Entrevista a Fernando Rivera Calderón sobre el Diccionario del caos
Caos, orden divino
Conocido por su labor periodística y musical, Fernando
Rivera Calderón incursiona ahora en la literatura con su Diccionario del caos
(Taurus), un libro muy personal en el que con su característico humor ácido e
incisivo prodiga una serie de definiciones inesperadas y divertidas.
“La verdad las letras fueron mi primera incursión en la
vida, desde niño soñaba con ser escritor y era como un alucine que yo creo que
idealicé de tal modo que empecé a hacer en la vida todo menos ese quería hacer,
de algún modo escribía pero tomé el periodismo como una especie de campo de
prácticas y decía ‘bueno, si escribo en la prensa seguramente voy a practicar
lo suficiente para poder escribir en determinado tiempo’, pero el periodismo me
secuestró y de repente es complejo salir de una dinámica en la que uno empieza
a escribir en la prensa y empieza a hacer colaboraciones en la radio y empecé a
hacer cosas en tele, empecé a ir de acá para allá y hacer de todo y sin medida,
como en la canción de José José, pero cada vez tenía más miedo de escribir ese
primer libro que había anhelado, pasó como con una chica que conocí en la
preparatoria que amaba tanto que nunca pude atreverme a llegarle, entonces era ya
un poco angustiante porque había cumplido 40 años y yo no había escrito mi
libro.
“Se dio la coyuntura gracias a la editorial Taurus,
primero les iba a entregar un libro que se iba a llamar El laberinto de la
sobriedad, libro que fue robado de mi casa, me robaron mi computadora, se
llevaron mi libro sin que hubiera una copia y cuando les planteé esto, mi
editora, Marcela González Durán, me sugirió ‘¿por qué no escribes un
diccionario?’, y cuando me dijo diccionario haz de cuenta que me explotó la
cabeza porque de algún modo en un diccionario entra todo lo que yo quería
escribir y todo lo que yo quería decir, quería decir muchas cosas sobre temas
muy diferentes y creo que fue la coartada perfecta porque además el diccionario
es un libro entrañable que desde que niño lo tengo en mis manos, lo leía y me
parecía una lectura paradigmática”.
-¿Tenía el Larousse ilustrado?
El Larousse ilustrado y uno muy viejo que tenía mi papá,
que se lo heredó su papá -uno rojo de la Real Academia que era un libro enorme
con páginas color sepia de esas que hasta se quebraban cuando las doblabas-; y
pues además la locura de lo que implica una definición, se me hacía muy extraño
como definen los diccionarios, se me sigue haciendo muy extraño, basta ver como
definen amor o vida, son extremadamente fríos y a veces no te dicen nada de la
palabra que están hablando, entonces yo quería hacer un diccionario que fuera
un poco un homenaje, pero a la vez una burla y una crítica a los diccionarios
ortodoxos haciendo un diccionario personalísimo, radicalmente intimo (y)
prácticamente autobiográfico.
-La palabra diccionario sugiere orden y estructura, ¿cómo
se concibe un tomo así pero sobre el caos?
Yo creo que los diccionarios no tendrían que estar
ordenados, pero bueno, vivimos bajo algo que yo llamo la tiranía alfabética (que)
permite atrocidades tales como mezclar al agua con el aceite o poner al amor no
a un paso del odio sino a 200 páginas, es absurdo, y yo creo que en este
diccionario desde la manera en la que lo escribí decidí que fuera radicalmente
caótico, cosa que no me cuesta trabajo porque es caótica mi vida, entonces empecé
a escribir una palabra: índice, que era como quería que empezara, con un índice
pero más que un índice es la definición de la palabra, luego de ahí me fui a no
recuerdo cual pero una palabra me fue llevando a otra y a otra y a otra, y fue
un proceso muy divertido y muy loco porque el libro no tiene numeración en las
páginas, entonces si te gustó una palabra para que la vuelvas a encontrar está
cabrón y además yo lo que digo es que se presta una lectura más como de cábala,
como de un libro sagrado que lo puedes abrir en cualquier punto y si bien no
encontrar la palabra que buscas sí puedes encontrar la palabra que necesitas.
-¿Cree que la obsesión por el orden que mucha gente tiene
se puede convertir en caos?
Cualquier pretensión de orden es de una inocencia y una
candidez apabullante, lamentablemente nuestras pretensiones de orden como
sociedad son muchas pero la verdad lo único que logramos es vulnerar el
desorden natural de las cosas, el caos para mí es divino, el caos es como las
cosas están dispuestas en el espacio y en el tiempo de un modo aleatorio y para
mí divino. Yo siempre he sido un problema para la gente que vive conmigo, desde
mi mamá que me decía ‘arregla tu cuarto’, y creo que en México uno de los
grandes problemas que tenemos es que somos pésimos para ordenar las cosas,
nuestra idea del orden es un desastre (…) le tenemos tanto miedo al caos que
conseguimos algo mucho peor que eso, que es nuestro pinche orden mexicano
chafísima (risas).
-¿Cómo fue el proceso de escritura?
Yo no soy un tipo que le guste sentarse demasiado tiempo,
me gusta hacer cosas, tener como vivencias y estar entre el trabajo, mis hijos
y la locura de la vida, y la verdad es que tengo poco tiempo libre y no soy
disciplinado, entonces este libro fue escrito de noche, regresaba de mi
programa de radio, 10 de la noche, botellita de vino, música clásica, que no es
que oiga mucho música clásica pero para hacer este libro escuché Chopin, Erik
Satie, o sea música muy introspectiva y me metí en un trance de puras noches,
fue un periodo desgastante, lo escribí más o menos como en 6 meses, en las
madrugadas, a veces me seguía escribiendo, me daba el día, no comía, en los
agradecimientos le agradezco a mi vecina que de repente me veía ya dos días sin
comer y sin salir y me llevaba algo, me
preparaba unas quesadillas o cosas así, y bueno tenía que volver a la vida, pasaban
tres semanas o un mes y otra noche empezaba el ritual nuevamente y en cada
sesión me aventaba 20 o 25 conceptos que realmente no los había pensado
previamente, es como si el libro hubiera estado escrito en vivencias, en mi
vida, entonces a la hora de ponerme a escribirlo fue una escritura muy fluida y
la verdad muy rápida, ya después le di una revisada y pulí algunas cosas pero
en realidad en libro lo escribí como un acto de generación espontánea.
Fiel a su nombre, el Diccionario del caos, según comentó
Rivera Calderón, no tuvo en su concepción y escritura ningún tipo de
estructura. “Nunca hice una lista, ningún intento de estructurarlo ni mucho
menos y me encanta, al final es como si sí lo hubiera pensado, como si sí
hubiera tenido una idea, y no”.
-Ya cuando lo revisó ¿hubo alguna definición que lo
sorprendiera?
Hubo varias, yo fui mucho tiempo editor en la prensa
escrita y soy muy rapaz con lo que escribo y por eso mis textos son muy breves,
las mismas definiciones que hay en el libro fueron las mismas que deseché
porque me parecían simples ocurrencias que no tenían mucha sustancia o como que
no venían al caso, hubo algunas definiciones que incorporé, frases que había
oído en la calle pero que no eran creación mía, decidí sacarlas, tampoco se
trata de adjudicarse lo de otros (…) al final salieron varias palabras y
quedaron las que creo tienen que estar, a lo mejor agregaría algunas en una
edición posterior así como regalitos para los lectores.
-Ahora que finalmente publicó ese primer libreo, ¿piensa
publicar otro en el corto plazo?
La idea es que a partir de este libro ya no voy a parar,
tardé mucho tiempo para perder el pudor y el miedo de publicar porque respeto
mucho a la gente que escribe, disfruto mucho
leer a quienes admiro.
-¿A quienes admira?
Son muchísimos, por citar algunos admiro mucho a Michel
Tournier, Marguerite Yourcenar, Pascal Quignard, soy muy amante de la
literatura francesa pero me gusta mucho la poesía, leo mucho a Sabines, a Octavio
Paz, a Xavier Villaurrutia, a los cuentistas fantásticos como Monterroso, Bioy,
Borges, Cortázar, Arreola y bueno, a escritores como Etgar Keret o Jorge
Fernández, más contemporáneos que me
fascinan, la verdad es que sí disfruto mucho la lectura pero ya habiendo
perdido el pudor de presentar este primer libro y además que he recibido
comentarios buenos y me siento muy estimulado para seguir, tengo actualmente en
mi computadora -que espero que ya no me roben-, varios proyectos que estoy
escribiendo y viendo cuál crece, tengo unas ideas así como simpáticas, si bien
no seguir con el diccionario y no hacer un Diccionario del caos 2 ni mucho
menos, sí seguir burlándome un poco de los grandes libros así como el
diccionario o como la sección amarilla o como el Quijote, sí quiero jugar un
poco, divertirme con estas ideas que tenemos muy establecidas, poderlas romper
y hacer que los lectores por un instante se sorprendan, porque cada vez es más
difícil sorprender a un lector, yo mí mismo como lector soy muy exigente, cuando
encuentro algo que me gusta es una epifanía, realmente traté de poner en mi
libro esa clase de ingredientes que pudieran hacer que el lector se sorprenda,
porque el primer sorprendido era yo, escribiéndolo en la madrugada, me reía, se
me salía una carcajada. Yo venía de un divorcio muy fuerte, de una situación
muy difícil y aunque soy un payaso
profesional, por un momento me sentía como Garrick, el payaso que llora y que
no encuentra cura a su tormento y en este libro yo vertí todo y me reí de mí
mismo y lloré, hice un acto de catarsis absoluto, me dejó muy ligero, muy
liberado, me hizo bien escribirlo.
-¿Piensa retomar el libro que le robaron?
Es como un ensayo y pues no sé, encontré copias de algunas páginas que se salvaron, yo creo que sí valdría la pena escribirlo pero habiendo sucedido todo lo que sucedió, creo que también era una especie de mensaje divino de que no es todavía el momento de ese libro, que tengo que atravesar algo más para poder concluirlo porque incluso a la hora de estarlo escribiendo llegué a un punto en el libro -una apología de las drogas, humorística sin ningún tipo de mensaje moralino ni mucho menos-, (en el que sentía) que faltaba algo. Como que hay algo con el asunto de las drogas que yo creo que ni siquiera el país ha podido resolver, no termino de entender qué es pero en cuanto lo sepa seguramente ese libro va a fluir, antes de eso yo creo que publicaré algunos otras cosas que estoy trabajando ahora y que me tienen muy entretenido en mis pocos ratos de ocio y en las noches en que me acostumbro desvelar.
Es como un ensayo y pues no sé, encontré copias de algunas páginas que se salvaron, yo creo que sí valdría la pena escribirlo pero habiendo sucedido todo lo que sucedió, creo que también era una especie de mensaje divino de que no es todavía el momento de ese libro, que tengo que atravesar algo más para poder concluirlo porque incluso a la hora de estarlo escribiendo llegué a un punto en el libro -una apología de las drogas, humorística sin ningún tipo de mensaje moralino ni mucho menos-, (en el que sentía) que faltaba algo. Como que hay algo con el asunto de las drogas que yo creo que ni siquiera el país ha podido resolver, no termino de entender qué es pero en cuanto lo sepa seguramente ese libro va a fluir, antes de eso yo creo que publicaré algunos otras cosas que estoy trabajando ahora y que me tienen muy entretenido en mis pocos ratos de ocio y en las noches en que me acostumbro desvelar.
Hay un diccionario del mismo estilo en hlamuda.com
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