Entrevista sobre Los usurpadores

Lo macabro del poder

Los Azules, el detective colectivo creado por el escritor y periodista mexicano, Jorge Zepeda Patterson, está de regreso.
   Luego de enfrentar a una red internacional de trata de personas en Milena o el fémur más bello del mundo, con el que ganó el Premio Planeta 2014, el autor retoma las vidas de Tomás, Jaime, Amelia y Mario para enfrentarlos a un monstruo aún mayor: las ansias de poder político.
   Los usurpadores, su nueva novela publicada también por editorial Planeta, inicia de manera brutal: un atentado en la inauguración de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, cobra la vida de buena parte del gabinete presidencial y de cientos de invitados especiales a ese evento que cada año conjunta a la intelectualidad literaria con políticos, presidentes, candidatos y expresidentes.
   La lista de posibles víctimas consignada en las primeras páginas del nuevo libro de Zepeda Patterson incluye a Cristina Fernández de Kirchner y a Salma Hayek, por mencionar sólo algunas.
   “Fue una especie como de extrapolación”, dijo el autor en entrevista con am. “Una manera de abordar la tesis de fondo de la novela, y es que nunca habíamos llegado a un proceso de sucesión presidencial tan falto de reglas de juego, sin árbitros de peso.
   “Hay una figura presidencial muy débil, los partidos son ahora meros cascarones sujetos a la rebatinga de sus facciones de poder interno, hay poca confianza en las instituciones que no han crecido, las instituciones electorales parecen partidas por cuotas asignadas por los partidos... el Trife, el Ine. En ese sentido, nos acercamos a una especie de sucesión presidencial en la que los poderes fácticos sienten que operan con reglas sujetas al más fuerte, al que dé los manotazos más severos, entonces yo construyo un escenario en donde es casi una especie de juego de tronos, una especie de lucha por la silla, en la que los poderes fácticos se sienten en libertad de, prácticamente, hacer cualquier cosa que sea necesaria con tal de destruir a su oponente o darse mayor oportunidad de vencerlo”.
   Así, en la historia consignada en las páginas de Los usurpadores, hay tres posibles sucesores presidenciales de peso que, con sus cuartos de guerra y con acceso ilimitado al poder económico y político, buscan deshacerse de sus oponentes.
   “La manera más ilustrativa y quizá extrema para arrancar esta disputa, pensé, fue este terrible atentado que publico en las primeras dos páginas (del libro), en la FIL de Guadalajara”.

-La FIL puede resultar peligrosa en más de un sentido para un político si recordamos el incidente de los tres libros de Peña Ñieto hace algunos años...
Exacto. Digamos que la FIL ya jugó en la sucesión presidencial hace seis años. Ahora le doy más que una vuelta de tuerca y lo vuelvo a incorporar.

Camino al abismo
Los usurpadores apuesta alto. En las primeras dos páginas se sabe lo que pasará: un sangriento atentado en un evento de alto nivel, pero aún así, logra enganchar al lector y lo obliga a seguir hasta el final para descubrir quién dio la orden de que jalaran el gatillo. Este planteamiento es, como ya se dijo, un movimiento arriesgado pero bien logrado por el autor.
   “El libro está hecho para que una vez que el lector comience a verlo, la trama punzante lo lleve necesariamente a no dejarlo hasta la última página que tiene, además, un final sorprendente.
   “Tiene muchos ingredientes para conseguirlo, no sólo los cuatro azules, mis personajes de las otras novelas, que son cuatro amigos -dos de ellos enamorados de la misma mujer-, sino también un elemento nuevo que introduzco, que es el jugador de tenis, un ídolo, Sergio Franco, una especie de Rafa Nadal mexicano que termina jugando tenis con el presidente y convirtiéndose sin querer en el depositario de sus confidencias e intimidades.
   “Para mí es un recurso que me permite mostrarle al lector de qué están hechos estos pliegues ocultos que puede tener un presidente que puede llegar a decirle cosas como: ‘Nadie despierta intentando joder a México’, pero de alguna manera es una justificación para decir: ‘Y sin embargo sucede’”.

-En la trama se ven juegos de poder en todos los niveles, incluso entre los cuatro azules, cuya relación siempre está mediada por una añeja amistad y un gran cariño.
Exacto. Creo que estamos en esa tensión permanente que hace mi detective -que es uno colectivo formado por cuatro amigos; tres hombres y una mujer-, e introduce también un elemento muy atractivo para el lector porque no sólo está la tensión permanente del suspenso de la trama policiaca-política sino también el tejido que se establece entre ellos de competencia, un poco de celos y al mismo tiempo de una amistad y una lealtad entre los cuatro que se remite a la primera infancia. Tienen 40 años conociéndose y, en el fondo, confiando de manera incondicional pese a estas tensiones.

-¿Estos juegos de poder se dan incluso en los medios? Que se supone que deberían optar a la objetividad
En la novela aparece esta tensión que se establece entre los medios y, bueno, soy parte de mi propia biografía. Uno de los cuatro amigos es director del diario más importante del país, en la historia, pero la otra amiga es la directora del medio digital de mayor influencia, y me ayuda, como casi una historia paralela, a dar esta tensión que existe hoy entre el periodismo tradicional, fincado en los códigos y los valores profesionales, y este nuevo periodismo muy oportuno, muy ágil, pero también muy sujeto a las influencias buenas y malas del mundo viral que hoy vivimos.

La tormenta que viene
En Los usurpadores hace su aparición LaPizarra, un medio digital que empieza a hacerle competencia fuerte a El Mundo, el diario más importante del país. Una clara tendencia hacia el 2018, año electoral en el que la decisión recaerá prioritariamente en los millenials, tan cercanos a este tipo de plataformas informativas.
   “Lo veo como algo que será inmenso, brutal y que apenas estamos conmenzando. Ya en 2012 temas como #Yosoy132 y los tres libros que no leyó el candidato (Peña Nieto), no habrían sido posibles sin el mundo de las redes, pero eso fue de párvulos comparado con lo que va a suceder cinco o seis años después y de hecho ya está sucediendo.
   “La preeminencia que han adquirido las redes sociales con toda su capacidad de exhibición de los excesos de la élite, de los mirreyes, las ladys, los lores, etcétera, pero sobre todo la capacidad de que un meme termina casi por ser más importante que un lema de campaña, que un argumento, que una plataforma electoral, me parece que va a ser la constante de lo que se nos viene encima”.
   Lo que se vivió en 2012, insistió Zepeda Patterson, quedará como un juego de niños comparado con el papel que desempeñarán las redes sociales en el 2018 porque, dijo, han modificado la forma en que se consume información.
   “Prácticamente ahora la mayor parte de la gente consume la información de manera referencial, por lo que le llega en Facebook, en Twitter... (es) de manera fragmentada porque la ve en un móvil, entonces la información que tengamos sobre las campañas y los candidatos y sus programas, para mal y para bien, y sobre todo creo que para mal, va a estar muy sujeto a esta manera tan accidentada, a esta tendencia del infoentretenimiento más que a la documentación pensada, reflexionada”.

-Exige un nivel mínimo de atención
Exacto, y de hecho lo que observamos en la campaña de Trump da cuenta justamente de eso: del triunfo de la frase ocurrente, del chiste, de la mofa, contra cualquier proyecto real de solución a los problemas reales del país. Hace 15 años un personaje como ese no hubiera tenido ninguna oportunidad frente a políticos profesionales, digamos.
   Hoy en día es muy revelador que para buena parte de la opinión pública ha cambiado la manera en que se acerca a la cosa pública y esto creo que va a marcar también lo que nos espera.
   En Los usurpadores yo juego mucho con estos elementos como parte de esta contienda entre los tres grandes adversarios y la manera en que utilizan justamente estas plataformas, estas distorsiones, estas herramientas.



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