Entrevista sobre La memoria de las cosas

El rescate de lo nimio

Doctora en Literatura, editora, traductora, poeta, narradora y madre, Gabriela Jáuregui está consciente del aporte de la variedad pero, sobre todo, de la importancia de los detalles que pueden pasar desapercibidos.
   Con esto en mente fue que nació La memoria de las cosas, su primer libro de cuentos publicado por editorial Sexto Piso, en el que, a la manera de los antiguos gabinetes de curiosidades, presenta al lector una colección de textos -clasificados en los reinos Animal, Vegetal, Mineral y Artificial-, en los que busca poner en primer plano objetos, seres y situaciones que, de tan comunes, se dan por sentado.
   “Tenía yo la idea de hacer una colección como un gabinete de curiosidades y justamente hacer este tipo de objetos un poco ideosincráticos y un poco oblicuos, para ir dándoles voz narrando sus historias”, comentó para am.

-Dejan de estar como simple comparsa o contexto...
Sí, si fuera una obra de teatro nuestra vida, para ponernos muy shakesperianos, estos (objetos) serían como la utilería, o sea, no son los personajes principales, no son los paisajes grandilocuentes, son estas pequeñas cosillas, como de utilería, que en realidad ahí están y tienen presencia, pero es una presencia como ausencia. Entonces es volverlos a poner en un primer plano.

-Y son esos detalles los que terminan de redondear el sentido de lo que vivimos, ¿no cree?
Claro, sí. Para volver a esta imagen de la obra de teatro, si no tienes estas tonterías de utilería, estos objetillos, sí se siente raro, se ve vacío, artificial...
   Sí, sí le dan más profundidad o más capas a la realidad.

-El libro está dividido en cuatro reinos: Animal, Vegetal, Mineral y Artificial, ¿cree que en el acto de escribir hay algo artificial?
Absolutamente. Dentro de la palabra artifificial está la palabra arte o dentro de arte está la palabra artificial.
   En los gabinetes de curiosidades originales, digamos, del siglo XVII, está esa sección (Artificial) y lo que ponían los coleccionistas eran obras hechas por los humanos, o sea, no eran hechas por la naturaleza, por ende eran artificiales. Eran máscaras, joyería, adornos, pinturas, cerámica... en fin, todo lo que es del orden del arte y de lo artificial.
   Como artífice es algo que nosotros estamos desarrollando con nuestra imaginación y nuestras habilidades como humanos.

Una búsqueda
Gabriela Jáuregui publicó en 2008 con Black Goat Press/Akashic Books un poemario en inglés titulado Controlled Decay y ahora, varios años después, llega con una colección de cuentos en español, cambios de género e idioma que, por igual, se le han presentado de manera natural y ha buscado con ahínco.
   “La exploración de generos sí es consciente, la de idiomas se ha dado porque mi poemario, que fue mi primer libro, lo escribí cuando estaba en Estados Unidos estudiando y, un poco la manera como yo escribo tiene mucho que ver con mi contexto. Entonces si estuviera en China y pudiera hablar chino estaría escribiendo en chino [risas]. Como que no puedo sentirme fluyendo en español en un contexto en el que todo lo que me rodeaaba era en inglés.
   “Y cuando regresé acá ya no podía seguir en inglés, el contexto no me lo permitía. Los idiomas se han dado de manera orgánica y, en cambio, pasar de un género a otro sí ha sido muy cuestión de voluntad porque, digamos que voy extendiéndome un poquito. Pasé del poema al cuento y ahora estoy escribiendo una novela. Voy desdoblando la narrativa”.

-Hay un tono poético en las descripciones de los cuentos, ¿es algo inherente a su escritura o lo ha desarrollado mediante el trabajo?
Una de las razones por las que la escritura me llama es por todo lo que podemos hacer y manipular con las palabras. Usar las palabras como materia prima. Cosas como el sonido de las palabras, visualmente si juntamos dos palabras cómo se ven, es algo más común en la poesía que en la narrativa pero que yo sí jalo de un género hacia el otro.

-¿Cuánto tiempo le tomó escribir el libro?
Cinco años [risas]. Digamos que todo el tiempo estuve pensando en el proyecto pero al mismo tiempo terminé otro libro de poesía, trabajo como traductora y como editora, escribo ensayo y crítica de arte para ganarme la vida... entonces al mismo tiempo que estaba haciendo todo esto también hacía lo otro (escribir el libro), y luego tuve una hija. Escribí el final del libro ya con una hija recién nacida. Tenía muchos proyectos al mismo tiempo que van distrayendo.

-¿Ser madre le cambió la percepción del entorno y de esas pequeñas piezas sobre las que escribía?
Claro que sí. En mi manera de escribir, que está en directa relación con mi realidad y con mi entorno, ser madre te cambia el cuerpo, te cambian las hormonas. Hay momentos, por ejemplo, de mucha lucidez, cuando sueñas son sueños como en tercera dimensión, muy reales y al mismo tiempo hay momentos de despiste mental muy cañón. Las hormonas hacen que se te olviden muchas cosas, y eso hizo que mi manera de escribir se viera influenciada.
   Algo de mis sueños se plasmaba ahí o igual eso, mis olvidos y despistes, hicieron que me tomara como unos circuitos extraños en mi manera de pensar y de narrar que no hubiera hecho normalmente.

-Las hormonas también son como pequeños elementos soslayados tanto por hombres como por mujeres...
Sí, totalmente. A menos de que seas el tipo de escritor que es 100% intelectual y que se olvida de su cuerpo, pero si eres del tipo de escritor que está cohabitando en los dos espacios, a fuerzas te cambia la realidad.

-Tiene varios posgrados, estos rigores académicos que son inherentes a estos estudios, ¿cree que son de ayuda al escribir o coartan un poco la creatividad?
Yo creo que sí. Depende, supongo, del temperamento de cada quien.
   Tengo compañeros del doctorado o de la maestría, brillantes, con unas mentes realmente agudas, filosas y fregonas, pero de pronto su escritura era vomitiva y se los digo directo. Es como tan seca, académica y aburrida, que todas sus ideas brillantes e interesantes se pierden un poco porque ni quién quiera leer eso. Entonces creo que a veces sí, la metodología puede como agüitar o perder el lado creativo.
   Al mismo tiempo no es que la Academia sea especialmente el lugar para generar cosas creativas, si uno está buscando eso quizás está uno equivocado también. Y a la vez sí es un lugar donde el pensamiento se estimula, se valora... entonces para mí, sí servía como alimento, como gasolina, para echar a andar el motor más creativo.
   Para mí sí son dos tipos de escritura distinta. Mi escritura académica tiene que estar referenciada, etcétera, y de ahí luego se salían esos hilitos que quedaban sueltos, que no caben ahí dentro, y que más bien caben en este universo de poesía, o de cuento. Más de la imaginación.


Con pies propios
Gabriela Jáuregui, doctora en Literatura comparada por la Universidad del Sur de California, maestra por la Universidad de California Riverside y por la Universidad de California Irvine, también es cofundadora de Sur+ ediciones, pese a esto, cuando llegó el momento de publicar La memoria de las cosas decidió, en primera instancia, no acudir a su propia casa editorial.
“Yo sí creo en los proyectos autogestivos y en generar tu propia palataforma de edición y para darte visiblidad. Al mismo tiempo creo que a veces el mundo literario es un poco conservador y ese tipo de cosas son ‘mal vistas’. Entonces, al mismo tiempo que no tengo ningún problema con hacerlo, preferí primero dar chance de que el libro encontrara una casa ajena y si no, igual sí me hubiera publicado pero, aparte, somos un colectivo (en Sur+), entonces ¿quién sabe? Igual y mis compañeros editores me hubieran dicho: ‘¿Qué te pasa? Esto es una basura [risas]’.
“Creo que está bien primero dar chance de ver si tenía sus propios pies y andaba por otro lado”.

-¿Cómo ve el panorama de las editoriales independientes en el país?
La verdad lo veo extrañamente alentador en un país en el que supuestamente nadie lee. De unos años acá cada vez hay más editoriales independientes, lo cual me dice que quizás nadie lee cierto tipo de libros, o cierto tipo de propuestas que traen las editoriales más comerciales.
En cambio, libros más cuidados, libros objeto, con voluntades políticas, con propuestas estéticas muy claras sí tienen un círculo de lectores activos y comprometidos que me parece felizmente sorprendente. Y sí, está ahí.
Ves las ferias de libro independientes y de libros de artistas y cada vez hay más editoriales. Unas de ediciones limitadas, otras de libro objeto, todas muy fregonas y haciendo cosas bastante específicas, con lectores y seguidores bastante específicos.

-¿Qué le recomendaría a alguien que quiere publicar?
Primero que nada leer, leer mucho. Creo que todo escritor primero que nada es un buen lector. Entonces sí, yo diría que primero leer, leer, leer y ya después, cuando está listo el texto o la propuesta que tiene ese escritor o escritora en potencia, encontrar justamente un editorial afin.
Hablando de mi experiencia yo no dije: “Voy a mandar a todas estas editoriales”, no, dije: “Esta editorial siento que es una casa donde viene al caso mi propuesta”. Lo digo como editora también, nos llegan propuestas que sí digo: “Oigan, ¿alguna vez se han metido a la página web de nuestra editorial? Lean lo que publicamos, o échenle ojo y lean nuestra misión”.

-La edición del libros tiene algo de Animal, Vegetal y Mineral o es netamente Artificial?
No, yo creo que hay procesos muy orgánicos de, digamos, simbiosis y ósmosis. Creo que muchos de los autores que tenemos en Sur+, se han dado como por la amistad, por afinidades estéticas y políticas más que por decir: “Bueno, este es nuestro programa editorial y vamos a escribirle a tal escritor”. Simplemente va surgiendo como el flujo de un río. Las metáforas naturales sí me vienen a la mente.     


Foto: Tomada de http://www.freundevonfreunden.com/

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