Comentario sobre Querubines en el infierno
Querubines chamuscados
Tal vez el infierno no sea ese temido lugar de condenación eterna sino un estado —ya sea de creación propia o impuesto por otros— que ofrece la oportunidad de una metamorfosis necesaria para dejar atrás miedos y demonios, o al menos para aprender a lidiar con ellos.
Para usar el conocido refrán “No hay mal que por bien no venga”, este mexicanísimo axioma puede aplicarse a la historia narrada por F.G. Haghenbeck en Querubines en el infierno (Suma de Letras), en la que presenta una serie de eventos terribles que termina por moldear una mejor versión de sus protagonistas.
La nueva novela del autor radicado en Tehuacán, Puebla, es como un compendio de sus intereses y de su celebrado estilo literario que le ha valido galardones como el Premio Nacional de Novela Una Vuelta de Tuerca en 2006, el Gourmand Award Francia en 2013 y el Bellas Artes de Novela José Rubén Romero, entregado en Michoacán, por Deidades menores, un tomo próximo a publicarse.
Haghenbeck escribe novela negra y también histórica, ambas con un toque de fantasía noir en la que fantasmas y seres oscuros se hacen presentes. También ha incursionado en el cómic con gran éxito y algunos de sus libros están dirigidos al público juvenil.
La pluma del mexicano, podría decirse, es universal, y ese rasgo aparece, avasallador, en Querubines en el infierno, en la que el autor combina su pasión por la investigación bibliográfica con la maestría con la narra historias en las que pasado y presente se entretejen orgánicamente sobre páginas salpicadas de obsesiones, violencia y hasta parlanchines fantasmas.
Otro elemento propio de Haghenbeck presente en su más reciente publicación son las historietas. Uno de sus protagonistas es un gran dibujante que antes de poder vivir su verdadera vocación tendrá que, como olla de barro, afinar su dureza y resistencia por medio del fuego de la guerra. Un infierno prolongado que, sin embargo, tendrá la cualidad de reducir la condena a la que inexorablemente se enfrentaba.
La noche
Querubines en el infierno es una narración de la calidad a la que Haghenbeck tiene acostumbrados a sus lectores y además, podría decirse, una magnífica lección de historia mundial pese a los yerros que el mismo autor aclara en una nota final.
La nueva novela del mexicano toma como punto de partida los Zoot Suit Riots, revueltas racistas que se dieron en Los Ángeles, California, en plena Segunda Guerra Mundial. Esos conflictos enfrentaron a los ciudadanos méxico-americanos con los marines y militares estadounidenses quienes consideraban a los primeros como antipatriotas y norteamericanos de segunda clase, cuando no simples ‘frijoleros’.
Miles de jóvenes se enlistaban voluntariamente o eran reclutados por el Ejército para ir a Europa a luchar contra los nazis. Los Aliados veían difícil vencer a Hitler por lo que ante el racionamiento de alimentos e insumos, pero también de soldados, empezaron a echar mano de lo que pudieran.
En esa época los ‘pachucos’, identificados fácilmente por los zoot suits y su manera de hablar, eran vistos como un problema social, ya que se asociaba su existencia con las pandillas y la violencia en las calles de la ciudad, sin embargo, como verá el lector en Querubines en el infierno, no todos eran delincuentes y había cientos de jóvenes que usaban los amplios pantalones y los largos sacos del traje distintivo como mera moda y como signo de pertenencia a alguna cuadrilla delincuencial.
Ante el racionamiento de víveres y materias primas para vestido y calzado, el hecho de que ‘pachucos’ —principalmente hombres y mujeres méxico-americanos— utilizaran una gran cantidad de tela para sus atuendos era visto como un antipatriótico desperdicio.
Con ese panorama llegan a Los Ángeles Louis ‘Dumbo’ Moreno y su hermana Elsie, jóvenes nacidos en Estados Unidos pero de padres mexicanos nacidos en Texas a quienes su color de piel hace blanco de ataques racistas, ya que en esa época la segregación por razas seguía vigente.
‘Dumbo’ y Elsie van a Los Ángeles con la esperanza de pasar un verano divertido con sus primos Betty y ‘Moddy’ sin imaginarse que el viaje les cambiará la vida.
Los cuatro jóvenes se ven envueltos en una de las fatídicas noches de los Zoot Suit Riots y ya no hay vuelta atrás. El resultado de esa jornada, además de los golpes brutales y la cárcel para las víctimas y no los victimarios, es que ‘Dumbo’ tiene que ir al frente a pelear contra los nazis. Así como él —tanto en la novela como en la realidad— miles de hombres méxico-americanos tuvieron que ir a la guerra, como ‘soldados de a huevo’, para expiar su única culpa: ser morenos.
Las máscaras
Haghenbeck, como ya se dijo, tiene gusto por la investigación documental y la narración de historias que atrapan desde la primera línea. Ambas cosas las vuelve a cumplir cabalmente con Querubines en el infierno que además de presentar una trama en la que se combinan humor y dolor, presenta al lector un hecho olvidado por la historia oficial: la participación de la comunidad latina en la Segunda Guerra Mundial.
Ante las incontables bajas y la falta de ciudadanos norteamericanos, las autoridades echaron mano de los jóvenes encarcelados durante los Zoot Suit Riots y la única opción fue ir a pelear al frente de guerra para evitar seguir encerrados.
Esos ‘soldados de a huevo’ son rescatados por la pluma de Haghenbeck por medio de ‘Dumbo’ Moreno, quien una noche estaba en un bar con su hermana y sus primos y apenas unos días después desembarcaba en la Costa italiana entre los disparos de los tanques alemanes.
Otro rasgo documentado por el autor mexicano es el inicio de la lucha feminista y sus conquistas sociales y laborales a las que el conflicto bélico abrió las puertas. Elsie Moreno también pasará por un infierno personal y las llamas también terminarán de afianzar su resistencia para emerger en una nueva versión de sí misma libre de máscaras.
La joven méxico-americana, así como cientos de autoproclamados ‘pachucos’ y ‘pachucas’, usaba esa vestimenta y el slang característico como una moda, una fachada que les permitía buscar una identidad propia al estar entre dos países: Estados Unidos, que los rechazaba y México, que no conocían.
‘Chale’, ‘nel’, ‘wachearme’, ‘buti’, ‘tirili’, ‘borlo’, ‘songas’, ‘wino’, ‘alalva’, ‘teiquirisi’ eran algunas de las palabras que blandían como escudo y a la vez como arma en ese pequeño mundo que intentaban construir, pero que todos los días eran cimbrado por la segregación racial y el hecho de que para las autoridades por ser morenos y vestirse como lo hacían eran, en automático, delincuentes.
Con ese vocabulario en uso pero aspiraciones que iban mucho más allá, por medio de los dibujos que era capaz de hacer, ‘Dumbo’ Moreno llega al frente de guerra y empieza su metamorfosis. El chico tímido y asustado que quería pasar desapercibido descubre una valentía antes desconocida que le da una nueva perspectiva de vida en la que sus temores y demonios siguen presentes —acrecentados quizás por los horrores vistos en la guerra— pero ya con una cierta camaradería ganada a fuego y disparos.
La idea de las autoridades con los ‘soldados de a huevo’ era que se reivindicaran, pero a la larga terminaron por hacer más que eso y al regresar del frente como héroes de guerra se empezaron a dar los pasos para la reivindicación de los hasta entonces considerados como ciudadanos de segunda.
La historia escrita por Haghenbeck es divertida, conmovedora, informativa y aleccionadora. De sus páginas se puede deducir que ya sea un zoot suit o un traje sastre, todo redunda en máscaras con las que esperamos ocultar cosas que no nos gustan o favorecen. Y también deja claro que, sin importar lo que pase, no hay sufrimiento sin redención ni heroísmo libre de locura.
Foto: Tomada de http://letrasexplicitas.com/
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