia de las instituciones que de alguna manera ordenen la sociedad y diriman los problemas entre los ciudadanos y los servicios que dan, en este caso, la aseguradora.
   Cómo es posible que no haya alguien por encima de la aseguradora, no hay un marco legal para obtener lo que efectivamente se necesita y no hay un marco legal que realmente regule a las aseguradoras, o no hay un marco legal del todo claro, que es un poco la idea, entonces ella acaba haciendo lo que acaba haciendo justamente por desesperación.

—El final de la novela es abierto, ¿podría haber otra novela en la que aparezca nuevamente Sonia Bonet?
Lo dudo, al menos hasta ahora nunca he levantado los huesitos de algún personaje para hacerlos vivir en otro lado.
   Efectivamente el final tiene un algo donde uno no sabe con exactitud que fue de esa mujer después de todo este evento, me gustaba la idea de dejarlo abierto y que cada quien concluya si esta mujer ha sido culpable o inocente.



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