Entrevista con Felipe Montes sobre Barrio de Catedral
Grito del corazón
Desde temprana edad Felipe Montes tuvo claro lo que
quería hacer: abordar la historia de Monterrey, su ciudad natal, pero desde una
perspectiva diferente.
Paso a paso, libro a libro, cada vez está más cerca de
culminar la gran obra que, por medio de cantos épicos, registre el devenir de
la ‘Sultana del Norte’, esa joya entre ríos y montañas que, por intercesión del
autor, se abre para develar sus entrañas en Barrio de Catedral, la más reciente
novela de Montes publicada por Tusquets.
El también creador de obras como Casa natal, Catedrales, El
enrabiado, El vigilante, Sólido azul y El evangelio del niño Fidencio, por citar
solo algunas, habló para PROVINCIA sobre su nueva publicación y cómo este gran
proyecto remite a la épica de otro tiempo.
“Desde los 13 años de edad lo que he querido es hacer un
libro sagrado compuesto de cantos épicos y entonces lo que yo estoy haciendo es
un solo poema del cual Barrio de Catedral es una parte o, cada capítulo es una
parte muy importante. Mi poema está en orden cronológico, Barrio de Catedral,
con sus capítulos, va a ir incrustado en esa obra de manera muy importante
porque es el gran organizador del resto de la obra. El barrio antiguo de
Monterrey es el corazón de esta ciudad”.
Montes aclaró que ese tomo sagrado es una obra en proceso
de la cual algunas de sus obras formarán parte al igual que Barrio de Catedral.
“Yerbabuena, El evangelio del niño Fidencio, Vigilantes, Sólido
azul, Dolores, El enrabiado… todos son fragmentos de esta misma obra. Por
primera vez en Barrio de Catedral pongo no un solo fragmento, sino cinco que
van en diferentes lugares y cuyo hilo conductor es el sitio exacto en donde se
desarrollan que en este caso es el barrio de Catedral, el corazón de Monterrey,
el núcleo fundacional de nuestra ciudad”.
—¿Este gran poema se va a publicar de manera conjunta? ¿O
cómo se pueden leer sus obras ya publicadas?
Sí se va a publicar de manera integrada, espero yo lograr
eso a más tardar en tres años y sí, sí hay manera de organizar las lecturas
actuales: en mi página de Internet pongo de izquierda a derecha los libros no
en un orden de publicación sino de lectura, sin embargo, hay que recordar que Barrio
de Catedral tiene cinco capítulos y que cada uno va en un lugar diferente de la
obra (completa) por el orden cronológico. A Barrio de Catedral habría que
deshojarlo para poner un capitulo acá y el otro allá. Lo que sí es necesario
tomar en cuenta es que el orden es cronológico y que la lectura tiene que ser
desde lo que he llamado La casa natal y el pozo de fuego, hasta un final que
aún no ha sido publicado que se llama Las piedras, que aparecerá una vez que se
haya publicado todo completo y se tenga la paciencia para leerlo.
Actualmente la obra completa a la que apunta Montes se
compone por entre 70 y 72 libros que en ocasiones se separan o fusionan según
sus necesidades. Todos esos fragmentos de la historia de Monterrey, dijo, se
unirán en esa publicación aglutinante que integrará los segmentos ya conocidos y
otros que se mantendrán inéditos hasta que se concrete esa compilación.
El inicio
En los capítulos que componen a Barrio de Catedral su
autor hace referencia a momentos, personajes y lugares muy específicos que,
aunque están envueltos con la mística de la poesía, el canto épico y la
licencia literaria, sí están documentados de manera rigurosa.
“Los primeros cuatro capítulos son así: los nombres son
reales, la gente a la cual aludo existe, pero sabes que una vez que uno
convierte algo en literatura ya es ficción y, los escritores liberamos los
criterios para vincular algo con el resto del mundo. Aunque la persona pueda
ver ahí su nombre habrá que aclararle que una vez que está ahí no es propiedad,
pero sí es para uso, recreación y arte del escritor.
“El quinto capítulo”, titulado Lucía y Jasdían, apuntó,
“se basa sí en cuestiones documentadas pero de manera muy distinta a la
histórica: se basa en consultas a esquizofrénicos, consultas a gente que afirma
ver ángeles, consultas a niños y a vecinos del barrio antiguo que afirman haber
visto demonios, ángeles, fantasmas, brujas, conversiones de mujeres en
tecolotes… es una parte en la que me doy más libertades, tanto formales como de
fondo, y creo que es la que más representa a mi estilo, en cuanto al material
con el que mi prosa está hecha. Los cuatro primeros sí tienen ese compromiso
con la disciplina histórica para, de todos modos, recrearla y ‘bañarla’ de
leyenda y de mitología”.
—Podría decirse que el último fragmento es tradición
oral…
Exactamente, tradicional oral no registrada en las
crónicas oficiales ni en actas civiles o penales. El capítulo cinco es el que
fluye más aunque es el que menos se entiende de la trama. Explota, explota en
colores.
—Este elemento de la oralidad está muy presente en el
libro porque al leerlo me parecía que pide que se lea en voz alta…
Sí, esa es la intención y de hecho todos mis libros los
dicto, ya sea a un programa de computación o a una persona, y para corregirlos
los leo en voz alta, por fragmentos, para saber si esa sonoridad es la que
quiero. El quinto capítulo, en ese sentido, es el que más satisfecho me tiene
porque es en el que me di más libertades en cuanto a esta armonización entre
los fondos y las formas.
—¿Se ha planteado la posibilidad de adaptar el texto a
una pieza escénica?
Para mí, la literatura no es un arte escrito, de hecho el
término literatura ya es un equívoco porque habla de letras, para mí la
literatura se llama poesía y está formada de fonemas, no de letras, y en ese
sentido sí he pensado yo en que una vez que esté la versión completa se
convierta en un audiolibro para que la gente lo escuche y en una pieza escénica
de una manera muy sencilla que consistiría en una persona al frente, que se
haya memorizado toda la obra o que la quiera leer de un volumen, y que le dé
lectura del principio al final a través de muchísimas horas, porque sí pienso
que la versión final va a tener entre mil y 3 mil 500 paginas. En este momento
tiene 84 mil, entonces mi labor es de contracción de la obra, no tanto de
expansión.
La propia historia
El interés de Montes, como ha dicho, está en registrar la
épica de una ciudad tan reverenciada como Monterrey que contiene en su gran
entramado de historias a las de su origen más próximo: su familia.
El autor, comentó, ha vivido en el barrio de Catedral por
lo que las historias —conservadas por historiadores o por sus habitantes—, le
resultan conocidas.
“Sí, he vivido ahí, porque tengo un departamento en ese
barrio, pero por días. Mi mamá sí nació ahí y vivió ahí hasta que se casó. Es
un lugar de visita constante por parte nuestra”.
—¿Parte de las anécdotas de su familia están en el libro?
Las más ricas. De mi tío Enrique, que es el segundo de
los siete hermanos de mi mamá, de sus recuerdos se forma el capítulo tres, y de
hecho puedes encontrar el nacimiento de mi mamá de una manera muy rápida, es La
Tití, es la menor de todos. Cuando se pierde su hermana y la traen de regreso
resulta que ya hay otra niña que acaba de nacer.
—Ese capítulo con la familia nomádica parece hacer
referencia al traslado de los fundadores de Monterrey, ese largo caminar para
encontrar su lugar…
La verdad no se me había ocurrido y es muy claro que es
gente que viene de otras partes en una especie de caravana, una existencia
nomádica, como lo dices, y dentro de la ciudad también hay nomadismo, de una
casa a otra, no se acaban de acomodar…
El fundador
La epopeya iniciada por Diego de Montemayor y las 12
familias que lo acompañaron para fundar Monterrey se dio en un tiempo —en 1596,
para ser exactos—, en el que la aventura llamaba a los peninsulares y les
reclamaba ir a ese nuevo mundo para terminar de descubrirlo.
El fundador, nacido en Málaga, España, llegó a la
entonces Nueva España en algún punto de la década de 1570 por lo que para
cuando encontró esa nueva tierra prometida entre montañas y ríos su nombre como
aventurero era reconocido y valorado.
“Las ciudades son lo que los ciudadanos se imaginan que
son”, señaló Montes. “En el caso de Monterrey hemos padecido, por un lado, una
baja autoestima social, sobre todo basada en la falta de producción artística
que habíamos tenido hasta hace algunas décadas.
“Monterrey tiene a sus industriales, los cuales han sido
glorificados por diferentes artistas también, pero en un sentido de homenaje o
de libro por encargo, de unos años para acá han estado pasando cosas muy
relevantes para Monterrey y para toda la región, ya sea la creación de Marco,
el Museo de Arte Contemporáneo o la inauguración de la retrospectiva de Julio
Galán por los 10 años de su fallecimiento, o la presentación que hicimos de
nuestros libros en una librería, nada menos que ocho títulos diferentes, todos
de distribución nacional, y en un espíritu ya no de excepción, de gran hallazgo
o de coincidencia, sino que ya no estamos dispuestos a que esto retroceda hacia
la violencia e incluso ni siquiera hacia la maquila, el comercio y la industria
del consumismo. Tanto nuestra literatura como los artistas de otras disciplinas
estamos muy puestos a que esto sea un fenómeno permanente, irreversible y que
avance cada vez más. Que haya cada vez más y mejores escritores en Monterrey,
que haya más y mejores lectores en Monterrey y en toda la región”.
—En ese sentido este gran y extenso canto que está
haciendo es fundacional, va del origen a la actualidad…
En Michoacán hay muchísima historia, muchísima leyenda y
orígenes que se remontan a la prehistoria, acá también tenemos esos orígenes
aunque no son tan conocidos en el resto de México. Cada comunidad se merece sus
propios símbolos, ya sea su bandera, su himno, su libro, en el caso de,
digamos, la nación cristiana está La Biblia, el gran libro para muchos; en el
caso de la nación musulmana está El Corán, y así hay más obras que encarnan el
pasado y el imaginario colectivo de una comunidad, de una civilización, le dan
sentido y la catapultan, en ese tenor, mi poema a Monterrey es esa piedra que
emana ciertos círculos concéntricos que van dándole sentido a toda esta locura
que tenemos en las ciudades grandes, a las cuales a veces no les encontramos
ese sentido o no lo inventamos y hace falta que lo inventemos para que nuestras
conciencias estén tranquilas.
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