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Mostrando las entradas de noviembre, 2013

Murió María la renca

María siempre llevaba el cierre a la mitad de la espalda, no por coquetería, sino porque la joroba no le permitía cerrarlo por completo… la edad hizo sus estragos. Era muy conocida en el pueblo en el que vivió, uno pequeño  y terregoso que bien podía recorrerse a pie para hacer cualquier diligencia pero que la mayoría de sus habitantes se empeñaba en recorrer en coche o camioneta, levantando más tierra aún. María no era como ellos, andaba de un lado a otro, renca de la pierna derecha, el vestido a medio cerrar y el cabello, de un rojo muy vivo para ser real, recogido en un chongo hecho a toda prisa al empezar la caminata o a veces suelto, si por la humedad del baño no era conveniente recogerlo. El carácter fuerte la caracterizó y su militancia política también, renca y todo participaba en los mítines y cada trienio apoyaba al candidato de su partido con férreo fervor y gritando consignas para alentar a otros a votar por el abanderado del llamado “partido de los pobres”...

Los 41 botones del vestido de Mimí

Su habitación tiene balcón que mira sobre la calle, la cortina abierta deja entrar la luz del alumbrado público, va empezar a maquillarse y decide hacerlo a la luz de las velas, piensa: “Mimí necesita una atmósfera de misterio y romanticismo”, cierra las cortinas y comienza la faena. Sentir la suavidad de las esponjas y pinceles sobre su rostro le fascina, ver cómo el maquillaje va transformándole la faz es algo que disfruta como nada, colorete en las mejillas y el carmín en los labios hacen que Mimí se sienta la reina de la coquetería, algo que corona pintándose un lunar en el pómulo derecho. Las cejas bien arqueadas y delineadas, los ojos con profundos colores a juego con el atuendo de seda y brocados que lucirá esa noche, quiere ser la más bonita… “Voy a ser la más bonita”, se dice a sí misma mirándose al espejo y se sonríe. La titilante luz de las velas crea penumbras que a cualquiera pudieran asustar, mas no a Mimí, esas penumbras son sus compañeras, sus cómplices...
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El Siervo de la Nación
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Soledad
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El olvido
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Floripondeando
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Templo de las Capuchinas
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Jugando con el plátano
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Aparecidos, descarnados y prisioneros
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A la espera de un milagro
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Folclores dominicales