Entrevista con Francisco J. Cortina

El abogado soñador

El mundo editorial no le resulta totalmente desconocido a Francisco J. Cortina. Abogado de profesión ha llevado su carrera con mucho éxito y también con buena fortuna inició, en 2012, la exploración del universo literario.
   Antes de publicar su primera novela, La chica IBM, Cortina había sido autor de libros y ensayos que tocaban su labor como abogado fiscalista pero ahora que escribe historias que cualquiera puede leer empiezan a coexistir en su interior el abogado y el escritor, aunque es la segunda faceta, dijo, la que más le apasiona en este momento.
   De impecable traje gris y corbata morada —rescoldos, quizás, de su vida corporativa— Cortina habló en entrevista para PROVINCIA sobre por qué escribe, acerca de la locura que cree implícita en todos los escritores y sobre su más reciente novela, Puerta Santa Fe (Oceano), una historia que le encantaría ver adaptada en una puesta teatral.

—Ha tenido una carrera exitosa como abogado y ahora que se inició en la literatura también el resultado ha sido favorable, en este punto, ¿se siente más abogado o más escritor?
Diría que mi pasión hoy es la escritura, es sacar todo lo que tengo en mente. Te podría decir que tengo 10 novelas. Si me preguntas ‘dime de las 10 próximas novelas’ te digo de qué tratan. Se me acaba el tiempo, siento que debería estar escribiendo. Claro, las tengo muy en bruto cuál es la historia y cuál es la trama, una de ellas es histórica —necesitaría estar a tiempo completo— y eso es lo que ahora me apasiona.
   Como que vas buscando en la vida o más bien la vida te va buscando en cosas que te apasionen. Puedes tener algo que te vuelva loco en un momento dado y ya llegaste, ya hiciste, llegaste a las metas que querías llegar, ya lograste o ya sentiste lo que sea y a partir de ahí buscas otras cosas. En lo personal siempre tuve la vena de la parte literaria, tan es así que como abogado incluso había escrito algunas cosas y de hecho haciendo remembranza, el único premio que he ganado en mi vida fue por escribir un ensayo cuando tenía 12 años, entonces sí, esto es lo que me apasiona.

Y tan apasionado está por dejar registradas sus historias que en su segunda novela, Puerta Santa Fe, son ocho personajes los que ‘orbitan’ en torno a un hecho: el posible suicidio de una jovencita que está en la cornisa de un puente vehicular.
   “Yo solito hice el hoyo, me metí adentro y después a ver cómo salía (risas). Realmente fue complicado porque considero los espacios, los espacios físicos: una chica y un chico arriba de un puente, en la cornisa de un puente vehicular; dos personas, el reportero y el camarógrafo en un helicóptero; el jefe de la Policía y el jefe de bomberos rodeados de gente y cerca del pick up del jefe de la Policía y finalmente, donde tenía más espacio, el despacho de abogados, que tampoco tenía mucho a dónde moverme a menos que aumentara el numero de personajes pero ya hubiera perdido al lector.
   “Sí fue un reto, cuando iba escribiendo me iba metiendo más y más y ya era cuestión de llevarlo y traducirlo y mantener la coherencia con los personajes y con la propia situación. No puedes de pronto dar un bandazo fuera de tono, porque además, si te fijas en la novela —como lo fue en la primera— voy in crescendo, para llegar a un final que explote y para eso tienes que inflar el globo”.

—Cada uno de los personajes dejan entrever un contexto que daría para más, ¿ha pensado en hacer novela de alguno de los protagonistas de Puerta Santa Fe?
Pudiera ser. De hecho en mi tercera novela, que estoy trabajando ahora, ahora sí que a petición popular estoy incorporando a dos personajes que salieron en la primera (La chica IBM) en un contexto  totalmente distinto pero son ellos mismos, con su misma personalidad y sus características.
   Sí, de esta (Puerta Santa Fe) podrían dar algunos personajes, otros no tanto, por ejemplo, Silvia, la socia del despacho tiene para dar; del policía todos los críticos me comieron vivo diciendo que estaba estereotipado pero nuestra Policía está estereotipada, es complicado. En la primera novela, La chica IBM, logro incorporar a un policía no estereotipado porque es una persona que pierde a su hija, se va a la calle, deja todo, es un vagabundo y lo rescatan y se reincorpora, entonces no es un policía en esencia. Algunos sí valdría la pena continuar con el spin off.

—Fernanda, una de las protagonistas de Puerta Santa Fe está considerando acabar con su vida y de alguna manera todos los personajes están al ‘filo de la navaja’, ¿cree que es más común encontrar situaciones así en una gran ciudad o es algo de esta generación?
Yo creo que es de nuestra generación y es de nuestras ciudades. Los críticos me ubican como novelista urbano aunque no me ceñiría a la Ciudad de México, han ocurrido las dos primeras novelas en la Ciudad de México, la siguiente tendrá lugar en Monterrey pero no por ir cambiando sino lo que quiero ejemplificar es que es aplicable a cualquier situación.
   Y sí, los pongo al borde de manera que al final acaban redimiéndose, suicidándose —real o figurativamente— o simplemente continuando con sus vidas y siendo totalmente indiferentes a lo que están haciendo, y pasando por encima de quien estén pasando.

—Leí en alguna entrevista anterior que la anécdota central de Puerta Santa Fe fue real, ¿por cuánto tiempo la tuvo en la cabeza antes de escribir la novela?
A mí lo que me seducía era la idea del suicidio. Siempre me ha llamado la atención, siempre he tenido una idea de defender al suicida de los juicios que se hacen sobre él, siempre se habla de la salida falsa… ¡tírate al metro a ver si tienes valor!
   Y a partir de ahí, de esa idea del suicidio que giraba en mi cabeza, se conectó con esa noticia, que creo que no llegó a nivel de noticia, casi que se quedó a nivel anecdótico: ‘se subió, bájenla’. Pero de todas maneras se conectó y dije, ‘¿por qué no?’ y aparte Santa Fe me viene muy bien porque es una zona que es ejemplificativa de la sociedad mexicana, de una calle a la derecha es, como lo digo en el libro, San Diego, y de una calle a la izquierda es Tijuana, y eso ya no lo puedes manejar porque es un cliché, simplemente se dice, ella (Fernanda) está en ese puente que divide ambas situaciones pero a ella le es irrelevante esa situación. Finalmente la Ciudad de México emerge ella solita como un personaje, siempre lo he dicho, sin que yo quiera, sin que yo lo procure ni nada. Las ciudades mexicanas tienen tal energía positiva y destructiva que es impresionante, solitas se escriben, solitas se dan.

—Se ha hablado mucho del ritmo cinematográfico de Puerta Santa Fe, ¿le gustaría verla adaptada en cine?
Sí, yo creo incluso que Puerta Santa Fe podría ser motivo de una puesta en escena porque están muy focalizados los personajes y creo que podría ser una obra de teatro maravillosa. Obvio una película igual, la primera novela también se daba para una película, ahí sí tendría que ser una película porque tienes muchas locaciones, no obstante Puerta Santa fe sería un superreto para una obra de teatro.

—¿Ha habido ya pláticas?
No, todavía no, sigo siendo lo suficientemente desconocido para que no haya acercamientos (risas), pero me encantaría verla en cualquiera de sus modalidades.

—En la novela aparece un despacho de abogados que ha sido además su entorno cotidiano, ¿le pasó que algún compañero de trabajo le pidiera no echar de cabeza al gremio?
No, fíjate que nunca me ha pasado el que haya una persona de tal nivel que pueda ocupar el lugar de un personaje. Yo veo pasar a un tipo y me puede dar una idea de algo porque estoy haciendo, estoy imaginándome su vida, camina, trae lentes, casi se tropieza, es despistado y está despistado porque hoy en la mañana su mujer le dijo que ya no lo quería y que por qué no iban pensando en el divorcio, cuando es algo que jamás le había pasado por su mente… le empiezo a dar vueltas.
   Sí, es verdad, como abogado en el entorno en el que me manejo me es común el lenguaje, el actuar de las personas, no obstante nunca hay nadie que me sirva más allá de un nombre o de una actitud, no te llena ni el 5 por ciento de lo que te podría llenar un personaje que tú necesitas, y que una vez que los creas y los pones juntos ocurre lo del cliché de que solitos empiezan a manejarse y es verdad.

—Su labor como abogado lo ha llevado a trabajar con números, ¿cree que ese rigor le ayudó a poder poner orden a los muchos personajes de la novela?, ¿lo puso a cada uno en una columna de una tabla de Excel?
No llegué a ese punto (risas). Llega un momento en el que estas conviviendo con todos los personajes, realmente traes todos a la mano y te va cayendo gordo uno y otro te cae excesivamente simpático, te digo, agarran vida propia y no, no me sirvió esa parte, no la tuve que aplicar realmente. La idea fue excluir a los personajes secundarios, que traté que su participación fuera mínima, ya traía muchos personajes centrales, es mucho para el lector, por eso trato de dividirlo en Abajo, Cerca, Arriba, para evitar números y simplemente repetir a los mismos personajes en las acciones en las que están.

Cambio de rumbo
Aunque ha ejercido durante años su carrera como abogado Francisco J. Cortina está en un punto en el que busca otras cosas, otros espacios que le permitan hacer lo que más le gusta: soñar.
   “Cuando estudié y me dediqué al Derecho lo hice con un afán de justicia y puedo decirte que en todos mis litigios he defendido causas justas. Nunca he tomado un asunto, y eso que soy fiscalista, de alguien que me diga ‘con esto me bailé al fisco’ (risas),  no, siempre tomé causas justas y llega un momento en el que —soy bueno para empezar cosas y dejarlas andando— te atascas y en este sentido me gusta la idea de la literatura porque me permite revivir y recrear. Llámale que soy piscis, llámale que me la paso soñando todo el tiempo y lo que hago es dejarme ir en lo que normalmente vivo y hago y subsisto.
   “Cuando digo que tengo 10 novelas no lo hago en un afán de presuntuoso ni mucho menos, la verdad es que las tengo, están ahí. A lo mejor estoy en una junta de esas multitudinarias y ya me vino la idea a la cabeza y ya empiezo a recrearla, entonces simplemente me dejo ir en lo que siento que hoy en día me satisface, me llena, y como me preguntó alguna vez alguien que me entrevistó: ‘Oye, ¿por qué escribes?’ y dije: ‘porque me gusta crear mi propio mundo y luego esconderme en él’”.

—Hace tiempo lanzó en Twitter una pregunta: ‘¿Los escritores escriben por locos o enloquecieron por escribir?’, ¿ya hay una respuesta definitiva?
Ha habido como 10 respuestas maravillosas y que no se contraponen entre ellas. Yo creo que las dos, yo creo que los escritores estamos locos y Vargas Llosa decía de exorcizar los demonios, yo creo que escribir es una medida terapéutica de sacar esos temores. Dicen que en las series policiacas siempre ganan los buenos porque las personas que van al cine o ven la tele tienen la necesidad de ver que las cosas están mal, mal, pero finalmente salen bien, y hay alguien que te va a proteger y te va a cuidar.
   Siento que necesitas tener los dos componentes: estar un poquito ‘tocado del ala’ y escribiendo te vas dejando llevar también por ese mundo paralelo que tienes.

El yo lector
Francisco J. Cortina, autor de Puerta Santa Fe (Oceano), compartió con PROVINCIA sus gustos como lector y dijo que la frase de “escribes lo que te gusta leer” puede tener algo de cierto.
   Para que al autor mexicano lo atrape una novela, dijo, “debe haber ese grado de tensión que te anime a continuar leyendo porque quieres saber qué va a pasar, y necesitas, te has identificado a tal punto con el personaje o los personajes, que necesitas estar en eso. No obstante —en mis novelas— no te lleno de angustia y de ansiedad que para eso ya tenemos bastante en la sociedad en la que vivimos y en los trabajos que tengamos, sean los que sean. Entonces trato de encontrar ese equilibrio.
   “No sé si te pasa que hay libros o películas que son estresantes, solo los adolescentes ven películas de terror de verdad, no de terror de risa, y, ¿qué necesidad de ese grado…? bueno, porque no lo tienen”.


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