Comentario sobre el libro Hollywood era el cielo
La mexicana
Escribir es muchas veces un oficio que se salva del tedio
y la rutina gracias a los elementos más inesperados. Hollywood era el cielo
(Suma de Letras), de la autora mexicana Celia del Palacio es ejemplo de lo
anterior, lo que hizo que su proceso de creación se viera colmado de esa chispa
llamada “inspiración” fue la canción Demons del grupo Imagen Dragons.
Lo anterior no me lo estoy inventando, la misma Del
Palacio lo declaró en los agradecimientos que están al final del tomo y que
muchas veces desdeñados por el lector —al igual que los prólogos— dicen mucho
sobre su proceso de escritura.
La letra del mencionado tema es elocuente, alguien busca
esconderse de sus demonios, pero resulta que es en su interior donde estos
habitan. Una situación vivida por muchos y que tiene un claro referente en Lupe
Vélez, la protagonista de Hollywood era el cielo.
Vélez fue una de las primeras actrices mexicanas que
triunfó en la Meca del Cine en los albores del siglo pasado. Nacida en San Luis
Potosí y fustigada por las penurias vividas durante su infancia por la
Revolución Mexicana, por el posterior abandono de su padre y por su avasallante
sensualidad que a temprana edad le acarreó problemas, la también cantante y
bailarina emigró a Hollywood intentando huir del incendio que era su vida, sin
darse cuenta de que llevaba el vestido en llamas.
El trabajo de Del Palacio, quien se ha dedicado a
escribir sobre mujeres olvidadas por la historia, resulta esclarecedor y
entrañable. Lo primero porque permite conocer de manera entretenida y
documentada la vida y obra de Lupe Vélez, desconocida por la mayoría; y lo
segundo porque, a pesar de todos los errores y mentiras que contaba, el lector
no puede sino tomar partido por ella.
Esa mujer pequeñita, apenas 1.52 metros de estatura,
proclama desde la primera página del libro la monumentalidad de su carácter y
su talento, para instalarse en el imaginario de quien se encuentra con ella por
primera vez a través del tomo publicado por Celia del Palacio.
Con el fuego por dentro
Hollywood era el cielo, biografía novelada de Lupe Vélez,
inicia poco antes de la tragedia: el 12 de diciembre de 1944. El lector tiene
la gracia de asomarse al 732 de North Rodeo Drive, donde Lupe vivió, y ver cómo
está celebrando su santo, como cada año, rodeada de sus amigos y compañeros de
trabajo.
También es posible darse cuenta de que hay algo que
aqueja a la protagonista. Hay un problema que ensombrece los brillos dorados
del glamour de esa vida dedicada al mundo del entretenimiento y del cine. El
trabajo de Lupe no es solo actuar, es también servir de paliativo y distracción
para una sociedad que acababa de olvidar los horrores de la crisis del 29 y que
estaba en ese momento pendiente de todo lo que la Segunda Guerra Mundial
ocasionaba.
Dentro de Lupe, podrá ver el lector, convivían una crisis
más que millonaria y una guerra terrible en la que se enfrentaban en cruentas
batallas los fantasmas de su niñez —cuando su único hermano varón resultó
muerto en una emboscada durante las convulsiones de la Revolución Mexicana— y
el rechazo de su padre, a quien tanto quería, cuando este se enteró de su
carrera artística.
En una crónica cuidadosamente ‘bordada’ que tiene como
referentes al año de 1944 y los distintos puntos en la biografía de Lupe —desde
que nace en 1908 y hasta su muerte en 1944—, Del Palacio permite que el lector
descubra poco a poco y se encariñe de igual manera con esa heroína chaparrita
que de niña fue llamada ‘polvorilla’ y que en su carrera cinematográfica
protagonizó la serie de películas Mexican spitfire (La mexicana que escupe
fuego).
Página tras página, el lector acompañará a Lupe desde sus
orígenes en el barrio de San Sebastián en San Luis Potosí para luego conocer a
través de los ojos de una chiquilla deslumbrada a la Ciudad de México; sentirá
también la punzada de dolor por el abandono del padre, Jacobo Villalobos, y
luego la confusión y las urgencias del placer sexual recién descubierto.
El relato de esa deslumbrante vida narrada en Hollywood
era el cielo hará que quien tome el libro entre sus manos quiera más, más de
Lupe Vélez.
Amor, siempre
Del Palacio comentó en una entrevista realizada para
PROVINCIA haberse sentido sorprendida por la figura de Lupe Vélez, tan
independiente y revolucionaria para su época y a la vez tan frágil.
En las páginas de su libro Hollywood era el cielo, la
autora intenta desentrañar la compleja personalidad de la famosa actriz
mexicana que amaba e insultaba con el mismo arrebato y la misma pasión en una
especie de esfuerzo por calmar un poco el fuego interno que la consumía.
Era el amor el motor de Lupe, puede deducirse de las
páginas de la biografía escrita por Del Palacio, pero el peor de los tipos de
amores: el no correspondido. Una serie de episodios en los que sus sentimientos
se vieron desdeñados o no retribuidos de la forma en la que ella esperaba
—empezando por su padre, quien no estaba satisfecho de tener solo un hijo varón
y cuatro mujeres— fueron minando poco a poco el espíritu de Lupe.
Así, amor y rechazo formaron en su vida —quizás destinada
a pasarla en los sets de filmación, porque la propia existencia era ‘como de
película’— una dupla inseparable que llevó a la actriz poco a poco a estar ‘en
el filo de la navaja’ y una vez llegado el punto de quiebre no hubo más remedio
que tomar el que parecía el único camino posible.
Un elemento que resulta también importante en la historia
de Lupe Vélez es el tren. Por supuesto vivió en la época en la que era ese el
medio de transporte por excelencia para los viajes largos, sin embargo resulta
simbólico que todos los cambios trascendentales de su vida se hayan dado luego
de una travesía como pasajera en alguno de los vagones.
El primer trayecto fue de San Luis Potosí a la Ciudad de
México, espacio en el que por fin conoció una realidad más allá del negocio
familiar en el que había crecido; después fue de la Ciudad de México a
California, en una primera visita a Estados Unidos que le permitió aprender el
inglés y ocultar un pecado de juventud; luego regresó a México y, con nuevas
perspectivas para su vida, fue que inició su carrera artística en los teatros
de la capital del país para luego volver a tomar el tren y desembarcar
nuevamente en California, pero ahora con un destino claro: Hollywood.
Fue también en tren que regresó a su país para filmar, en
1937, La Zandunga, una de las pocas películas que hizo en México. Y su travesía
causó furor en todas las estaciones en las que se detuvo a saludar a su
público.
Un periplo igual de tumultuoso pero infinitamente más
silencioso y triste fue el que realizó, por supuesto en tren, en 1944, dentro
de su ataúd para ser sepultada, como había deseado, en México.
En el Panteón de Dolores está la tumba de Lupe Vélez, la
mexicana que triunfó en Hollywood, la mujer que, a pesar de sus demonios,
encontró pedacitos de cielo en cada canción que interpretó y en cada película
que filmó.
Foto: http://www.theplace2.ru/archive/lupe_velez/img/lupe_veles.jpg
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