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Mostrando las entradas de 2018

Entrevista con el ilustrador mexicano Juan Gedovius

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Un principito de 75 años Músico, escritor e hijo de una ávida lectora, pareciera que Juan Gedovius tendría todo para haber crecido amando  El Principito , el clásico de Antoine de Saint-Exupery, publicado en 1943, pero no. La historia que sigue conmoviendo a millones en todo el mundo, le cayó en la infancia como cucharada sopera de aceite de hígado de bacalao. Por lo anterior, cuando le ofrecieron ilustrar dicho libro para publicarse bajo el sello Alfaguara, se sintió muy presionado.  “No es cualquier historia clásica, no sé, si hubiera sido  Pinocho  o  Alicia en el país de las maravillas  que se ha hecho muchísimas veces  ̶ y que algún día espero hacer ̶ , tal vez… (hubiera sido más sencillo), pero  El Principito  toca unas fibras que pocos libros clásicos tocan, se hizo clásico por eso, porque marcó a generaciones enteras”.   –Sigue vigente… No sé si vigente sea la palabra, es un clásico que llegó para estar ahí. En reali...

Un cuento de desamor

No me dijiste adiós Años buscándote y ahora que te encuentro solo habrá más silencio… eres cruel, ¿ya te lo habían dicho? Si no, te lo digo yo ahora: Eres cruel Mauro… un completo hijo de puta. No me importa si me escuchas o no, me da igual si es prudente hacer esto aquí, por fin es momento de sacar esto que lleva años comiéndome el alma… ya sé que suena a una cursilada pero ha sido así. Te conocí cuando teníamos dieciocho años y fuiste mi primer hombre en todo. En todo. Estabas sentado en una mesita alta junto a la cafetería del cine, habíamos estado hablando durante semanas en el Messenger y por fin habías aceptado que nos conociéramos en persona. Ahora que lo veo, siempre fui más valiente que tú… no, no soy mejor, simplemente más “aventado”, como dirías tú. La palidez de tu cara marcada por la oscuridad del lunar en tu mejilla derecha me enganchó completamente. No había visto ninguna foto tuya por lo que repetía como un mantra la descripción que me diste: “Flaco, blanco, ca...

Entrevista con David Toscana

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Haced lo que ella os diga... Para David Toscana el Quijote y la Biblia son comparables: ambos son perfectos ejemplos de narrativa que ha marcado la historia de la humanidad.      “Soy un apasionado del Quijote y un apasionado de la biblia, los dos son libros de ficción”, señaló para Provincia el escritor regiomontano.    Autor de la novela   Evangelia   (Alfaguara) y ganador este año del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores por su libro   Olegaroy   (Alfaguara), Toscana es un apasionado de la religión pero siempre a través del ojo crítico que le dio su formación como ingeniero en sistemas.    “Me interesa leer sobre teología, filosofía, historia… un montón de cosas que están alrededor de la Biblia porque me parece un clásico de la literatura que nos ha marcado culturalmente”.      Con esto en mente fue que el autor decidió escribir una novela para reescribir una de las historias más co...

Reseña de la novela Farenheit 451

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Al calor de la ignorancia Al leer la novela  Farenheit 451 , de Ray Bradbury, es imposible no hacerse consciente de que el futuro ya nos alcanzó y es casi tan sombrío como lo planteó el autor estadounidense.    Publicada en 1953, narra la historia de una sociedad en la que la velocidad es lo primordial, los medios de comunicación son hipereficientes y prácticamente no hay manera de que los criminales evadan a la justicia…     Pero hay un detalle: los principales enemigos públicos no son estafadores o asesinos sino lectores.     Bradbury plantea una sociedad en la que los libros están prohibidos por completo. Sin importar si se trata de poesía, narrativa, ensayo o publicaciones religiosas como la Biblia, todos los tomos son incinerados.    Las estaciones de bomberos se encargan ahora de atender los reportes de presencia de libros y, con sirena y todo, acuden al llamado para sacar los tomos del domicilio en cuestión y que...

El pecado de Oyuki, 30 aniversario

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Lágrimas, risas y ojos rasgados Había culminado el descenso a la cuna de los lobos cuando en febrero de 1988 inició el viaje del público mexicano al lejano oriente.    Ana Martin -quien hoy celebra su cumpleaños 73-, se puso en la piel de una geisha e hizo llorar a México, y a medio mundo, con una historia tan romántica como trágica, de la autoría de Yolanda Vargas Dulché.    Legendaria es la pluma de esa gran creadora de historias que llegaron primero como cómics, en la revista Lágrimas y Risas, para después pasar al cine y luego a la pantalla chica.    De El pecado de Oyuki, sin embargo, solo hay una adaptación: la protagonizada por Ana Martin, Boy Olmi y Salvador Sánchez, que se transmitió entre febrero y agosto de 1988, hace tres décadas.    La renuencia a volver a esa historia se debe, quizá, a que es un melodrama que rompe con el esquema tradicional: la boda entre los protagonistas es apenas el inicio de una serie de vicisitudes q...

Reseña de la novela Todos los días son nuestros

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Una esponja y un final    ¿Por qué se acaba el amor? Para este cuestionamiento no hay una sola respuesta. No existe un manual que indique, paso a paso, la receta para evitar el final. Qué se diga siempre dependerá de la expareja en cuestión.    Para algunos será la caída en la rutina, para otros la falta de pasión y para muchos más, una infidelidad. Motivos lo suficientemente fuertes, sin duda, pero, ¿qué pasa cuando el rompimiento se da por algo que cualquiera calificaría de nimiedad o tontería?    María y Emiliano, tras 10 años de amor, y bastantes más de amistad, terminan una noche, abruptamente, porque la esponja para lavar los trastes estaba sucia. El agua fría y los restos del huevo revuelto que desayunaron ese día, se burlan de ellos y cortan, con precisión quirúrgica, el lazo que los unía.    De esa manera inicia Todos los días son nuestros (Oceano), primera novela de la también guionista y cineasta, Catalina Aguilar Mastretta, ...

Reseña de Los amantes de Coyoacán

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La paloma y el león    La historia, universal o personal, siempre es una ficción en el sentido de que es necesario narrarla para que tenga coherencia y estudiarla o evocarla. Esta certidumbre fue lo que permitió al autor francés, Gérard de Cortanze, escribir un libro como Los amantes de Coyoacán (Planeta) en el que reconstruye el soslayado romance que vivieron Frida Kahlo y León Trotsky, hacia el final de la década de 1930. El improbable encuentro entre la pintora mexicana y el revolucionario ruso se dio cuando él llegó a México, único país que le ofreció asilo luego de haber recorrido medio mundo a causa de su enfrentamiento con Stalin. La casa azul de Coyoacán, hoy uno de los museos más visitados del país, fue para Trotsky y su esposa Natalia el primer hogar en México. Ahí, entre la exuberancia de los jardínes que lo rodeaban y de la nación que descubría, dio con otro hallazgo: la sensualidad de su anfitriona. De lo macro a lo micro El libro de De Cortanze t...