Entrevista con Anacristina Rossi
El destierro de la memoria
El corazón romano de Anacristina Rossi
latió en concordancia con el de Julia la Mayor quien, por oponerse a
los manejos políticos de César Augusto, su padre, terminó difamada
y exiliada.
Pero ese destierro no sólo fue físico,
también desapareció de la historia y sólo quien haga una búsqueda
muy específica y exhaustiva es capaz de encontrarla.
“Es que no hay tiempo para detenerse
en lo específico y la historia del Augusto es una historia que él
mismo borró, que no se puede enseñar porque él mandó borrarla”,
señaló Rossi en entrevista para am.
“Yo llegué a Julia por una cosa muy
curiosa: pensando en un presidente que hemos tenido aquí dos veces,
que es Premio Nobel de la Paz, Óscar Arias, y cómo él se las
agenciaba para manejarlo, para tener todos los poderes de la
República bajo su control haciendo aparecer que vivíamos en
democracia. Entonces yo me puse a pensar: ‘Esto es una cosa que es
parte de lo que sucede a menudo en América Latina, ¿de dónde viene
esto?’”.
Esa pregunta dio pie a una búsqueda en
los círculos académicos de su natal Costa Rica y el primer
encuentro fue la figura de César Agusto.
“Un amigo que es profesor de derecho
romano me había explicado que el Agusto hace la transición de la
República al Imperio, es decir, a la monarquía absoluta. Él está
por encima de las leyes pero siguió haciendo parecer que se seguía
viviendo en la República. Entonces la gente estaba muy desconcertada
porque le decían: ‘Sí, aquí están los cónsules, aquí esta el
Senado...’ que eran los poderes divididos de la República pero él
tenía todos los poderes”.
Una situación, señaló Rossi, que le
recordó lo vivido con Óscar Arias en Costa Rica, sin embargo, no
quería escribir sobre ese personaje político.
“Qué pereza, yo voy a escribir del
primero que tuvo esa idea en occidente: de hacer aparecer como si
vivimos en una República pero vaciando las instituciones de poder”.
El segundo hallazgo en ese camino de
investigación fue Julia, la hija del Augusto.
“Que había sido borrada por oponerse
a esa mentira. Cuando el Agusto la destierra dice que por prostituta
y todos los historiadores que yo consulté en inglés, en francés,
en italiano también, me leí miles de libros, de artículos, todos
decían: ‘La desterró por puta’. Pero me encontré un libro en
inglés de un señor que se llama Arthur Stein, que había hecho
estudios, utilizando un método que es la prosopografía, con el que
había descubierto que sí había una conspiración, que Julia era
parte y que por eso es que el Augusto la destierra”.
Fue así, recordó Rossi, que Julia la
cautivó, sin embargo, le costó entrar en la novela.
“Es un mundo tan ajeno... me cuesta
entrar en la trama. Yo sé que al lector las primeras páginas le van
a costar porque es un mundo muy diferente, pero eso quería hacer yo:
presentarlo, al mismo tiempo en su gran diferencia y en su similitud
con el nuestro”.
-¿Qué tan avanzada estaba la novela
cuando estuvo en Roma?, ¿esa visita la ayudó en la escritura?
Yo había ido a Roma varias veces
cuando estudiaba. Yo estudié en Francia, hice mi carrera en Letras,
y cuando vivía allá fui varias veces a Roma y siempre me sentí
bien. A mí no me cuesta entrar en el ambiente romano porque Roma es
tal vez la ciudad mejor conservada del mundo. Uno puede hacer
abstracción de todo lo que le rodea y volver a hace 2 mil años. Lo
que me costó fue reproducir ese ambiente, sin traicionarlo, de
manera a que los lectores lo entendieran. Yo lo tenía adentro, lo
entendía, pero escribirlo, darlo a los lectores, como era una
experiencia tan íntima, era muy difícil. Eso fue lo que más me
costó.
Además, los centroamericanos no
tenemos una tradición de la que podamos aprender directamente. Yo me
leí todas las novelas del mundo antiguo que pude pero ni siquiera
había un solo latinoamericano.
La camarilla
Esta simulación que encontró
Anacristina Rossi en la figura del Augusto es fácil de ubicar en
muchos líderes latinoamericanos de la historia reciente.
“Se da mucho en Latinoamérica, de
ahí yo llegué al Augusto. Mira a Óscar Arias pero mira también a
Daniel Ortega, y tantos líderes”.
El Augusto, como figura de poder, no
soporta tener iguales, señaló Rossi, por eso es que le cuesta
formar sucesores y los que van surgiendo acaban muertos por órdenes
de él mismo.
“Va matando a los nobles que son los
que le pueden ayudar, se le van muriendo, algunos dicen que
envenenados por Livia porque quería a Tiberio... se van quedando muy
solos porque todo los amenaza. Mira a Maduro, por ejemplo. O mira a
Cristina Fernández de Krichner. Hacen cosas muy buenas por un lado
pero ahí con los allegados tienen una cosa que no pueden
desprenderse de lo que les da el poder y eso me parece muy actual”.
-Esta imposibilidad de que la
democracia funcione, ¿es algo que toca más a Latinoamérica o donde
sea que se intente siempre hay una fuerza en contra?
Yo creo que en Lationamérica es más
descarado, se ve más descarnado. Pero si tú ves cómo las
trasnacionales y las corporaciones manejan a los presidentes de
Estados Unidos, o el complejo industrial-militar, te das cuenta de
que es muy parecido.
Mira ahora en Europa a Merkel
proponiendo todo con los bancos y el pueblo que espere, los bancos
son las camarillas... es todo occidente. Yo con oriente no me meto
porque lo desconozco, pero lo que conozco es occidente y aquí nos
tocó asumir el poder occidental. No nos dejaron los españoles nada
en qué pudiera sustentarse un poder indígena por ejemplo, aunque
muchas comunidades vivan de manera autónoma son pequeñas y
cerradas. Están bajo constante asedio.
Rossi señaló que esta mala manera de
llevar una forma de gobierno que pretende ser justa, es un problema
occidental sin importar el continente del que se trate.
“En occidente somos herederos del
Augusto. Aún en Inglaterra, con un derecho diferente, somos
herederos del Augusto.
“Me parece que es todo occidente. Por
eso, en la novela los Pitagóricos están preocupados -es una cosa
que yo encontré que es curiosa-, están preocupados por la crisis
que viene y luego ven en sus horóscopos -porque en esa época la
astrología era un método de conocimiento-, que el punto clave es
Roma, aunque podría creerse que es Alejandría, que ahí surge la
religión católica, pero no, el punto clave es Roma, porque las
instituciones que crea el Augusto perduran 400 años. Son tan
fuertes, que luego las toma la Iglesia católica, y sin el Agusto no
habría, tal vez, Iglesia católica apostólica y romana. Tal vez el
cristianismo hubiera sido una secta más. Por eso es que me interesa
esa época”.
-La actualidad es resultado de ese
origen que, de alguna manera, estaba dañado.
Sí, venía dañado. Mira el circo, la
crueldad, de dónde vienen los toros... eso no viene de los toros
minóicos, no. Yo pasé mucho tiempo de mi juventud en Creta y
entendí muy bien cómo era el juego de los toros. Los toros no se
mataban en Creta. Los que ponían a los hombres, los varones, a
pelear con las bestias, eran los romanos, ahí se generan un montón
de cosas... la cuestión del oro, como llegaban los españoles
buscándolo, eso era lo que buscaban los romanos también: esta sed
de riqueza y de imponer su propio orden, los genocidios... todo eso
terminó tocándonos a nosotros también en América Latina.
-Este libro, ¿es única entrega o se
podría extender?
Estoy pensándolo porque el material es
tan grande, lo que recopilé es tanto, que siempre voy a tener la
tentación, por lo menos en la novela que estoy pensando ahora, de
poner un poco de ese material.
Lo que pasa es que con lo que no quiero
meterme es con la religión y el problema es que, después de que
mueren Julia y Tiberio, empieza a extenderse el cristianismo.
Hay tanta falsificación sobre la
manera en como se escribió la Biblia, hay tanto fanatismo... la
figura de Jesús no es alguien que me llame la atención, me gusta
mucho más la figura de Apolonio de Tiana, que era contemporáneo.
No sé cómo voy a usar ese material.
Tal vez yéndome más atrás todavía, no sé. Pero lo que sí sé es
que con la religión cristiana no me quiero meter.
-Resulta un terreno casi peligroso...
Por un lado peligroso y por otro
aburrido. A mí me encantó descubrir que la religión hinduísta y
el budismo habían influido muchísimo en Grecia y que a cada dios
griego corresponde un dios hindú y que todo el concepto del karma
estaba explicado, pero de manera esotérica, en Grecia. O sea que ahí
habían llegado toda la religión hindú y la filosofía hindú
también. Eso me encantó descubrirlo. Esa parte de las religiones
antiguas me encanta pero el cristianismo no.
Un personaje relacionado al
cristianismo que sí llama la atención de la autora es María
Magdalena, sin embargo, está consciente de la dificultad de
abordarla y señaló que si escribir sobre Julia le tomó del 2008 al
2016, “me tomaría 25 años. Ahí hay un punto que me para pero el
material (sobre Julia) se puede usar de otras maneras. Hay muchas
formas de ficcionar todo esto sin que sea novela histórica”
-¿La romana indómita estaba planeada
como novela histórica desde el inicio o la ficción permitía
abordarla de manera más amena que a través de un acercamiento
académico?
Siempre me pasa que empiezo con algo
muy académico y luego me doy cuenta de que la imaginación va
llenando los huecos y se vuelve más importante, pero sin dejar de
coincidir con la realidad... pero qué es la realidad si la historia
es ficción también.
Los historiadores dicen que la historia
es una ciencia pero es literatura porque son documentos escritos por
alguien y yo creo que la historia, aún con pruebas arqueológicas,
necesita interpretaciones.
Dejé volar mi imaginación bastante,
sin embargo yo iba viendo que mi imaginación iba coincidiendo con un
montón de escritos que eran, digamos, alternativos, que habían sido
dejados de lado y eso me dio mucha alegría pero yo creo que
predominó una ficción real, digamos. Una ficción del corazón.
-¿Qué tan romano es su corazón?
Es una cosa muy extraña porque mi
bisabuelo era romano. Él se vino a Costa Rica, mi padre hablaba
italiano pero no me lo enseñó y cuando yo llegué a Europa, a
Inglaterra, y empecé a viajar, no me identifiqué con España para
nada. Ellos fueron los que nos impusieron este sistema que nosotros
aceptamos y vivimos, y hemos perpetuado, un sistema muy injusto.
Digamos que con España tengo una relación conflictiva.
Además llegué a la España de Franco,
esa España tan gris, tan reprimida, tan triste... y en cambio entré
a Italia y sentí: “Esta es mi raíz”, y cuando llegué a Roma,
ni me digas. Ahí me volví totalmente chiflada. Pero también me
pasó en Grecia, cuando llegué a Grecia sentí que era mi mundo. En
España no, pero yo creo que es por eso, porque España para nosotros
sigue siendo traumática, aunque somos los continuadores de ellos.
Yo no soy católica pero me criaron
católica, hay una cosa interior que hace a mi corazón más
fácilmente romano porque no es directamente español, sin embargo,
soy suficientemente lúcida para ver que ahí se gestó todo el
problema.
Los libros perdidosEn La romana indómita (Planeta) se encuentra un apéndice considerable con una lista de bibliografía consultada para la escritura de la novela, sin embargo, comentó Anacristina Rossi, la enunciación de libros y fuentes está reducida.“Yo dejé sólo la bibliografía clásica porque en Planeta me dijeron: ‘Si dejas toda la bibliografía moderna -que eran 25 páginas-, esto se vuelve una novela académica’. Y ellos no querían que fuera una novela académica. Entonces sólo dejé la bibliografía clásica, pero en un país como Costa Rica, la bibliografía clásica es muy difícil de encontrar”.Lo que hizo, señaló Rossi, fue pedir los tomos vía préstamo interbibliotecario gracias a los acuerdos que la Universidad de Costa Rica tiene con casas de estudio de Estados Unidos.“Los libros los tuve que pedir fuera porque en la biblioteca aparecían como perdidos y perdidos es que se los roban. Entonces no hay casi bibliografía pero la pude suplir pidiendo por Amazon, leyendo en Kindle, con revistas... esa bibliografía no sale pero los artículos que consulté fueron cientos. Eso gracias a las bases de datos virtuales que la universidad paga para los profesores”.El proceso, añadió la autora, fue difícil y la lucha no fue sólo contra la falta de materiales de acceso sencillo sino también, un poco, contra la misma editorial.“Yo tengo un estilo difícil en el sentido de que casi no uso comas, entonces tuvimos que llegar a un acuerdo en el que yo aceptaba ciertas comas y, bueno, llegamos a una cosa intermedia donde ellos (la editorial) estuvieron contentos y donde yo aceptara. No fue fácil, porque lo que yo quería escribir era una cosa todavía más oscura, más lejana, de más alteridad con lo nuestro, pero era más difícil que les llegara a los lectores y aún así yo estoy consciente de que el lector, en las primeras páginas, debe tener paciencia para entrar en la trama”.
Foto: Tomada de www.larepublica.net
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