Reseña sobre Socorro (pero me dicen Coco)

Hacer camino

El camino de las letras estaba trazado para Juana Inés Dehesa y, para deleite de sus lectores, lo siguió. De lo que sí divergió un poco —que es poco decir— fue del género y los temas que se esperaba que abordara. Hija del gran Germán Dehesa, ha declarado el horror que le causaba a su padre verla leer novela rosa. Fue así como Jane Austen, Louisa May Alcott y hasta Corín Tellado y Luisa María Linares le mostraron una vía por la cual la heroína siempre sale bien librada y se queda con el galán. Los pasos ahí están y los ha retomado, sin embargo, como también ha dicho, es un poco respondona y a la novela ‘cursi’ le da su muy característico toque humorístico.
   Otro tema respecto al que decidió tomar un sendero alterno es de los roles de género: Es mujer, tiene más de 30 años de edad y vive una carrera literaria fantástica. Justo es sobre este tema que reflexiona en su más reciente novela Socorro (pero me dicen Coco) publicada por Oceano. Dehesa, fiel a su estilo y convicciones, presenta a una protagonista que se rebela contra su entorno y sus propias inseguridades en pos ya no del príncipe azul —aunque exista la promesa de quizás conocerlo—, sino de la realización profesional.
   Ya en Treintona, soltera y fantástica (Oceano), Dehesa ensayó acerca de estos tópicos con gran sentido del humor pero ahora, echa mano de la novela rosa para retomarlos y mostrar al lector que la vida puede ser igual de buena aunque no sea de dicho color.

Contracorriente
Coco, la heroína, creía ser la protagonista de un cuento de hadas y se sentía feliz. Lo que olvidó fue que no hay princesa sin dragón ni bruja.
   María del Socorro es su nombre de pila pero como solo le dicen así sus papás, y eso cuando están enojados, se reinventa como Coco. Esa nueva versión de ella, a la que le costó mucho trabajo llegar, tiene varias metas cumplidas pero no podría decir que las ha alcanzado todas. Sí, trabaja en una empresa de modas después de haber estudiado diseño y pese a todo hace una buena labor, lo que no coopera mucho con ese estadio cuasi perfecto es que el entorno familiar y social sigue viendo todo eso como algo temporal mientras se casa y tiene hijos que, piensan casi todos, es su verdadera vocación.
   Después de años de noviazgo, finalmente Alfredo le pidió matrimonio con la venia de ambas familias, que tienen una amistad de toda la vida, y ya todo gira en torno a la boda. Coco está feliz… solo que tiene algunas dudas: Su suegra quiere que se muden a vivir a un par de cuadras de distancia y que la llenen de nietos lo más pronto posible. Además, Alfredo está convencido de que su madre tiene razón, ambos deben dejar sus trabajos en la Ciudad de México y regresar a Querétaro, donde todo será mejor y perfecto. ¿Será posible?
   Es en este punto de la historia en la que encontramos a Coco. Sí, le hace mucha ilusión diseñar su vestido de novia y casarse pero no está convencida de que deba dejar sus planes de realización profesional pese al ogro-jefe que tiene. Así, entre la fuerza de gravedad que ejercen Querétaro y su familia sobre ella y la de su mundo en la moda, deberá encontrar un punto medio que le permita, de ser posible, ser el centro de su universo personal.

Puntada tras puntada
La añeja pregunta de ¿qué quieren las mujeres? Resulta hoy anacrónica y hasta inadecuada, esto no en un arrebato de obligada equidad de género sino porque para cumplir con los roles sociales se necesita también la total negación masculina a salirse del guion escrito para ellos. La cuestión real hoy es: ¿Qué quiero?, no importa si es hombre o mujer quien lo planteé.
   Es innegable que esta y buena parte de las publicaciones literarias de Juana Inés Dehesa tienen como target primario al lector femenino pero, como declaró cuando presentó Treintona, soltera y fantástica, también para ellos hay presión del entorno. Así que las páginas de Socorro (pero me dicen Coco) también son para todos.
   ¿De verdad casarse y tener hijos es el camino que se desea?, ¿o simplemente se sigue porque es el paso lógico a dar luego de años de noviazgo o cuando, por el contrario, se llega a una edad sin visos de una relación?, ¿de verdad será tan terrible no casarse ni tener hijos?
   Esas son algunas de las preguntas que Coco, con gran sentido del humor, se plantea y le plantea al lector. Dehesa, avezada autora, tuvo el buen tino de llevar la narración en tiempo presente y primera persona, justo como cuando estamos charlando con alguien sobre lo que nos pasó en el día. Coco convierte al lector en su confidente y le permite saber de primera mano todas las peripecias que debe sortear en el trabajo con un jefe abusivo y una compañera de trabajo que critica todo sin proponer nada. Pero también las que le llegan vía telefónica por parte de su mamá y suegra que están empeñadas por igual, en hacer ver la conveniencia de que la boda se organice del modo en el que cada una quiere y, por supuesto, están viendo en direcciones opuestas.
   De los 32 hilarantes capítulos que conforman al libro solo hay un par en el que la voz cambia a tercera persona para ahondar en algunos detalles de la vida familiar de Coco en Querétaro y la forma en que llegó a convencerse de que pasar la vida con Alfredo sería lo mejor que le podría pasar. Protagonista y lector descubrirán a la par que son apenas unos kilómetros entre su lugar natal y la Ciudad de México, pero Coco está a años luz de ser Socorro y su pasado.
   Como ya se dijo, el tono humorístico que caracteriza a Dehesa está presente en este nuevo libro en el que además echó mano de anécdotas de las mujeres de su familia para prestárselas a Coco como cuando ella, intrépida y reflexiva, tarda más en cruzar la pierna en la clase de catecismo que en lo que la corre el padre.
   Divertida y fácil de leer, las páginas de esta novela están pobladas por un grupo de personajes que acompañan a Coco en este viaje de descubrimiento y autodescubrimiento que, fiel a los cánones del género rosa, tendrá un final feliz. Así aparecen las roomies de la protagonista quienes, convencidas de que si no lo dice la Biblia o el sacerdote es mentira, mantienen a Coco en una especie de sucursal de Querétaro o Gerardo, compañero de trabajo, quien en el polo opuesto, la ayudará a ver más allá de su inseguridad y sus ficticias limitaciones. Será también él quien la guíe para descubrir que quizás su príncipe no sea tan azul como parece.
   El hecho de que Dehesa haya decidido seguir la fórmula clásica de este tipo de historias —inaugurada por Jane Austen en Orgullo y prejuicio hace más de 200 años—, para una trama que se trata de romper moldes resulta atinado ya que permite ver que no hay una receta única para felicidad y que eso de tener la casa perfecta con hijos, mascota y camioneta a la puerta, no funciona para todos.
   Otro acierto de Dehesa es alejarse de las frases lapidarias y admonitorias que insistan en la equivocación de no rebelarse contra pasado y familia para hacer las cosas a su modo. Así como el canon preestablecido no resulta adecuado para Coco, quizás el elegido por ella no sea funcional para otros. A final de cuentas se trata de leer, divertirse, reflexionar y emprender el camino —ya sea en tacones, chanclas o tenis— hacia la felicidad, donde sea que esta se encuentre.


Foto: Tomada de http://www.oceano.mx/


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