Reseña del libro Sobre los huesos de los muertos


Donde no pasa nada

Las aguas mansas pueden resultar las más peligrosas, su quietud genera confianza, se baja la guardia y es ahí cuando la amenaza, si es que la hay, se materializa en un ataque que por inesperado resulta más eficaz.
   Con el párrafo anterior podría describirse Sobre los huesos de los muertos (Oceano), novela de Olga Tokarczuk en la que parece que no pasa nada y en realidad pasa todo frente al lector sin que este se dé cuenta.
   El libro de la reconocida escritora polaca se publicó originalmente en 2009 y ahora llega a México de la mano de Editorial Oceano en una traducción de Abel Murcia. La historia no podría llegar al país en mejor momento ya que su protagonista y narradora está convencida de que se debe remediar el trato injusto que se da a los animales, un tema vigente y que causa controversia.
   Sobre los huesos de los muertos fue criticado por lo que algunos críticos y lectores señalaron como radicalismo ecologista, sin embargo, el tono de Janina Duszejko, el personaje principal, queda totalmente justificado una vez que el misterio que llena su entorno empieza a resolverse.
   El libro de Tokarczuk es como una caja de Pandora, un cofre que no parece muy distinto de otros y que en realidad encierra una verdad terrible: la ley del más fuerte aún no se deroga y es necesario revelarse contra ella.

Bajo la nieve
Sobre los huesos de los muertos es una novela policiaca sui generis, hay una serie de muertes misteriosas y la consiguiente necesidad de aclararlas, sin embargo, no es un avezado policía quien lleva la historia sino una ingeniera jubilada y profesora de inglés. Desde la perspectiva de esa improbable heroína es que se conoce la trama que se desarrolla en una zona rural de Klodzko, Polonia.
   Todo empieza con una muerte que parece fortuita y que no ofrece muchos obstáculos para ser resuelta: fue un accidente, sin embargo, ese hecho es el detonante de otras pérdidas humanas que claramente no fueron producto del azar o del destino, y ahí es donde todo se complica.
   Como ya se dijo, no es la policía la que lleva la narración sino una testigo indirecta de las muertes, Janina Duszejko, quien está convencida de su teoría: los animales son los responsables. Según ella la fauna del lugar, harta de ser cazada por los lugareños –cuya actividad está regulada por la ley-, está tomando represalia contra quienes la amenazan con sus rifles. Una idea que más que aliados le acarrea problemas.
   Poco a poco, al ritmo de los achaques de la señora Duszejko, es que se desarrolla la historia y se suceden las muertes. Ella, firme creyente de las certezas de la astrología, se interesa a su manera en todos los hechos sangrientos que se empiezan a dar en su entorno y, con horóscopo en mano, busca ayudar a la policía a desentrañar el misterio.
   Lo anterior pasa desapercibido para las autoridades quien, como la misma narradora indica, la toman por una “vieja loca”. Los prejuicios contra su edad, aspecto y creencias harán que esa mujer insistente y beligerante, quien tiene respuesta para todo, sea reconocida en toda su magnitud cuando sea demasiado tarde.

El rastro
Llena de referencias a la obra de William Blake, era imposible que el tono de Sobre los huesos de los muertos no resultara poético. Las descripciones y elucubraciones de la narradora son profundas y llenas de lirismo.
   La nieve que cae, el viento que sopla, las dolencias que aquejan y las muertes que suceden son presentadas al lector con las palabras exactas para que la trama se convierta en un canto de sirena que termine por hundir a quien lo escucha.
   El ritmo de la novela resulta parsimonioso, muy ad hoc a la narradora quien sufre de dolores crónicos y hay temporadas en las que apenas se puede mover. Esos pasos lentos pero constantes que da Janina Duszejko, terminarán por llegar al lugar en el que todos los misterios serán aclarados, lo único necesario es tener paciencia.
   La heroína inesperada, presa de su cuerpo maltrecho y de sus creencias, terminará por llevar a buen puerto una investigación que no es su responsabilidad y de la que, sin embargo, terminará por ser protagonista.
   Son cinco las muertes que se dan en esa región perdida de Polonia, en ese lugar en el que no pasa nada empieza a pasar de todo, y ante la irrupción de lo desconocido, todos los habitantes –permanentes y pasajeros- del sitio tomarán sus previsiones: unos cerrarán con doble llave sus puertas, otros simplemente huirán.
   El hogar de la señora Duszejko, rodeado de bosque, montañas, viento y nieve, se verá trastocado por una violencia que nadie entiende y que, sin embargo, tiene una explicación muy simple para ella: los animales se están vengando. Una teoría que no ayudará a que la tomen en serio pero que probará, a su debido tiempo, que quizás no sea tan descabellada.

No es lo que parece
Como ya se dijo, en la novela de Olga Tokarczuk nada es lo que parece y así como los animales podrían estar vengándose de sus cazadores, también es posible que en esta serie de muertes misteriosas no haya buenos ni malos y que el rol de villano resulte incierto y difícil de asignar.
   Otro elemento que tiene una doble lectura son los nombres de los personajes ya que todos son sobrenombres en realidad. La narradora, por medio de quien se atestigua todo, es la encargada de ‘bautizar’ a quienes tiene cerca, ya sea que le agraden o no, busca la manera de asignarles una palabra que, de acuerdo con su visión, sea más adecuada.
   Esa lectura de aspecto y personalidad que hace la protagonista de la novela va mucho más allá y toma como punto de partida la fecha y hora de nacimiento. Duszejko es una firme creyente de la astrología por lo que, siempre que puede, hace la carta astral de la gente que conoce y, en este caso, de los cinco muertos. En cada caso encuentra la respuesta que buscaba. escrita en las estrellas: los animales fueron los asesinos.
   Si el lector cree o no en los horóscopos resulta irrelevante para acercarse a la historia creada por Tokarczuk. Si le parecen algo inverosímil ello será el aliciente para no dejar el libro hasta el final y encontrar la verdad lejos del zodiaco. Si, por el contrario, está convencido de las certezas astrológicas, verá que la señora Duszejko es acertada en sus predicciones.
   Independientemente de los ojos con los que se acerque a este libro, lo que sí está escrito, literalmente, es un desenlace que hará al lector desconfiar hasta de su sombra.



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